viernes, 21 de marzo de 2025

THE BOO RADLEYS. "Giant steps" (1993)

 


Siempre pensé que el mejor disco de The Boo Radleys fue "Everything's alright forever" (1992), una desmesura brutal. Con el paso del tiempo no tengo más que afirmar que me quedo con "Giant steps", un templo, un puente que une el shoegazing con el britpop, una agenda de muy buenas canciones. 

Martin Carr antes de caer en el descredito con una carrera que fue de mas a menos, ideo desde el comienzo de este disco con la nerviosa "I hang suspended", todo un muestrario donde las guitarras eran protagonistas ("Upon 9th and fairchild"), pero también existían un montón de matices, unas melodías que te envolvían, incursiones de vientos que quedaban genial. 

¿Se puede ser más britpop que "Wish i was skinny"?  Una canción de pegada automática con una melodía que es como un chicle. Pero The Boo Radleys querían más, no se contentaban con seguir la estela del genial "Everything alright forever". Torrente de shoegazing como esa maravillosa "Leaves and sand" con gotas de calma que son de mentira, dan paso a psicodélicos pasajes de un entrañable bucolismo ("Butterfly McQueen"), con trompeta incluida donde casi se parecen a los primeros Mercury Rev. 

En "Roodney King (song for Lenny Bruce)", el grupo que te viene a la cabeza es Lush. Y es que lo bueno de "Giant steps" es esa sensación de aventura y riesgo, con una grabación superlativa que hace que todo atruene ("Thinking of ways").

Que bien les queda la flauta en "Barney (...and me)", con ese punch lírico que apabulla. Otro hit en toda regla en un trabajo que oído hoy suena más actual que nunca. Y si no me crees ponte "Spun around", otra genialidad que entronca con el aire más britpop de "If you want it, take it ". Soberbios. 

"Take the time around" es otro de los puntos fuertes de un discazo en toda regla con radiaciones tan potentes como "Lazarus" y para terminar "I've lost the reason" como diciendo, aquí estamos nosotros. Lo dicho, el mejor disco de The Boo Radleys, una burrada en toda regla. 


miércoles, 19 de marzo de 2025

ANTONIO ARIAS. "Hola tierra de Alfred Worten. Multiverso IV" (2021)

 


Multiverso IV sigue la senda que Arias marcó en sus tres anteriores proyectos. Antonio sigue perdido en el espacio, buscando señales, atisbando luces de infinitos que se intuyen, elaborando canciones como odas espaciales en busca de algún rincón donde naufragar a gusto. 

Para esta ocasión se ha servido de los poemas y escritos de Alfred Worten, astronauta que en 1971 orbitó sobre la Luna y que dejó huella de su experiencia cuando llegó a la tierra. Así que nos encontramos con un disco libro donde nos hallamos temas de lo mejor que ha sacado Arias, como "Océanos", hit inmediato que te deja impresionado desde la primera escucha. 

"Lanzamiento Julio"  sigue la onda general que se vislumbra en el disco, donde la psicodelia es el eje musical principal del que se sirve Arias para este colapso estelar. Redondo también le sale cuando como en "En órbita" se desliza a sonoridades más arrebatadoras desde su colina de oteador de los grandes secretos del universo.

Rara avis en nuestro mundo indie, Arias siempre inquieto y con necesidad de no quedarse parado, cierra quizás con con este "Multiverso IV" un circulo donde la ciencia y la poesía eran muestras para la experiencia de Arias. "240.000 millas atrás (Qué son los héroes parte 1)", sigue en su contienda de búsqueda total, que da paso a "Pasaje lunar" y su deseo de volar sin alas. 

La que titula el disco con Anni B. Sweet es otro de los puntos álgidos de un trabajo que es de digestión altamente disfrutable. Como "Paseo espacial (sigilosamente como un pájaro nocturno)" quizás la más desbocada de un lp repleto de música para soñar. 

