domingo, 27 de febrero de 2022

THE TWILIGHT SAD. "Fourteen autumns and fifteen winters" (2014)

 


Siempre fui un ferviente seguidor de esta banda escocesa. Tenían la facultad de hacer himnos épicos y desgarradores al peso, eran una fuente constante de electricidad de esa que entra en tu corazón por todos los poros posibles. Sus cinco discos así lo atestiguan. Y si hay alguien que no se le rompa el alma cuando escucha la inicial "Cold days from the birdhouse" es que tiene un mal día. 

Colegas de correrías de Mogwai, The Twilight Sad jugaban en otra liga. Lo suyo era post punk de ese que llevaba inscrito en cada arpegio la lírica impresa de una flor inmaculada ("That summer,at home i had become the invisible boy"). La voz de James Graham es como un cielo estrellado, y los arrebatos de tensión te hacen levantar de inmediato de la silla. 

"Walking for two hours" es para escucharla en random hasta que se acabe la energía del mundo y "Last year's rain didn't fall quite so hard" es la perfecta introducción para ese pelotazo desparramador que se llama "Talking with fireworks/ here, it never snowed", una de las piezas más asombrada del cd. 

No hay altibajos en los discos de The Twilight Sad. Todos sus trabajos están tocados por la varita mágica de la melancolía aguerrida, de los continentes de distorsión. Y este penúltimo de su carrera no iba a ser menos. Me sobrecoge oír "Mapped by what surrounded them",  y su continuación "And she would darken the memory". 

Sus explosiones siempre llevaban explícitas una larga tensión que jamás cejaba en su empeño de llevarnos de la mano hacia un lugar lejanos, embarcados en recuerdos de viejas secuencias de nuestras vida ajadas por el mineral del olvido ("I'm talking the train home"). 

The Twilight Sad. Qué placer oírles, que sensaciones que producen, que impacto provocan con su post punk de rosas estranguladas en tierras siempre secas de fertilidad. 


jueves, 24 de febrero de 2022

WIRE. "A bell is a cup until it is struck" (1988)


El quinto disco de una de las bandas más importantes del post punk, Wire, es un catálogo de sonoridades despiertas, de caminos a transitar, lugares para que Colin Newman pudiera seguir su transición del mundo de las guitarras como guillotinas, a ritmos que como "The finest drops" o "Silk skin paws", se acercan al artpop. 

Y es a partir de este disco, donde la evolución de Wire continua, donde hemos recibido como un regalo pedazos de artefactos sónicos como fueron "Send" (2003), o "Nocturnal koreans" (2016).  En "The queen of ur and the king um", la banda se enrola en una maremoto de ritmos envolventes para en "Free falling divisions", confeccionar unas de esas canciones de post punk melancólico, que se te queda grabado en la retina de tus oídos, todo un bello galimatías de melodía que emociona. 

Repiten la pegada con la descomunal "It's a boy" , y en el tema más radiable en la época de aparición del lp, la sugerente "The Boiling boy". Mi favorita, a continuación: "Kidney bingos", pura orfebrería de art punk repleto de melosidad y de glamour, una joya de esa que percute su ritmo ensoñador, su aire de otros tiempos. 

También se acercan a coordenadas menos accesibles, como en la potente "Come back in two halves", para introducir a continuación elementos electrónicos en "Follow the locust". En resumen, los Wire que tanto amamos, los creadores de mundos paralelos dentro de una sensación de reinvención de los valores del post punk. Colin y sus chicos siempre fueron un poco más allá. Y gracias que siguen en activo repartiendo maneras tan eficaces de regenerar un género que tanto nos gusta. 







martes, 22 de febrero de 2022

VULK. "Vulk ez da" (2022)

 


Como suenan Vulk. Este tercer disco de los bilbaínos, desde que empieza a sonar la contundente "Hamar lagun baten kontra", viene a quitarnos el mono que nos dejó Lisabo en su día. Post hardcore que mira a Fugazi, desde una colina llena de rabia, estridencia y una potencia instrumental de esas que sacude y reparte estopa a diestro y siniestro. 

El disco lo grabaron en directo y en analógico, y la verdad es que el resultado no puede ser más fructífero. "Amodioa kartzelan" con esa aparición fugaz del saxo en medio de una marabunta de sonidos angulosos, de melodías difíciles. O "Gaua eta odola" y su espíritu punk indomable en cada segundo de una canción desbocada y tremendamente adictiva. 

