El sonido de Poino tiene algo especial. Algo que te engancha, que te seduce, que te sacude. Con tan solo dos trabajos en el mercado, el grupo del sur de Londres, fabricó 8 excusas perfectas para reinventar el mathrock, volando libres, sin ataduras, pellizcando el post punk, la música sin cortapisa, con canciones que se clavan, que te dejan aturdido a cada escucha.
Las dos primeras del disco, "Bird trick" y "Special wrong", son una buena manera de engancharte a ellos. Todo suena brutal, experimentando con los instrumentos, jugando al escondite, fabricando razones para hacerles sugerentes e incuestionables. Sus temas a veces tienden acercarse a un jazz peligroso e intuitivo, ("Ienod"), y otras se lo pasan de lo lindo, en una especie de post rock que busca abrir fronteras en el género ("Pinking"), con su eco de extraña melodía que te corta el aire.
"Bon ick voyeur" es un cóctel de sonoridades que te mecen y te llaman la atención. No hay paja en todo el disco. Lo único que te piden es un poco de paciencia. A la tercera escucha, ya no podrás de parar de oirlos. "Burnt birthday" me tiene hechizado desde que la oí. Es la más bestia del lote, un pasote de elecricidad y fiebre de cuerdas que rugen y se callan.
Luego otro trallazo "Doom fist", indómita, cercana al noise, adrenalina y peligro que da paso a "Lazy biotic", otra burrada que antecede a la mejor de todas. La oscura, enigmática, tranquila (hasta piano) "Terpsichordia", un extraño vals repleto de lugares para dormitar pestañas.
Que pena que Poino ya no estén entre nosotros. Nos quedan sus dos discos, monumentos para la subversión. Vaya gozadón para el cuerpo.....
"Hidden world" fue la carta de presentación de la banda post hardcore canadiense Fucked Up. En este disco esta la base de lo que más tarde serie una de las propuestas más energéticas y atractivas del género.
Canciones al límite, pero sin la épica que nos encontraríamos en discos como "The chemistry of common life" (2008), o ese pedazo de dinamita que fue "David comes to life", que es también el nombre de una canción de este disco.
"Hidden world" desde que empieza a tronar "Crusades" es un maremoto de himnos de un grupo con ese vozarrón de Damian Abraham como motor ejecutor de un sofocante viaje que dura 70 minutos. Porque aquí no hay calma que valga. Se nota desde los primeros compases que el grupo tenía una base que en futuro iba a desarrollar de una manera brutal. Aquí nos comen el tarro con volutas de fuego de ese que te deja sin aire ("Invisible leader"), o lideran revueltas punks por calles repleta de gasolina ("Carried out to the sea").
"Fate of fates" es uno de esos temas que no ponen sobre aviso sobre el potencial de un grupo que supo tener voz propia dentro del maremoto de guerrilleros del género. Y es que los colegas se explayan con temas de hasta 7 minutos. No tienen prisa, lo suyo es convertir la ira en una sucesión progresiva de ladridos modulados ("Two snakes").
Me encanta ese inicio de "Manqueller man" que al poco se va enroscando en un subidón que te impide quedarte quieto. Me sigo quedando con sus discos posteriores, pero un grupo que consigue como en los 9 minutos de "Vivian girls" elaborar un crudo mensaje de sedición sin caer en lo reiterativo, tiene todo a su favor para que les prestemos atención.
"Friend opportunity", fue el octavo disco de una banda que a día de hoy siguen haciendo buenos trabajos. Ese dato es mucho, un factor importante en la continuidad de un sonido tan suyo, tan inimitable, que la verdad, cada disco es una caja de pandora de art pop loco, sin mácula de conformismo.
La banda liderada por Satomi Matsuzaki, pergeñó un vibrante trabajo, que desde el inicio, con esas dos potentes canciones, "The perfect me" y "81", muestran lo que te vas a encontrar en cada surco de ese viaje por los orates mundos de Satomi y sus chicos.
