sábado, 29 de abril de 2017

MEAT WAVE. "The incessant" (2017)


La verdad es que últimamente estamos de enhorabuena los que amamos los grupos que nos ofrecen sonidos con guitarras demoledoras, catarsis y melodía, sobredosis de adrenalina, ferocidad que puede con todo. Si antes caímos deslumbrados con los trabajos de Cloud Nothing y Cold Pummas, ahora toca a Meat Wave.

El trío de Chicago cuenta con la producción ni más ni menos que de Steve Albini. Y la verdad es que desde que empieza a sonar la brutal "To be swayed", notas que sí, que aun hay esperanza para los volcanes que desgarran.

"Tomosaki" es una voluta de ácido al viento, un aullido frenético que perfora y hace daño. Sonido demoledor, para subir volumen, para votar punk. Chris Sutter el vocalista, quiso plasmar en el disco su separación tras 12 años de relación y la verdad es que la angustia la ha sabido plasmar de una manera efectiva.

Suenan casi a mathrock en "Leopard  print jet ski" y "Bad man" es una bizarría donde los tres se colapsan en un griterio que da miedo, con una velocidad endiablada, con una pegada de esas que dan vértigo. "The incessant", grabado en el sello "Upset! the rhythm" conocido por su afición a no caer en el acomodo, sirve de cobijo para este pedazo de disco que hace que no pares de ponerlo en tu equipo.

Me gustan cuando parecen sosegados, como en "No light", abriendo campos para sus formas de generar campo de expansión de la energía sin controlar. Punk en estado puro es "Glass teeth", y la que titula el disco es un himno marcial, de esos que resquebrajan ventanas, que dejan astillas en el corazón. Dinamita pura.

La opresiva y postpunk "Birdland", nos dice a las claras que estamos ante un combo que no se le pone nada por delante, que son expertos fabricantes en cócteles para la sanación de nuestra apatía. Para terminar "Killing the incessant", la más ruidosa del lote, furibunda y retadora. Grupazo a tener en cuenta, gozos de distorsión.


miércoles, 26 de abril de 2017

DIRTY BEACHES. "Badlands" (2011)


Nadie como el músico taiwanés afincado en Canada Alex Zhang Hungtai, para traernos con oficio las formas que Suicide y Alan Vega tenian de diseccionar el rock con armonías y gritos, con minimales explisiones de primitivimo galáctico.

Este pequeño disco que apenas llega a la media hora, desde que suena la inicial "Speedway king", es todo un tratado de como recuperar la esencia de Suicide, actualizarla, casi con los mismos materiales, implosiones, oscuridades, letanías brindis al sol.

Aquí el rockabilly ha sufrido una mutación peligrosa, ha sido contaminado por una extraña enfermedad, un virus poderoso que en "Horses" hace que cabalguemos por una America repleta de freaks diambulando por callejones reclamadores de perdición y angustia. Algo parecido a Cramps con morfina suena "Sweet 17", baterian síncopada, sonidos sucios y la voz del taiwanés haciendo de las suyas mientras declama delirios.

La que más me ha gustado es "A hundred highways" preparada porque no, para parecer en el próximo film de Lynch, asfixiante, comatosa, espectral. "True blue" es otra vesanía, una nana cruel, un estilete en el corazón que se clava y te perfora.

"Black nylon" es otra dosis de radiación gamma, no wave desde la nocturnidad, esporas que se  esparcen por un club plagado de insolencia. Breve disco para iniciarte en la discografia de Dirty Beaches. Playas sucias, colapsadas de misterio, de arena roja, de sensaciones de miedo....


lunes, 24 de abril de 2017

MIGALA. "Restos de un incendio" (2002)


Revisión. Eso es lo que Migala se planteó en "Restos de un incendio", una vuelta a sus canciones dándolas otro toque, pintándolas la cara con rocío bravo, acicalando la propuesta para impregnar los temas de emoción, más emoción si cabe.

Y no podían empezar mejor que con "La canción de Gurb", donde casi parecen unos Mogwai desabridos, entumecidos por un rocío fatal. Abel Hernández y sus chicos creyeron en el 2002, que sus canciones más memorables necesitaban otra oportunidad, y los 10 temas que parieron en "Restos de un incendio" son una buena garantía para la recuperación.