En "Mailua" derrapan electricidad a base de himno repleto de distorsión y calorías agitadoras. Y en temas como "Laguna" donde se ve la capacidad de Vulk de agitar la coctelera de la rabia, de vivir en calma para atacar la tormenta, de esos torrentes de lluvia electrificada que azota los humores de una intensidad que perfora. 

No hay más que parabienes para Vulk, después de dos buenos discos, este "Vulk ez da" es una oda a a la resistencia ("Militantzia sutsua"), un vaso de un licor bien fuerte que penetra y seduce, que es una telaraña que mecida al albur del viento, resiste las acometidas del clima con una fiereza repleta de matices ("Etsai, orpoan").

El viaje acaba con el tema que titula el lp. Otra muesca más en la bien armada arquitectura musical de unos músicos que han elaborado uno de los mejores discos del año de por aquí. A disfrutar toca pues. 


domingo, 20 de febrero de 2022

THE TELESCOPES. "Taste" (1989)


"Taste" fue el disco de debut de una de las bandas más ruidosos y psicodélicas dentro del shoegazing, estilo en el que siempre se movieron por los pelos. Sus técnicas ruidistas y su propensión a explosiones hipnóticas, le alejaron de las burbujas y ensueños de otros compañeros de estilo. 

Si en el comienzo de disco, con "And let me drift away" te dicen que estas frente a una canción de Spacemen 3, te lo creerías seguro. Para "I fall, she screams" ya se nutren con toda esa artillería sónica por lo que les conocemos. 

Y es que The Telescopes nunca fueron fáciles de asimilar. "Oil seed rape" si que tiene ese hálito melódico en medio de un visceral arranque de guitarras que se ajustan más a lo que hacían My Bloody Valentines y otros voladores siderales. "Violence" es la que más me impacta, con ese corte glaciar que percute y te deja perplejo, para en "The perfect needle" relajar algo la propuesta. 

Pero si por algo ha pasado The Telescopes a la historia es por esa facilidad de ensordecernos ("There is no floor"), con esa incontención sónica que nos abruma ("Anticipating nowhere"), con esos decadentes sonidos que surgen de una gruta fantasmal ("Please, before you go"). 

"Suffercation" es simplemente adictiva y el final con "Suicide" y sus ocho minutos de feedback demoledor, nos mostraba a las clara la potencia musical de un grupo que sigue aun en activo (recomendable su ultimo trabajo, "Songs of love and revolution"), demoliendo cielo, ofuscando oídos. 





jueves, 17 de febrero de 2022

BRYAN 'S MAGIC TEARS. "Vacuum sealed" (2021)

 


Andaba el que escribe buscando discos para comprar, (dentro de ese ritual mensual de adquisición musical), y la cosa no estaba muy clara. Los discos que me interesaban estaban o agotados o a unos precios de esos que ni el caviar. Así que tras un par de críticas leídas en medios galos me hice con el cd de estos parisinos, en esta que es su tercera entrega. 

Bueno, pues la cosa no fue como yo esperaba. Si la mayoría de las veces atino, ésta el tiro salió algo desviado de la diana de la degustación placentera. Pasa desde el inicio. Cuando suena "Greetings from space boys" y ese sonido entre Primal Scream y Jesus and the Mary Chain que yerra en su intención de conseguir un buen resultado. 

Con "Excuses", la segunda, parece que la cosa quiere funcionar en una especie de himno de dream pop embaucador, pero no es más que un espejismo. "Vaccum sealed" está repleto de lugares excesivamente comunes, de secuencias musicales oídas mil veces, pero asimiladas desde coordenadas que poco o nada aportan ("Sad toys"). Estamos en lo de siempre, buenas críticas no siempre significan que la calidad gané la partida. 

"Pictures of you" no hay por donde cogerla, con esa melodía tonta que casi recuerda a Tranvision Vamp y en "Orion's gate arrival" se escoran a una especie de psicodelia espacial que no tiene mucho que ofrecer. "Vaccum sealed"  quiere ser un homenaje a los sonidos de los 90 y se queda en un refrito que no aguanta más que 2 o 3  escuchas. 