Ritmos locos que no sabes donde poner ("Believe E.S.P."), extrañas baladas sacadas de una mundo de ciencia ficción traviesa ("The Galaxist"), o pop de ese que parece perderse en un maremoto de sonidos perdidos en acuarios repletos de peligros ("Whither the invisible birds?"). Así es este "Friend opportunity" de principio a fin.
A veces se dejan llevar por la experimentación, como en esa pasada que es "Cast off crown", para a continuación volver al mundo infantil de juegos sin excusa de "Kidz are so small". Para terminar, con los 11 minutos de "Look away", una travesura más de una banda que tiene clara que lo suyo no es la comodidad.
En mayo sacaron "Future teenage cave artist", otra pieza más de ese puzzle que siempre esta dispuesto para el juego y la diversión. Deerhoof, siempre camina con nosotros, desde la senda más divertida de la música menos acomodativa.
Antes que de que la banda de Bristol formará parte de la primera oleada de bandas de Post Rock que en los 90 definieron todo un estilo, (Laika, Moonshake, Gastr de Sol, Tortoise, A.R. Kane...), Flying Saucer Attack se sacaron del gorro de mago uno de los discos más bonitos que se han construido de shoegazing en todos los tiempos.
Porque no te queda más que encandilarte cuando escuchas la melodía brumosa de "My dreaming hill", o ese torbellino de feedback que es "A silent tide". Brumosos y espaciales, también ya apuntaban maneras de lo que iba a ser el futuro, con sus escarceos con la psicodelia ("Moonset"), ya metidos de lleno en ese post rock que recreaba paisajes y tonadas de múltiples colores.
Escuchas "Make me dream" y te vienen a la cabeza bandas como Slowvide o Felt. Y es que todo este primer disco es un laberinto sónico que por derecho tiene que estar en la discografía de todos los que amamos el shoegazing.
"Popol Vuh 2", navega en espacios interiores de sonoridades que reflejan otros mundos y "The drowners", versión distorsionada del tema de Suede, les aupó a lo más alto de las listas de la época. La más larga, con sus diez minutos largos, "Popol Vuh 1" es otra especulación que recrea los caminos que iban a seguir en el futuro Flying Saucer Attack.
Para terminar, "The season is ours", una tranquila tonada que mece rocíos, que retuerce silencios en una espectacular propagación de ondas de tranquilidad. Buen momento pues, para recuperar a unos de los primeros actores del post rock, que fabricaron en su primer trabajo una bañera repleta de burbujas de tranquilidad magnética.
Detrás de Basurita se encuentra Santi Real, el que fuera vocalista de aquel mítico grupo de los 90 llamado El Inquilino Comunista. Antes, ya nos habían sorprendido con su anterior disco, "Primer juramento" salido en el año 2019.
"El gran feliz" es un interesante compendio de música indie atemporal, divertida, a veces guitarrera, y sobre todo repleta de imaginación. La que titula el álbum con su clip cachondo que tan bien acompaña es la mejor manera de adentrarse en un buen trabajo.
Rodeado por músicos con dilatada carrera en bandas como Cujo o Cancer Moon, "El gran feliz" se defiende él solo. "En sueños" te atrapa con su melancolía y sus varios artificios para toparnos con quizás una de las mejores canciones nacionales del año "Mer". Himno de esos que se hacían cuando la música indie de aquí empezaba a desperezarse. Tranquila, triste, al poco se convierte en un tumulto afectuoso de electricidad que te seduce y te llena. Vibrantes.
"La campa del furgo" es casi power pop y "Alicia" es punk de 2 minutos. La más larga del disco "Despierta" nos llena de lisérgicos caminos repletos de flores mustias en los arcenes de los pasos y del sentir. "Gracia, África y Paris" es un amor a tres bandas emocional y curioso que da paso a "Aquel vareno", donde la añoranza toma el timón de los latidos.
Para terminar, "Verónica" y "Atrapado, dos potentes y pegadizas canciones, que ponen el punto final a un trabajo de esos que te queda muy buen sabor de boca.