En resumen, otro eslabón más en la cadena de creaciones de Arias, que no hay que perderse si como el que escribe, sigue lo pasos de este artista tan polifacético. 


lunes, 17 de marzo de 2025

THE MEN. "Buyer beware" (2025)

 


La discografía de The Men siempre fue algo irregular. Compaginaban petardazos repleto de himnos y voraces ("New moon"), con otros bastantes infumables ("The Drift"). La diosa fortuna ha querido que tocase el plan bueno, el punk efectivo, los hits para incendiar el mundo. 

En a penas media hora te poner cardiaco desde el primer instante. La primera canción es puro indie rock con guitarrero cercano al punk, ("Pony"), y en "At the movies" se escoran hacia el mundo sónico de The Stooges. Con este comienzo nada puede ir mal. 

Los vientos de tema que titula el álbum y su aire garajero, se juntan con otras expresiones donde dejan galopar su lado más salvaje como esa violenta "Fire sermon", que parece sacada de un arcón de finales de los 70. Vaya brutalidad. 

Y sin posibilidad de recuperación, "PO Box 96" es otra andanada de crudeza en vena para festejar el buen estado de forma de una banda que lleva más de 15 años dando guerra. Luego cuando se les ocurre bajar el pistón les salen cosas tan maravillosas como "Charm" con ese aire casi de post punk decadente. 

En "Black heart blue" vuelven a las cavernas para en "Nothing wrong" danzar como uno herejes en una torbellino guitarras que te aplastan y te sacuden. "Control" es la más rápida y punk del lote, y el final con "Tombstone" y "Get my soul" nos hace desear desde ya que a ver si se enrollan y vienen a visitarnos por estos lares. Grandes. 


viernes, 14 de marzo de 2025

AMERICAN MUSIC CLUB. "Engine" (1987)

 


Ya en este su segundo disco, tras el inicial "The restless stranger" (1985) todavía aún balbuceantes, se empezó a nota el poder que tiene la voz de Mark Eitzel para erizarnos el alma y el corazón. Y no hay que tardar mucho. Con la serena "Big night" ya empiezas a sentirte bien. 

Siempre adoré a American Music Club. Desde que caí rendido con "Everclaer" en los 90, no he parado de seguirle la pista al bueno de Mark, y nunca me defraudó. Aquí, aun en pañales, el impacto sigue siendo inmediato. Sacándose de la manga temas donde la distorsión y el sentimiento manda ("Outside the bar"), aun me pregunto como en su momento no tuvieron más éxito, el que realmente se merecían. Podían haber girado perfectamente con REM sin despeinarse. 

"At my mercy" himno que supera mil veces a toda la disgrafía de Lemonheads con una intensidad y pegada que te reconforta, o gemas del calibre de "Nightwatchman", repleta de calma y mesura que te mece. 

"Electric light" es una de las canción mas fogosas y rabiosas de una carrera donde lo que predomina son los medios tiempos y los susurros al oído. Rock con estrías que conmociona. "Mom's tv" es quizás mi favorita, elegiaca, himno triste, arreón de guitarras, y siempre la voz de Mark tan desgarradora y particular. 

Indie rock con alto poder devastador es "Art of love", retadora, con distorsiones que asustan, pedazo de temazo. Y ya casi al final el grito desaforado de "Asleep", la mejor manera de volver a recordar a American Music Club, los contendientes del corazón. 


martes, 11 de marzo de 2025

BARRY ADAMSON. "Oedipus schmoedipus" (1996)

 

Como la mayoría de discos del ex-Magazine, Barry Adamson, el concepto de banda sonora imaginaria parece creado para él, donde abundan en su discografía, como en este "Oedipus schmoedipus" canciones nacidas para poner música a películas que nunca existirán. Y vaya nivelazo el que se gasta Barry. 

En "Set the controls for the heart of the pelvis" cuenta con Jarvis Cocker, para dar al tema ese toque de sensualidad y glamour que la ocasión merece. ¿Quién no ha escuchado alguna vez ese himno casi de cine negro que es "Something wiked this way comes"? Se te pone la piel de gallina. Hasta David Lynch la acogió y la hizo sonar en "Lost highway". 