En "Tuesdays (Bye Molly)", quieren hacerse pasar por herederos de Stones Roses, pero es sólo una mala broma. Y lo que más me escama es que copien tan descaradamente a Primal Scream en tonadas del tipo de "Isolation". 

Así transcurre esta compra fallida. Que le vamos a hacer. Al mes que viene atinaremos mejor. Estos Bryan's Magic Tears, la verdad es que no tienen nada que aportarnos.



martes, 15 de febrero de 2022

PRETTY GIRLS MAKE GRAVES. "The New romance" (2003)

 


Una banda que se pone como nombre el título de una canción de The Smiths, ya nos llama la atención como para que nos paremos en ellos. Pretty Girls Make Graves surgieron de la disolución de The Murder City Devils, y en los 4 años de existencia, nos ofrecieron tres discos de post punk escorado al indie rock, con la voz Andrea Zollo como principal eje donde giraba una banda con aristas y predisposición. 

El primer tema del álbum, "Something bigger, something brighter", tiene delicadeza, pegada y un buen puñado de razones como para seguir con lo que viene después. "The grandmother wolf" es casi un himno de guitarras solventes y ecos a Throwing Muses, y "All medicated geniuses" es otra estampida de furia que casi les acerca a Fugazi con matices claro está. 

"Chemical, chemical" es un chicle envenenado con melodías retorcidas que navegan en un caos controlado por una cantidad ilimitada de coartadas para seguir el juego a este grupo que fabricó un buen puñado de canciones para el buen recuerdo ("The teeth collector"). 

Sus temas nunca son predecibles y tienen la suficiente pegada como para no estancarse en lugares fácilmente transitables como ese escozor instrumental llamado "Holy names". La que titula el cd y sobre todo "A certain cemetery" completan una buena colección de tracks que te dejarán seguro un buen sabor de boca. 


domingo, 13 de febrero de 2022

LOS PLANETAS. "Las canciones del agua" (2022)

 


Habré escuchado "El manantial", la versión que hacen Los Planetas de un poema de Lorca, lo mismo 30 veces. Y suma y sigue. Ese piano que empieza a trenzar sus palabras, esas letras del poeta granadino que se enredan en la voz de Jota; el agua, el verano, el chopo, la humanización de lo natural para acercarnos a la belleza eterna, la manera más hermosa de rendir homenaje a uno poeta de esos que se debería leer en las escuelas hasta que el corazón de los chavales se abra como un nenúfar esperando el agua contemplativa de la esencia necesaria. 

Sólo con esa canción el disco es bueno, muy bueno. Una canción monumento que ya es historia, que ya forma parte de nuestro repertorio necesario para pintarnos esperanza en la larga lista de cosas que necesitamos para no estropearnos. Reconozco que últimamente me había alejado de ellos. La colaboración con el Niño de Elche me produjo de todo menos gracia, pero me rindo. Escucho "Las canciones del agua" y mi memoria viaja al pasado, en un tren sin edad, y se para en el justo momento cuando me llegó a casa "Super 8" en cassete y pensé, que joder, que buenos estos tíos. 

"Las canciones del agua" esta repleto de temas que ya conocíamos y otros que simplemente son altamente disfrutables. "Se quiere venir" versión del rapero Khaled sigue siendo un hit para una adolescencia eterna, la flamenquería que no se olvida en "Alegrías de Graná",  o esa versión de Carlos Cano, "La Morralla", que también te pide escucha y más escucha. Todo en su sitio. Los Planetas siguen siendo un cuerpo etéreo en un cielo siempre aciago. 

"La nueva normalidad" ya la escuchamos en su día. Aquí empieza como la segunda parte de un disco, más unido a la actualidad, a la puta pandemia o en "El negacionista" también escuchada y degustada de principio a fin. En "El rey de España" ponen al borbón en su sitio, como ellos saben hacer, a su manera, con sorna y guitarras saturadas. 

Casi acabando, mi otra gran canción favorita, "El apocalipsis zombie", una maravilla de indie pop de ese que se empalaga en tu cabeza, al que te rindes tras su escucha por su poderío y fuerza. Acaban con "El antiplanetismo", otra pieza para el perfecto funcionamiento de un grupo que a pesar del tiempo que ha pasado sigue encandilando. 