Sin duda estamos ante uno de los discos del año. Basta solo ponerte la introducción llamada "Empty towns" para intuir que a partir del segundo tema, se va a mover todo el edificio donde habitas. Y es que ya nos dejaron sin palabras este trío afincado en Alemania con su anterior trabajo, "Collider" (2018), y con este "Push", suben el listón un poco más, para llenarnos de adrenalina post punk, de rock de ese que nace para evocar apocalipsis. "Weather beaten" lo podía firmar Killing Joke. Te dejan sin palabras.
Ed Fraser a la voz, es un tormento que atrae pesadillas, que dirige a la banda por el lado más oscuro que puedas imaginar. "Push you out to sea" es como mezclar a Jesus Lizard con Swans. Una bofetada de ácido, un calentón de electricidad que se mete en tu cuerpo, que escupe espasmos, que fabrica lírica eyaculada.
"Loyalty" es angustiosa, recrea de una manera personal el paraíso negro del mundo de los cisnes, con sus espirales de peligro, con una rabia que mece bombas, con una pegada sin duda que te deja mudo, necesitado de más. "Rustly sling" es casi post metal y la mejor de todo ese lote la encontramos a continuación, con ese pedazo de céctel que es "Nobody moves & everybody talk", la más punk de todo "Push". La guitarra como un estilete, la banda engrasada en una perfecta maquinaria que en directo debe de sonar brutal. Sin palabras que se queda uno.
"It was important" es oscura hasta el fin del mundo, y "Paradise", te sumerge en un mundo donde todo esta destruido, donde no hay esperanza, donde el cielo lagrimea gotas de ácido sulfúrico mientras las rosas se envalentonan y piden agua de ron.
"Push", seguro que cuando acabe 2020, estará en el altar, donde residen los discos que dejan secuelas, donde las marcas en la piel del sonido fabrican esporas para aguantar el vaivén de la vida, sus urgencias y también sus incomodidades. Disco que engancha, que es necesario, que se escucha de un tirón. Heads. Apuntad el nombre. Esto es muy grande.
Colm O'Ciosoig de My Bloody Valentine colabora en este 3 tercer disco de la banda de San Francisco. Eso es una pista que rápido pillas al vuelo cuando empieza a sonar "Dear me", el tema que tuvo en el año de edición del trabajo algo de fortuna en las radios independientes. Y es que suenan un huevo a los My Bloody, siempre salvando las distancias, claro esta.
Si los dos primeros discos del grupo se escoraban más al indie rock, en este "Hideout" hacen su particular incursión en las sonoridades shoegazing ("Lectric"), más o menos atinados, con algún altibajo de por medio ("Sick hipster nursed by suicide girl" la hemos escuchado ya un millón de veces), pero en general mantienen el tipo.
Sobre todo cuando se acogen a la melodía y al lirismo de burbujas como en la angelical "Two kinds". Feedback, ruido contenido, esferas de distorsión que apenas suben la voz ("Capitalized I"), forman parte de un buen trabajo, donde la mano de O'Ciosoig se ve a cada paso que vamos transitando por él, como en la redonda "Go down together".
El inicio con el bajo llevando la batuta en "Florida" introduce elementos electrónicos, que desaparecen en "Blizzard scout" donde nos deslumbran con sus silencios extraños. "Plots and plans" si la escuchases en los 90, te podía acercar a bandas como Pale Saints, The Boo Radleys y otros mandarines del shoegazing reinante en aquella lejana época.
Un buen disco pues, con algún detalle a pulir, de un combo que como muchos está ya en eterno barbecho. Nos quedamos con ese sonido que nos tranquiliza y nos alarma. Shoegazing años 2000.
Si todos los discos de Richmond Fontaine hubiera sido como "Lost son" y "The Fitzgerald", y no se hubieran escorado luego hacia la música tradicional americana, no se donde podrían haber llegado. Porque si pones el play y empieza a sonar "Savior of time", parece que estuviesemos oyendo a Buffalo Tom. Puro melodramatismo, con guitarras que lloran y con una intensidad brutal.