Cuando suena "El pasado diciembre" parece que nos topamos con algún sosia de Stuart Staples, enjaulando dolor, rellenando crucigramas de olvidos. Hasta les queda chula la inclusión en "Noche desde un tren",  de unos acordes de "Soy rebelde" de Jeanette.

Y la contundencia guitarrera aparece en colisiones como "El retraso", con sus arreones en medio de la niebla, comedidos en la tormenta, repicando rabia en medio de una gran oda a la melancolía. Lo fuerte del disco, como no, "Aquel incendio", con la voz de James Stewart, de la pelicula "El hombre que mato a Liberty Valance", haciendo de señuelo para que las guitarras y la tensión tomen de nuevo al asalto tu interés.

"El último devaneo" es pura catársis íntima y "Tiempos de desastre"  (antes "Times of disaster") continua con el descaro de la tensión, embravecida por una ola de ternura, rabia entre flores y aperitivos de recuerdos. Para terminar, "Instrucciones para dar cuerda a un reloj", otro de los puntos fuertes de la discografía de Migala, otro salmo sanador, maravilla total.

No hay nada como atrapar del ayer discos como este de Migala. Una manera genial de recuperar a bandas con mucho que decir, que sentaron cátedra, a las que seguimos con pasión, y que forman ya parte de nuestro crecimiento musical.


sábado, 22 de abril de 2017

CLOUD NOTHINGS. "Life without sound" (2017)


Pedazo de disco se han sacado de la manga estos yogurines. Vale, quizás estas 9 canciones no tengan la pegada y la contundencia de sus anteriores trallazos, (sobre todo el sobresaliente "Here and nowhere else" ). Pero si nada más empezar el disco te topas con una canción como "Up to the surface", himno doloroso de indie rock, ya te tienen ganado.

Cloud Nothing ha matizado su propuesta, cada vez se acerca a una versión aguerrida, de Replacements, alejando los conatos de post-hardcore de su pasado cercano. Es una barbaridad la melodía que se sacan de la manga en "Things are right with you", con la voz de su lider Dylan Baldi cada vez más robusta, refrescante.

En los 90 me los imagino girando con Sugar. Y eso es lo bueno de esta banda, Su sencillez apabullante, su pegada y sus hits instantáneos para tararear y gozar sin reparos. El single "Internal world" te pone los pelos de punta, me hace levantarme de la silla y darle gusto al dedo que eleva la fecha del mando de la cadena hasta que los cristales tiemblan. Ahora espero las lágrimas. O las esquirlas.

La que más se puede parecer a lo hecho por ellos con anterioridad es ese mazacote de distorsión llamado "Darkened rings", músculo, electroshock y adrenalina pura.Contundencia al límite. De las mejores de este disco de 9 temas, que se pasa en un pispas.

Y cuando se ponen melancólicos y recuperan para nuestro goce el sonido de Pavement en "Enter entirely" nos ponemos a tirar cohetes sin rubor ni verguenza. La ostia como suenan los chicos. Luego en "Modern act" se sacan la vena adolescente que llevan dentro para repartir tristezas con sus guitarras que hechan chispas, para radiar cuando estemos de capa caída. Sin respiro, otro batacazo de electricidad y melodía, "Sight unseen", palabras mayores, luces que se encienden y se apagan, fogonazos de rock sin mácula de aburrimiento. Grandes, muy grandes.

Asfixiantes y cortantes aparecen en "Strange year". Aquí no hay sitio para la luz. Depresivos, como Husker Du tocando frente a una pared, alejados de todo, con parones que dan miedo, con puntos de energía que repican malos sueños, posthardcore lento y peligroso. Parece que la inocencia descansa en un cubo de basura.

Para terminar, otra temeridad densa y brutal, la más larga del lote, los cinco minutos largos de "Realize my fate", más desgarro, más incomodidad, más ferocidad. Un disco que apabulla, que gime, que exalta, que pasa veloz, que queda huella, de lo mejor del año por el momento.



jueves, 20 de abril de 2017

DEAFHEAVEN. "Roads to Judah" (2011)


Con este disco de 4 canciones empezó su singladura esta interesantisima banda que como pocas aunó de una manera brillante el shoegazing con el black metal, con dosis de desarrollo de post rock, pinceladas todas para conseguir un lienzo bruto, lírico, altamente recomendable.

