Dos discos sacaron sólo esta interesante banda canadiense de Alberta, y éste que fue su segundo y último, bajo la batuta de Steve Albini, es un concreto mapa donde los sonidos percuten siempre al lado del slowcore acelerado, junto a una necesidad de ir siempre un poco más allá, configurando una pegada instrumental repleta de lirismo y tristeza, pero también de rabia ("Spring fight to the land of fire"), de voces que nadan en un murmullo para salir fuera del agua como un grito ("Old & early numbers").
Pasos sinuosos, algún teclado perdido, pero lo que realmente realza es la capacidad que tenían The Cape May para vivir dentro de un colapso bien medido, que poco a poco se va quitando el ropaje y se convierte en un caos programado ("Spider's heart attack").
Letanías que rozan el verso suelto ("Copper tied"), junto con caricias de electricidad que no buscan el amago y si la confrontación ("Mari"), se dan la mano con otras canciones que repican desde lo alto del campanario junto a violines macilentos ("Still island").
Imposible pasar por alto "Little & hook", o ese otro plato fuerte del disco que se llama "Desert house" donde se nota que Albini esta detrás, como buscando peligros, como dando a entender que aquí había mucha tela de cortar.
Lástima la poca duración que duró la aventura. Toca pues disfrutar de ellos, con este magnifico disco.
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