Ahora que termino su escucha, empiezo de nuevo con "El manantial". No me puedo quitar esa melodía de la cabeza, ni ese son hipnótico que arrulla mis silencios cuando la naturaleza toma el mando de todo para aliviarnos de tan malsano urbanismo.



viernes, 11 de febrero de 2022

fIREHOSE. "Ragin', full-on" (1986)

 

De las cenizas de Minutemen nacieron fIREHOSE, tras la muerte de su guitarrista D.Boon, al cual dedicaron todos los disco que sacaron. Detrás de fIREHOSE  nos encontramos músicos tan esenciales de la escena independiente norteamericana como Mike Watt o Ed Crawford, y la influencia del grupo es de tal magnitud que su nombre estaba entre los elegidos de artistas como Kurt Kobain. 

"Ragin' full-on" fue su primer trabajo, y desde que da el pistoletazo la aventura con "Brave captain", notamos el cambio de registro en comparación con Minutumen. Dejaron el punk desbocado y se instalaron en un lugar donde el art-rock les casa a la perfección por esa increíble forma de tocar y esa dificultad en encasillarles. 

El funk casi marciano de "Under the influence..." , o ese galimatías rítmico que es "It matters", les hace reconocibles siempre a las primeras de cambio y su originalidad me hace recordar a una copia americana de Wire, salvando claro está las distancias y que con fIREHOSE, el post punk es solo una pincelada más ("Chemical ware"). 

Año 1986 y esto suena como un cohete en este año 2022 que está comenzando a pedalear. Que frescura que rezuma "Another theory shot to shit", que constante amenaza de no saber por donde van a tirar cuando te topas con la extraña "On your knees". 

También tienen tiempo para regalarnos himnos del calibre de "Locked-in", que casi parece NRA. Bellos arpegios los de "The candle and the flame" y sonidos casi sixties en "Choose and memory". ¿Se puede pedir más?

En la parte final ese lujo llamado "Caroms" que da la voz a "Relatin' dudes to jazz", donde viven en un continuo nerviosismo rítmico. Un grupo pues a recuperar. Y a quien se embriague con ellos que pruebe ese otro veneno llamado "Fromohio" (1989). 



martes, 8 de febrero de 2022

THE SMASHING PUMPKINS. "Siamese dream" (1993)

 

Un pasito al lado del rock independiente, otro al lado de los medio comerciales. Así se movían Bill Corgan y sus chicos en medio de la explosión que supuso la bomba de Nirvana y todo lo que giró alrededor. La verdad es que después de tanto tiempo, y viendo el disco y la banda con perspectiva de hoy, no podemos más que afirmar que fueron grandes y que sus discos  (sobre todo los primeros) guardan todos ellos muy buenas canciones. 

Lo suyo era aunar estilo sin sonrojarse, hacer hits de rock potente como la inicial "Cherub rock" uno de los puntales de "Siamese dream", rozar casi el metal con "Quiet", o confeccionar himnos de indie rock de esos que grabamos en cintas de la época, que vimos un mogollón de veces en la MTV,  y que aun sabiendo que lo nuestro era lo que se movía en los márgenes de la escena indie, Smashing Pumpkins nos gustaban. 

"Hummer" suena casi progresivo, hippismo entre guitarras que rozan la histeria bien entendida y "Rocket" es una ametralladora de distorsión en medio de esa voz de marciano que tenía Corgan. Y si en esa juventud de los 20 años teníamos momentos bajos, nos dejábamos arrullar con "Disarm". Todo el día no podían sonar los Swans, debíamos bajar algo los pistones. 

Así eran los Smashing Pumpkins, arreando guitarrazos a diestro y siniestro ("Geek USA"), o cosiendo baladas de esas para cunar a un bebe futuro rockero ("Mayonaise"). Los casi nueve minutos de "Silverfuck" sirven como coartada perfecta para degustar la amplitud de miras de una banda que se supo mantener en buen tono una larga temporada de su existencia.

Terminan con "Luna" y nos dejarán el señuelo para disfrutar más tarde del que fuera su mejor trabajo, "Mellon collie and the infinite sadness". Un buen recuerdo pues, traer de nuevo entre nosotros a los Pumpkins. 



domingo, 6 de febrero de 2022

THE CINEMATIC ORCHESTRA. "Man with a movie camera" (2003)

 


Qué buenos que son The Cinematic Orchestra. Esa fusión que hacen tan especial entre el jazz, los scores imposibles y la música electrónica es todo un puntazo y su carrera esta repleta de hitos donde pararse. Discos Pensados se detiene en este soundtrack que es una reelaboración de trabajo "Every Day" aportando detalles, mil facetas musicales para caer rendido ante ellos. 