El blackgaze, nació casí con ellos. No hay más que oir "Violet" y sus doce minutos de dolencia crónica, de gritos que te sumergen en un mar de angustia, mientras las guitarras a su manera crean un manta de brumas eléctricas, feedback atronador que remonta cielos, que perfora aguaceros con esa manera tan particular de tienen de crear colisiones espaciales de ruido y melodía.

George Clarke, el alma cantante, tiene campanas en la garganta, apesta a veneno su poción de luz oscura, rigor mortis para fecundar tierras con alaridos y detonación. "Language games", es todo un torrente de post rock que a se ve acosado por un motín de black metal, pero siempre con un poso de tragedia, de reflexiones infectadas de mercromina para el sentir.

Me encanta "Unrequited" y ese inicio que bien pudiera pasar por Godspeed your black emperor"!. Cuánta tristeza sintetizada en unos minutos rutilantes, abecedario de estampas de drama que al poco se convierte en otra exposición de metal avanzado, raspando el corazón, deflaglando augurios.

"Roads to Judah" fue el incio, luego romprían el cielo con su bestial "Sunbather", su obra cumbre. Pero es en este disco, donde se pulen los pasos, sus atmosferas certeras, abanicos de ordalias de demolición. Y así termina el disco,con "Tunnel of trees", paseando por los mismos senderos de apocalipsis, repicando solemnidad y aires de grandeza.



martes, 18 de abril de 2017

DAKOTA SUITE. "An almost silent life" (2012)


Siempre me gustaron Dakota Suite. Quizás no tuvieron el reconocimiento que se merecían en su época, porque Red House Painters y American Music Club, copaban el ranking de la tristeza infinita, de los paseos por la desolación.

Chris Hooson lleva ya unos cuantos años repartiendo octavillas a las puertas de la introversión, inflando el globo de la lágrimas que se expanden por el cielo entre malévolas profecías y cantos oscuros de abrir corazones, de segar rubores.

Y este disco (fue su onceavo trabajo) es otra pista más para perderse en el slowcore más trágico ("I see your tears" y "If  you've  never had to run away" son dos gemas de la intranquilidad), confiando nuestro drama a arpegios de una guitarra que parece que está en coma como en la emocional canción que titula el disco, o reclamando un lugar para las músicas que nacen de la tragedia, ("Last flare from a desperate shipwreck").

Luego hay pianos que hacen daño, "Everyting lies"; guitarras acústicas mecidas con austeridad y rigor, "Lumen", y estados de movimiento de letargo crónico, "I recoiled so violently y almost disappeared", suspiro largo y profundo, liana en medio del ocaso, lencería de la podredumbre.

Asi son Dakota Suite, una pica en los estados más sosegados de la conciencia, un bálsamo de fierabrás para calmar la agitación que perfora y hace daño. "Don't cry" no resistirá muchos rato en tus oídos sin antes no sacarte una espina del alma.

"I know your desolate place" es un lucero que persiste y detiene la desdicha, un lugar donde aparcar el coche y las luces, mirar el lago y recordar tiempos mejores, cuando la luna te arropaba, cuando lo oscuro era sinónimo de paz total.

Acaba el disco con "Without you", unas cartas rotas encima de la mesa, una vesanía de soledad total, de un grupo que vio en las sombras su porvenir, su encantamiento, nuestro sustento...




domingo, 16 de abril de 2017

BIZNAGA. "Sentido del espectáculo" (2017)


Su anterior trabajo "Centro dramático nacional", (2014), ya nos puso sobre la pista de este grupo madrileño que tiene en la urgencia punk, en sus mirada al cajón desastre de los 80, un instrumental quirúrgico para con precisión aguijonear la normalidad de unos tiempos que ansían ventoleras punks como las de Biznaga.

"Mediocridad y confort" mira tanto a Parálisis como a The Clash, Lo suyo es llevarnos de la mano antes el asko de unos tiempos jodidos para afilar la punta de las palabras, para confeccionar uno de esos hits que seguro perduraran con el paso de los años, "Una ciudad cualquiera".

Media hora les basta a Biznaga para radiar su rabia, su ira, con sacudidas punks como "Nigredo", o "Jóvenes ocultos", con una mensaje claro, de agitación, y una intrumentación poderosa. Ahora me vienen a la cabeza OX Pow o KGB.

