Quizás "El perro andaluz", tanto en lo musical como todo lo que rodea la gestación de este disco dedicado a poemas surrealistas del gran Buñuel que no tuvieron la suerte de ver la luz, de conocerse como fueron sus inolvidables películas, sea el trabajo más luminoso de Lagartija Nick.
Antonio Arias, en estado de gracia, se levanta y aúlla, entona así como un búho underground todas las palabras que como ciclones salieron un día muy lejano de las manos y el corazón del autor aragonés. "El perro andaluz", como el film, es una maravilla de principio a fin, uno de los discos más curtidos de Lagartija Nick, y el disfrute es máximo desde que empieza a sonar la soberbia "Palacio de hielo".
La continuación con "Una jirafa/undécima marcha", no puede ser más colosal, pura poesía que aprieta sus manos sobre nuestros oídos, teñidos los cielos de niebla inconclusa, sólo queda dejarse llevar por lo que quiera la música.
"Me gustaría para mí" (las libélulas)" es puro amor desbocado estrangulando juventud sin apenas apercibir el peligro de hacer daño y "Bacanal", sobre el martirio de San Bartólome es pura catarsis. Eric Jiménez, Codorniu y Machuca colaboran para que las canciones sean producciones de esas que son caligrafías eternas.
Suena un pequeño vals en "Polisoir milagroso" con su aire infantil y te metes de golpe en "Al meternos en el techo" donde la felicidad de la escucha pervive y te acecha entre melodías que rondan tus sueños como los gases siderales de los muertos que se recuerdan.
"No me parece ni bien ni mal" son sonidos artesanales del pueblo, memoria de las piedras y las acequias, de los lugares que no se olvidan, de las gargantas secas. Aparece la voz de Buñuel en la extraordinaria "Pájaro de angustia" y ya sólo queda convertir el quejido en grito.
Contando estoy los días para el concierto que el día 1 les traerá por Madrid. Si saben concretar en directo lo que se guarda en este disco, será una noche de esas inolvidables.
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