O el punk más brutal de "Ft. Lewis", con aires siempre del viejo oeste. Vaya pasada, vaya manera de reinventar géneros. Porque también en "Lost son" hay canciones parecidas a las que iban a constuir después, como esa maravilla que se llama "Cascade", pero a diferencia de lo que luego hicieron, aquí no se apegan al neocountry, sino que beben del indie de los 90 de una manera espectacular.
Los de Portland te hace crujir los sentimientos, saben conjugar la fatalidad con la introversión, la pausa con la hecatombe. Y por eso "Lost son" será siempre mi disco favorito. Willy Flautin, su cantante se sale, así como sus colegas de banda, que seguro que se escucharon toda la discografía de Replacements cuando hicieron este buen lp.
"Mule" es punk se pongan como se pongan. Te invitan a bailar pogo hasta la extenuación. Suena como una locomotora que no para de condensar fuego y velocidad. Vaya pasada. En mitad del tema, se dejan llevar por el bourbon y las diligencias que nunca pasan, y con mandolina al ristre te dejan tirado al albur de los coyotes.
Muchos quisieron también emparentarlos con Uncle Tupelo. Quizás en sus trabajos posteriores. Aunque hay canciones como "Contrails" que parece seguir los cánones. Pero recuperan el sentimentalismo de la tristeza en piezas tan redondas como "Fifteen year old kid in Nogales, Mexico", para en "Pinkentor" subir el volumen de las guitarras hasta hacer explotar graneros.
Buscan la contención atmosférica con ese pasote que es "A girl in a house in felony flats" , para sin perder pausa echar una cerilla a la tranquilidad con la explosiva "Muddy conscience". Las piezas más country como "Hardly seen" hacen bajar el listón de una muy buena selección de tracks. Pero me quedo con lo contado en las anteriores líneas. Buen nervio desde la base del sonido americano rural, cowboys enfurecidos que también sabes dulcificar su ira.
Parfois, ça arrive. Dans
une revue française en ligne, je tombe sur un article à propos d’un groupe
appelé Lane qui sort son deuxième album le 19. Je commence à écouter un extrait
et je m’aperçois que ça me dit quelque chose. Putain, ça ressemble trop à Les
Thugs. Je fais des recherches sur Lane, et je vois que le guitariste et le
bassiste faisaient partie de ce groupe de Rock alternatif français explosif, et
que les autres membres viennent d’un autre groupe un peu plus relax, Daria.
Je n’ai donc pas mis
longtemps à commander ce CD et quand je l’ai écouté, je me suis mis à danser
dans la cuisine, comme un damné, retour à la jeunesse en une demi-heure de riffs
de guitare et mélodie, d’abruptes électriques et d’une passion démesurée pour
nous faire vibrer. L’écoute de « Stand », premier morceau de « A
shiny day », suffit pour récupérer ces moments lointains comme celui où
j’ai eu entre les mains des disques aussi sacrés que « Seamonsters »
de The Wedding Present.
Parfois ça arrive, et c’est
vrai que le plaisir est si intense qu’il m’est difficile, pendant que j’écris
cet article en écoutant la très Les Thug « A dead man soul », de
rester assis sur la chaise et ne pas me lancer dans une danse brutale en
envoyant balader toute les « commodités » musicales qui agressent
notre bon jugement. Quel son ! Le nom vient de Love and Noise Experiment..
Cela leur va comme un gant.
Ils vous attrapent avec
leurs urgences, avec leur militance qui connait la recette pour faire de ces
chansons qui perdurent, classiques instantanés. Le troisième morceau, ma
chanson favorite actuellement, est un de ces hymnes qui à force d’être mis et
remis en arrive à exaspérer ma chaîne HIFI par tant de répétition. Ça s’appelle
« A free man ». J’en ai la chair de poule quand Eric Sourice commence
à chanter « I don’t believe, I don’t believe in your gods » et ce
raz-de-marée qui consiste en une bande de trois guitares me laisse K.O,
désirant que le 19 arrive pour aller en France me procurer leur disque. Fuck Covid 19!!!!!!!!