"The vibes ain't nothin' but the vibes", es triste y radiante, música para poner después de una de esas resaca que hacen historia, con el vozarrón de Adamson narrando entre la bruma volcánica. En "It's business as usual", Carla Bozulich presta su voz a un barullo caótico, donde la tensión va creciendo a cada instante. 

En "Miles" recupera como no al gran Davis es un homenaje de esos de nota alta. "Dirty Barry" es oscura y retadora. Me encanta el jazz suave e hipnótico de "In a moment of clarity", un paseo de calmas entre el baile de un saxo que te deja sin aire. Brutal. En "Achieved in the valley in the dolls" es Billy Mackenzie la que lleva el mando en la más digamos soul electrónica de este lote tan disfrutable. 

Que delicadeza tiene "State of contraction", parece una pieza neoclásica repleta de susurros y lamentos, para rematar con su amigo Cave en la romántica "The sweetest embrace". Qué placer escuchar a Adamson y sus peculiares juegos sónicos. A disfrutar toca pues. 


domingo, 9 de marzo de 2025

OK WAIT. "Signal" (2023)

 

Si hay un género que no anda digamos entre sus mejores momentos (a parte del post rock), ese es el post metal. Lejos ya las aportaciones brillantes de bandas como Isis, Neurosis o más recientemente Russian Circles, la verdad es que no hallo muchas oportunidades para el disfrute. 

Y Ok Wait, el trío de Hamburgo, la verdad es que no ofrece tampoco muchas garantías para que podamos salir del dique seco al que nos enfrentamos cuando te topas como ocurre con "Escape" y "Letter" con dos casi miméticas canciones donde las disgresiones de guitarras rozan el metal con aristas de post rock, sin llegar a percutir en ningún momento. 

La cosa parece que se intenta reflotar con "Damage", precisamente por la inclusión de momentos épicos que por lo menos visten al tema de una sonoridad distinta. "Return" parece querer ser intensa, pero naufraga por su reiteración en crear paisajes que no dicen nada, que viven con luz apagada. 

"Horses" es redundante y "Switch" continua por la senda de una instrumentación que a veces resulta monótona y hasta pesada. La cosa parece que quiere remontar con la delicada "Mantra", pero "Dejavu" deja constancia que la cosa no funciona. 

Causa fallida la de OK Wait, la verdad es que no ofrece las suficientes garantías para que pueda aportar a su favor dilemas favorables para su recomendación. 


ACOUSTIC LADYLAND. "Last chance disco" (2005)

 


El mismo año que Acoustic Ladyland sacó este disco, fue elegida como la mejor banda de jazz, con el premio BBC Jazz Award. La cosa es que hablar sólo de jazz cuando nos referimos a Acoustic Ladyland se queda corto. Jazz punk. Si, eso es lo que eran este grupazo liderado por el saxofonista Peter Wareham". 

Escuchas "Iggy" y es como una explosión nuclear. O "Om konz", con ese aire de psicodelia atravesada por ese saxo infernal. Lo de  Acoustic Ladyland es de nota alta. En "Deckchair" parece que se ajustan más a los cánones en una pasada rítmica brutal, para a continuación con "Remember" , mi favorita con ese aire melancólico que se quiebra con una explosión rítmica de una banda que en directo tenía que ser todo una experiencia. 

En "Perfect bitch" parecen punks, y la vacilada de "Ludwig van Ramone" es para encumbrarlos, con esa capacidad de fiesta eterna y a la vez una técnica feroz que hace que caigas bajo su hechizo de manera inmediata. 

¿Quieres descoyuntarte? Ponte "High heel blues" y ese aire casi grindcore, y veras tu salud como recupera los años perdidos. Menos mal que luego viene "Trial and error" para relajar un poco tus vísceras trastocadas con tanto movimiento. 

Pero no hay tiempo para el descanso. La brutal "Thing" con su caos disonante es rápida y demoledora, para en "Of you" volver al jazz de enjundia, con ínfulas siempre de transgresión. En resumen, no aptos para personas con problema de corazón. La releche.