No paran ni para respirar ("Héroes del no"), y en su debe tienen que su claridad de conceptos no se ve en ningun momento invadida por esquemas reiterativos, por slogans vacuos ("A tumba abierta"). Personalmente he disfrutado de lo lindo cuando el altavoz expandía los vatios de "Los cachorros" o la corta "Una nueva época de terror" con la mirada puesta en Dead Kennedys.

"Arte bruto", vuelve a traernos a Eduardo y a sus oscuridades bien sanas, para casi acabando el lp, encontrarnos con mi preferida, "Oficios de tinieblas", edificada con presteza, bien urdida, electrica y repleta de momentos cumbres. El fin, "El mal de Aurora", no hace más que confirmar que el Punk en sus variantes menos transitadas, parece que vuelve hacerse un hueco (Antiguo Régimen, Juventud Juche, Betunizer,etc)


domingo, 9 de abril de 2017

STUART A. STAPLES. "Lucky dog recordings 03-04" (2005)

Si me dicen que las diez gemas que componen "Lucky dog recordings" son de Tindersticks, me lo creo. Su cantante, en su carrera en solitario, tan solo consiente la ausencia del grupo madre, porque en los aspectos fundamentales, sus argumentos son idénticos.

Tan solo basta pararse en sus dos primeras canciones, "Somerset house" y "Marseilles sunshine" y nos vemos contaminados con esos aires noctámbulos, con esa crisálida a punto de romper, lírica esforzada, melancolía al cuadrado.

En "Say something now", Stuart, eleva un poco el tono, se pone tenso, riega con su garganta la melodía para en "Friday night", seguir danzando a la luz de la noche con su rúbrica especial, con su cadencia leve y solemne.

El eco, los fantasmas, las ocurrencias de Tindersticks, transitan por todo el disco, merodeando con un especial minimalismo en tracks como "Dark days", y en otras, "People fall down", asistimos a un concierto sin preámbulos donde las caricias acústicas te roban una siesta.

"She don't have to be good to me" es una delicada pieza de orfebrería, cadencia de suspiros, catarsis que viene y va,  dotación de rubor para llegar al final con "I've come a long away", rumor que te asalta, que te pierde más. Pongamos los discos de Stuart junto a los de Tinderticks, no hay que confundirse, son lo mismo, garantes de la soledad, solemnes árbitros del silencio....



jueves, 6 de abril de 2017

COLD PUMAS. "Persistent malaise" (2012)


Hay veces que ocurre, de repente, cuando te dispones a dar el pistoletazo de salida a las escuchas semanales, y por azar se levanta la liebre y sale un grupo como este, Cold Pumas. Pasa que no puedo parar de poner el cd desde este sábado, que por las tardes frenético espero el mejor momento para que "A versatile gift" comience a disparar sus andanadas de guitarras, sus locuras rítmicas, matemáticas milimétricas de distorsión y melodía extraviada.

Cold Pumas vienen de Brigthon, y el cantante de la banda es su batería. Hay queda eso, otro dato más para que la belleza axfisiante de la banda te convide a prestarles atención. Voy a por el segundo trago, "Fog cutter", como si estuviese escuchando a Joy Division cortando con un serrucho el silencio mientras el grupo confecciona su propuesta de arte y ensayo.

Su sonido es como un bucle que te engancha, como un filón que no se agota ("Sherry islands" es una operación de algebra guitarrera, es un maremoto de ruido bien trinchado con una base melódica que recuerda a la Velvet más ruda y potente).

Disco como "Persistent malaise" y su continuación en el año 2016, "The hanging valley", (pronto tanbién por aquí), me hacen subirme por las paredes, gozar como antaño cuando rayaba los vinilos a base de lametones de escucha, victimas inocentes de esa necesidad vital que tenía de encontrar un lugar mediante el medicamento de la música. Cold Pumas es una bomba, un cohete, la mejor manera de seguir con la aventura de busqueda de nuevos paradigmas, de nuevos explosiones que nos hagan demolernos para volver a volar entre antojos y aire de soberbia.

Cada uno de los 8 temas que compone "Persistent malaise" son una andanada de fiebre, un colapso que aveces pone una pica en Sonic Youth, ("Variety lights"), con sus programaciones de infección de electricidad, motorizada, espolvoreando rabia y provocando un maremoto que no se detiene, que es un torrente de excitación febril ("The modernist crown").