Et ça ne s’arrête pas. La
mélodie de « Clouds are coming » qui en accélérant se transforme en
un ouragan de distorsion, ne fait que confirmer que Lane est le groupe et le
secret le mieux gardé d’Europe, un super-groupe qui devrait tourner
éternellement pour expulser la peine de nos cœurs. Car Lane irradie la joie, renvoieaux albums de photo de nos 20 ans, quand
aucune ombre ne menaçait l’agitation de notre jeunesse bénie.
Et que me dites-vous de
cette épopée sous forme de douceur qui s’appelle « Red light » ?
Je vais laisser ici un vide d’expressions car je reste sans mots. Où
étiez-vous, Lane ? « Winnipeg » et « Dirty liar » sont
comme des morsures concises mais qui vous submergent par leur fougue, par leur
façon de vous contaminer, par ces gouttelettes, antichambre d’un orage qui vous
mouille de passion, d’une passion extrême.
La chanson qui donne son
titre à l’album, une balle de plus qui en explosant fait éclater le cerveau, un
succès de plus, un autre prodige qui vous fait monter le volume. En vérité, je
me répète, je reste sans mots. Il suffit d’une minute et demie de «Tea Time»
pour se rendre compte que ce morceau pourrait bien être inclus dans n’importe
quel disque des incontournables Les Thugs.
“A shiny day” finit sur le morceau le plus
long et élaboré de l’album, les six minutes de « Down the river », qui résonne presque comme du
post punk. J’ai commencé à écouter l’album samedi, jusqu’à aujourd’hui je dois
l’avoir écouté une bonne vingtaine de fois, et je compte bien le réécouter
encore et encore. Parce qu’avec eux, l’étonnement se renouvelle, la force
qu’ils irradient est un torrent d’énergie qui vous contamine, vous envahit,
vous séduit.
Llevo siguiendo a Fernando Alfaro desde que los Surfin Bichos gruñían con sus vozarronas tan lejanas a finales de los 80. Cada trabajo suyo, con los alias que el quiera poner, ha sido una viaje hacia el universo de unos personajes más necesarios en nuestro panorama tan necesitado de aventureros sin paracaídas.
Quizás este disco haya sido bajo el nombre de Chucho el que pueda competir con "Los diarios de petroleo" como lo mejor de su carrera de perro abandonado al albur de las letras desenfrenadas y de las músicas que se hacen querer.
Desde que suena ese hit que da titulo al cd, hasta esa especie de western espacial que es "Sombra lunar", nos encontramos al Alfaro que tan bien conocemos. Bajo la sombra de sus recuerdos, con la marca ya de los años en esa piel ahora surcada por arrugas del ayer, sigue disparando fogonazos para que nos perdamos en sus islas de hombre solitario y cautivador.
Ese inicio vacilón de "La ambulancia y el dolor", es la introducción perfecta para uno de esos temas donde la tragedia es irremediable, pero también el amor que no se puede despegar de lo que tanto se ama. O mi favorita, "Yoga love", donde hace lo que más me gusta. Tensionarse en medio de una rabia que le hace gritar entre guitarras y reflexiones de esas tan necesarias para buscar alguna respuesta a los desplantes de esos dramas que van dirigiendo nuestra biografía.
"La carretera de la costa" me hace recordar el pasado. El pasado que cualquier tiene agazapado en sus álbumes de fotos, cuando disfrutabas de ser un descarriado que volabas libres de la mano del exceso, con compinches que como tú, no ponían frenos a esa intensidad que nadie podía parar.
