Tras un parón en tierras galas, volvemos a Discos Pensados para decir adiós al 2019, fin de año, de ciclo, fin a los días que se han evaporado por las rendijas de los sentidos, au revoir a meses y meses que dejarán paso a otro torrente más de inquietudes, de olas, de certezas y dudas en lo referente a lo que se avecina musicalmente hablando justamente mañana.
He elegido para este día 31 a Brutus, una potente banda donde sobresale la batera y cantante Stefanie Mannaerts, que hace que este segundo disco de los belgas sea una amalgama potente de estilos, desde el post metal al post rock con épica salvaje, con melodías que explotan e irradian pavor.
"Fire" y "Django", son los dos pedazos de cócteles que dan la voz a "Cemetery" y sus metálicos enjambres con el grupo apoyando esa pedazo mole de batería que parece que trina infiernos. "Nest", aupado en las listas internacionales como de los mejor que ha surgido de metal avanzando, tiene suficiente criterio como para que lo podamos poner justo cuando las campanadas de esta noche digan hasta siempre al 19 ("Techno").
"Carry" es otro pétalo de acero que da la voz a "War", la mejor de "Nest" por su lirismo estrangulador, por ese inicio que da pavor, por la hemorragia que despide desde que penetras en el soberbio bullicio tranquilo que a poco se convierte en una épica catalepsia de hardcore metal. Apabullante.
En "Blind" siguen por la senda del metal para construir en "Distance" otra torre de Babel de luciérnagas envolventes que te dan besos de veneno mientras te apagan la luz de la noche. "Space" es como si a Bjork le hubiera entrada de repente el arte que nunca ha tenido y "Horde V" es otra trinchera de esas que nos deja vencidos y con ganas de demolición.
Terminamos, con "Super dragon", el otro punto fuerte de "Nest", más de siete minutos de entrañas de post metal, de arrumacos de sensibilidad de veneno, catarsis y serenidad vomitando caos. Feliz años a todos los que se paran para este pequeño blog que sigue y sigue creciendo a costa de esta afición que a uno le aqueja de compartir musgos de descubrimiento, vellocinos de oro de música para salvarnos de la tontería.