La música de Cold Pumas es catarsis, es como una jauría de lobos que andan todos el mismo paso, los mismo patrones, empeñados a empuñar con violencia sus instrumentos para confeccionar un puzzle repleto de estrías y potencia.

Dejan para el final lo más florido. "Rayón gris", pizcas de melodías, arcoiris y llamas, guitarras que no se marchitan mientras ellos a lo suyo, jugando contigo al gato y al ratón. De esos temas que te pondrías a todas horas, contenido, como cuando The Wedding Present amenazaban tormenta sirviéndonos una taza de pop de mentira para luego envenenarnos con una borrasca asesina.

Para terminar (¿ya se acaba?), "Vanishing Point" la mejor forma de disolverse haciendo mucho ruido, epílogo genial, minutos donde el alma de grupo descansa en sus inflamaciones reiterativas, en su humo de llamada de combate. Ya tengo grupo a que adorar y seguir hasta el averno, Cold Pumas. No hay que perdérselo.


martes, 4 de abril de 2017

JULIANNA BARWICK. "Will" (2016)


Si en los dos primeros trabajos de la compositora Julianna Barwick, "Nephente" y "The magic place", se dejaba llevar por las corrientes que fluctuan en la naturaleza, en este "Will", su ser etéreo, envolvente, descansa entre un maremagnum de sugerencias crecidas al albur de lo urbano.

Su voz, su principal recurso, eso sí, eso no ha cambiado. El disco se grabó en Lisboa, Carolina y New York, y todas las canciones tienen una pulsión propia, tierna, delicada, angelical. Las dos primeras, son como para que no decidas marcharte cuando has empezado a oírla ( "St. Apolonia" y "Nebula").

En la tercera, "Beached", con el piano como principal aliado en su combate de oscuridades nobles, seduce desde su inicio, por esa capacidad para elevarte, para llenar silencios con un murmullo infinito. Barwick en "Same" casi parece que podía aparecer en el siguiente film de Lynch, con su voz alertagada, con sus suspiros que no se acaban.

En "Will" hay tiempo para el neoclasicismo, ("Wist" o "Big hollow"), y para que las teclas te acaricien el alma con unas notas que huelen a devastación, a tormenta caída por antojo en la desgracia del que no sólo quiere sol. Simplemente maravillosa. Como "Someway" y ese festival de antorchas de voces que se pierden en un naufragio de levedad. Para terminar la electrónica entra a hurtadillas en "Will" con "See, know" y esa capacidad para crear un mapa sonoro de fragilidad y combate de hielo.

"Will" un disco para escuchar tranquilo, para moderarte con su propuesta, con su ilusión exploratoria, con su ráfaga de suspense. La noche, el día, los amaneceres que están por venir, el riesgo de la ilusión tardía. Un buen disco, minutos de esos que no se olvidan....

domingo, 2 de abril de 2017

LOVVERS. "OCD go go go girls" (2009)


"OCD go go go girls" fue el primer disco de esta banda de Nottingham, que trás empezar con unos interesantes eps se decidió por el formato grande para elaborar doce canciones que se pasan en un pis pas, donde el garaje y el punk de baja intensidad, se dan la mano sin inventar nada, pero con cierta dosis de afición por lo festivo, por la marcha total.

"Creepy crawl" es la primera certeza de que los chicos se lo pasan bien, y "1-2-3-4 count" con ese aire canalla es otra retaíla de minutos esparcidos para el uso y disfrute del personal que necesitamos de vez en cuando algo simple, banal, para llevarnos a los oídos.

La que titula el cd tira más por el garaje y "I want to (go)" son dos minutos fulgurantes de pretensiones juveniles aderezadas de rabia e insolencia. Insolencia que en la mejor del lote, la punk y frenética, "AXTXTXXTXDXE", single del disco, se traduce en una buena patada energía de arengas y condimentos adictivos.

Sucia suena "Alone with a girl" y "Human girl" es una trotona y emocionante carga de punk melódico que levanta ánimos, que te hace sacudir el instinto. Dejan para el final la canción más larga del disco, (siete minutos), "Wild smiles", una buena andanada de punk repleto de rabia, fiereza y pegada. Lovvers no descubren nada, pero sientan bien para empezar la mañana.