"Hoamm" parece casi psycogarage y "Agente Sebso" es otro de esos himnos a los que nos tiene tan bien acostumbrado el bueno de Fernando. Emocionante sin duda. Y el plato fuerte lo deja para el final. La post punk del lote, "Otra ciudad", la segunda parte de aquella joya que fue "Chapoteosis de chiquillos en la bañera". Como aquella, cuando la escuchas no puedes más que volver atrás y repetir su escucha. Estoy seguro que sus hijas cuando la escuchen verán reflejados en sus ojos estanques alborotados en un tiempo indefinido, lejos de la condena del paso imbatible de los años. Una joya.
Chucho, Alfaro, en marcha, concienciados paladines de una epopeya que sigue dando capítulos por donde es un gusto perderse. Otro disco más para la colección. Bravo Fernando.
Tres discos dieron la luz Evans the Death. La banda inglesa comandada por los hermanos Moss, y con la sugerente cascada vocal de Katherine Whitaker, nos regalaron una buena andanada de indie rock con sordina y distorsión, en su no muy larga carrera.
La inicial "Intrindic grey", pone los puntos en una crudeza siempre modelada y que no está enfadada con tiempos donde aparecen teclados escondidos como "Terrified". Miran a su manera peculiar a los combos de los 90, tipo The Breeders, como se puede vislumbrar con la épica "Sledgehammer". Vibrante y sugestiva.
O ese otro cóctel que te atrapa que se llama "Idiot button". Cuando ponen a trabajar sus guitarras se ponen furiosos pero siempre guiñando un ojo a grupos como Throwing Muses ("Bad year"). Me los creo, son naturales, no engañan a nadie, lo hacen bien, seducen desde la falta de artificio como la que titula el cd.
La más energética se encuentra después, en "Enabler", rabiosa, sin contener, un punto y seguido de esos tiempos donde manejan a la perfección la melodía. Bajan el pistón con la balada "Waste of sushine", para acercarse a algo parecido al indie folk en "Shanty".
Pero no hay que asustarse, la burrota "Clean up", pone las cosas en su sitio con dulzura y fuerza. La más larga, la penúltima, "Don't laugh at my angry face", otra vuelta de tuerca a aquellos maravillosos años que sabemos no volverán, los 90 y su hálito de grandeza.
Un grupo pues a recuperar, de los muchos que salen al cabo del año, y que merecen nuestra atención. En 2017 dijeron adiós a su indie rock de otra época. Quedan sus canciones.
Alcanzaron el reconocimiento cuando la BBC concedió a su disco "A livingroom hush" el mejor disco de jazz del año 2002. Bueno, lo de jazz se le queda corto a este interesante grupo noruego que bucea con atino aguas cercanas al rock progresivo, el post rock más ecléctico, y si, un jazz bastante sui generis, siempre repleto de rincones para búsquedas interiores.
"What we must", su cuarto trabajo, mi preferido, empieza con un torrente de guitarras cálidas, vientos y voces que se mueven entre un tintineo repleto de frescor y serenidad ("All i known is tonight"), para en la vibrante "Strardust hotel" gozar con un verdadero caliz de música elevadora, post rock progresivo o como quieras definirlo. Lo cierto es que es la leche de bueno.
Se impone el hielo de su tierra en la enigmática "For all you happy people", leve, lenta, confiada en su naturaleza de crisálida, que poco a poco, al trote se convierte en un brisa de esas que te amanece el alma. Otro puntazo importante es "Oslo skyline", divagando en un tour de force magnífico, haciéndose el grupo orquesta de una sideral tromba de sensaciones.
La más larga del disco, "Swedenborgske rom" es otro destello de ambivalencias sugerentes y la más digamos Tortoise de "What we must", es Mikado, un colosal ejercicio de especulación instrumental, bien urdido, trenzado con maestría, pulso fértil de creación espectacular.
Quien no halla echado un ojo a Jaga Jazzist aún, que comience con este "What we must". Música para encerrarte con el aire acondicionado bien fuerte, cerrar los ojos, y pensar en bloques de hielo y barcos a la deriva.....
