Es un Mini-cd, pero tiene la importancia de un disco largo. La Habitación Roja sacó este dulce venenoso, titulado como una canción del disco "Cuando ya no quede nada" (el que grabaron con Steve Albini en los controles), que es la que abre el trabajo.
Siete temas como siete trallazos que sintetizan sobre todo el choque que causó el ex-Shellac con estos valencianos, uno de los baluartes del indie de aki, y que con "Cuando ya no quede nada", aparecían como furibundos corsarios de corazones rotos.
"Las palabras no funcionan" es otra pieza breve que se va envalentonando, cruzando itsmos de melodía, tarareos de esos que siempre funcionan. Como "No somos nada" y sus potentes guitarrazos guardando el pop en un armario repleto de erizos y cornadas, de cuchillos afilados sin fin.
En "Metrópolis" se enzarzan en una potente y hábil especulación intrumental guitarrera para en "Jack frost" detonando su crisol de rugido melódico, con un armazón poderoso, con la lírica que se condena a salir siempre a flote en un Sargazos de distorsión y motores siempre en marcha.
Es imposible no rendirse a pegadas tan excitantes como "Como antes del final", un emocionante viaje eléctrico que supura bilis, un autentico arsenal de volutas de conmoción enfebrecida. Se nota en estos descartes del disco que grabaron con Albini que el veneno convirtió a La Habitación Roja en un combo más peligroso.
Para terminar, bajando algo el pistón, "El amor y otros monstruos", un vals degollado, una rúbrica efectiva y total. Lo dicho un disco pequeño de duración con hechuras grandes.