Si "Dawn" percute en tu cerebro, los diez minutos de "The awakening of a woman" son un pedazo de garantía para continuar con un disco que nunca baja del 8. "Real life: Evolution II" es majestuosa y el jazz de "Postlude" da paso a otra versión de "Evolulion-versao portuense" pura floritura instrumental. 

La canción que titula el cd es de cine total y en "Odessa" es el piano quien lleva la batuta, para después pasar al funk en "Theme de yoyo". Se vuelven melancólicos con "The Magician", y no cejan en su constante recreación de sus mundos de film, como comprobamos en "Yoyo waltz". 

La verdad es que la carrera de The Cinematic Orchestra está cargada de pétalos sonoros para abanicar nuestros sentidos. Este "Man with a movie camera" es otra flor en un jardín plagado de esencia musicales para entumecer cualquier calentura, para festejar el triunfo de la belleza y de las cosas bien hechas. Y si no, resístete al final que tienen con "All things". Simplemente para enmarcar. 



viernes, 4 de febrero de 2022

THE NOTWIST. "Vertigo days" (2021)

 

The Notwist formaron parte de ese género tan difuso que llamaron indietrónica. Junto a bandas como The Postal Service, Lali Puna, Ratatat o Mum, llenaron las emisoras de sonidos electrónicos repletos de calidez, a veces monotonía, y otras de un conjunto de sugerencias que había que escrutar. 

La verdad es que en su momento el estilo y los grupos que lo ejecutaban no me llamaban la atención. Ahora, es cuando me detengo en este disco de The Notwist, siete años después de su ultimo trabajo ("Close to the glass"), y la verdad es que se disfruta de su levedad algo inofensiva ("Al Norte"), que triunfa cuando suenan algo a Stereolab ("Into love/stars"). 

Los alemanes hacen honor a su lugar de origen y se acercan a una especie de kraut juguetón en "Exit stragery to myself" y en "Where you find me" son un caramelo lírico que da paso a la más electrónica del lote: "Ship". 

No tienen The Notwist alergia a las guitarras como vemos en "Loose ends", para encaramarse en una montaña de sube y baja con "Into the ice age". "Oh sweet fire" y "Sans soleil" son de lo mejor de un disco que es altamente disfrutable. Como lo es el final con "Into love again" y su sonido de viejas épocas repletas de nostalgias y saludes efímeras. 

The Notwist, un paseo por una urbe que acaba en un parque rodeado de tecnología y viaductos repletos de suplantadas voces arcaicas. 



martes, 1 de febrero de 2022

THE RAYMOND BRAKE. "Piles of dirty winters" (1995)

 


La vida de The Raymond Brake fue muy corta. Tan corta que se resume en este bestial disco que condensa en 13 piezas la maestría de esta banda de Carolina del Norte, que como otros paisanos de la zona como Superchunk o Polvo te llenaban de guitarrazos acompasados por un buen manjar de melodías. 

Así de claro lo tenían desde que empieza a sonar "Philistine" o ese pepinazo de explosión garantizada llamado "Fifthy lucre". Andy Cabic y sus chicos tenían la enorme cualidad de realizar aportes instrumentales repletos de islotes de tranquilidad ("Shooting in the park"), junto a mordiscos de emocore de ese que te llega muy adentro, ("New wave dream"). 

Y cuando sus canciones de por si no muy largas, se convierten en temazos de diez minutos como "Laying down", nos encontramos con una potencia siempre controlada de electricidad que parece querer no contenerse, pero que vive apagada entre las sombras de unas guitarras que escuecen.

Banda oculta y de necesaria recuperación, no se rasgaban las vestiduras si tenían que vestirse de vaqueros ("The long sleep"), aunque lo suyo siempre sería el indie rock doliente como encontramos en "Dolley madison". 

"Slink moss", los emparentan con combos como Sunny Day Real Estate, y los catorce minutos de extrañeza del final con "Visit to Bedlam", no hace más que afianzar un sonido que pasado tantos años sigue impactando como en esa gloriosa etapa irrepetible. A gozarlos pues.