Hace poco caí rendido ante ellos. Su primero disco "A shiny day", (2019), me dejó sin aliento. La banda de los dos miembros de Les Thugs hicieron una obra maestra que perpetuan en este "Pictures of a century". Estamos en julio, y de momento es mi grupo de año.
Y es que tienen canciones que se merecen una y otra escucha, te mecen y te escuecen, con sus tres guitarras que se agarran a tu piel, que te dejan con ganas de revolución, de vítores, estridencia que no amansa a las fieras ("Discovery none" y "Voices" son un inicio brutal).
No les hace falta himnos como en su anterior trabajo, "Pictures of a century" se defiende sólo. Tienen potencia, melodia, un aparato instrumental de esos que te insufla adrenalina, un pasote que se defiende por si solo con temazos como ""So many loves". El gran secreto escondido de Francia debería copar listas, ser más conocidos, exportar su sónico mensaje brutal. Quizás si fueran ingleses serían los nuevos Idles aunque en lo musical no van por la misma onda. Nos da igual a los que amamos las guitarras con corazón.
"Electric thrills" será quizás mi canción del verano. De un verano raro, sin salida, en casa, armado con mascarilla, pastando por las calles de la ciudad, buscando en el movimiento una salida ante la inercia pasiva que nos inunda. Y es que "Electric thrills" te hechiza, es un temazo de principio a fin, una epopeya lírica que explota en tu cabeza, un estribillo de esos que alojas en el recuerdo y duerme paciente el sueño de la buena dicha. Voy a esperar un rato antes de empezar con "Homicide"......
Ya he vuelto, joder, que subidón. Podría calcar mi anterior articulo sobre ellos. Los mismos adjetivos valen para este grandioso disco que me hace vibrar de principio a fin. Que gozada. Es una buena manera de recuperar toda la necesaria biografia de Les Thugs. Y es que Lane (Love and Noise Experiment), recuperan su sonido, pero también lo actualizan con bastantes matices ("Life as a sentence").
Ardo con ellos cuando se ponen punks en "Sing to the last", y cuando retuercen la melodía de una manera mágica en "Family life" siento que de nuevo tengo 20 años. Bravo por ellos, ostias. Latigazos como "Black groves" o estructuras de canción tan bien edificadas como "Last generation" son todo un regalo en estos tiempos de tanto copia furtiva.
Enigmáticos empiezan en "It's in love" , para en "Lollipop and Candy cane", volver a la senda del punk más visceral y terminar con el tema que titula un disco de esos que tendría que marcar epoca.
Repito, Love and Noise Experiment no es una promesa, no juegan esa liga. Sus miembro ya tienen callos en la garganta y en las manos, su sonido no se parece a nada que se hace en la actualidad. Bienvenue tout le monde, je vous présente le meilleur groupe du moment!!!!
Con este disco dijeron adiós Erase Errata, la banda de San Francisco que tras sacar 3 discos entre los años 2001 a 2006, esperaron al 2014 para acabar con solvencia una carrera caracterizada por su vigoroso post punk personal, rítmico, mirando siempre a últimos de los 70, con la trompeta de Jenny Hoyston dándoles un aire curioso y vacilón.
Este disco, su obra de mayor madurez, desde que se inicia "History of handclaps" con ese aire a las Slits y que en "In death i suffer" se pasan al indie rock con pegada siempre contenida y la fiebre siempre preparada para hacernos gozar.
Se vuelven hipnóticos en "My life in shadows" repleta de pequeñas distorsiones, jugando con cambios constantes de ritmo, fabricando pequeñas secuencias de turbulencias experimentales. Pero cuando más molan es cuando se acercan al post punk de toda la vida, con pasotes como "Scattered means", o se lanzan a viajar entre sintonizadores como "Watch your language".
La más redonda, la más melódica, casi pop, ese bombón envenenado que se llama "Galverston, dark tides". Gozosa la canción de principio a fin. Un final por todo lo grande de una sugerente banda que nos dejo buenos motivos para creer en la actualidad en el buen estado de forma del Post punk.