Yann Tiersen no es solo el compositor que tuvo cierta fama en su día por ser el culpable de esta maravilla de banda sonora del film "Amelie". La carrera de Tiersen es todo un compendio de sensibilidad, hacedor de preciosidades como las que nos muestra en el que fuera su quinto disco.
¿Qué se puede decir cuando te pones "Kala", y nos encontramos a nuestra musa preferida, Elizabeth Fraser de nuestros amados Cocteau Twins? La Orquesta Nacional de París le arropa, en este sensacional trabajo, donde en temas como "Loin des villes" se dejan llevar por un clasicismo arrebatador.
Aparece el acordeón y los bulevares golfos en "La veillée", para de golpe toparnos con la gran Jane Birkin, que en "Plus d'hiver" nos deja sin palabras. El piano es el dueño indudable de "A ceux qui sont malades par mer calme", que da paso a "A secret place", donde el cantante de Tindersticks deja su granito de arena en esta bacanal de belleza.
"Le matin" y "Les enfants" se hermanan en la tranquilidad y el arrebato y "Le jour de l'ouverture" con Miossec y Dominique A te dejan la piel de gallina. Suenan las guitarras en "La boulange" entre violines que se divierten para toparnos de nuevo con Elizabeth Frazer en "Mary".
En resumen música inspirada de un músico que siempre supo conjugar a la perfección sus dotes para hacernos emocionar.
Esta banda de Chicago nunca falla. Sus cuatro discos son un compendio de punk y distorsión, de ruido y algarabía, un festín que no se deja llevar por lo manido (como nos muestra la canción que titula el disco), y elaboran todo un enjambre de canciones perniciosas ("Network").
El lp es un volcán que no cesa, con temas incendiarios que te atrapan en su telaraña mortífera ("Vacation"), con una contundencia voraz en cada tramo de canción, donde el goce y el disfrute está asegurado ("Sunlight").
Con Meat Wave no hay sitio para el respiro, para una tarde tranquila, para oxigenarse, lo suyo es bregar con distorsiones "Cosmic zoo", y jugar con nosotros al escondite como muestran en la solventa y casi experimental "Withcraft".
Lo tienen claro, Pegada, punk, y disparates ("Sham king"). Temas como "NRA" que son un viento que congela y apabulla, o ese pedazo de himno llamado "I was wrong". Punk del siglo XXI para que no nos despistemos demasiado.
Contando estoy los días para que llegue el 25 de noviembre y asistir al concierto del grupo que para el que escribe posee el mejor álbum de la historia: "Seamonsters". Ha pasado mucho desde esos añorantes 90, pero el bueno de David Gedge sigue en buena forma. No ha dejado de producir excelentes canciones desde aquella época, y ahora nos regala esta bomba de 24 canciones para que los enganchados a sus riffs poderosos y a esas melodías tan entrañables, tengamos excusa para volver a escuchar de arriba a abajo toda la discografía de estos grandes.
El disco reúne la colección de sencillos lanzados durante todos los meses de 2022, algo que ya hicieron en los 90 con esos necesarios e inigualables "Hit Parade" 1 y 2, que tanta dicha nos dieron, aparte de un un DVD con una presentación del disco y un documental que explica su gestación. Vamos, para los forofos, una tarta de cumpleaños.
¿Y que encontramos en 24 songs?. De todo un poco. Hits de esos que te hacen subir el volumen como ese frenético "I am not going....", quizás la mejor del disco, donde el lirismo de The Wedding Present se acompaña de una melodía arrebatadora. Y si luego te pones "Memento mori" no vas a poder dejar de moverte, con esas guitarras abruptas que te conmocionan y te acunan.
También hay medios tiempos abrumadores ("That would only happen....), o singles pegadizos para quebrarte la cintura ("We interrupt our programme"), que se unen a una comitiva de canciones repletas de nervio como la excitante "Strike" junto a otros sonidos que les acerca más a su otro proyecto como Cinerama, como la cándida "Science fiction".
Te rompen el corazón con la impactante "Each time your open your eyes", y también te encuentras con algún que otro bajón como "We all came from the sea", pero nada que no pueda salvar otra pegadiza tonada del tipo de "Kerplunk!".
"X marks the spot" tiene un final casi punk, y en "Plot twist" encontramos la solvencia que hallamos en toda una discografía plagada de triunfos sonoros que se activan en nuestra memoria cada vez que oímos la voz de David golpeando nuestros corazones.
"Whodunnit" puede ser el resumen de la forma de trabajar de The Wedding Present, con esos bajones y subidas, con esa sensación de que todo va a explotar en algún momento, cuando menos te lo esperes, una bomba racimo de tensiones y lamentos, de sonidos que son una jauría para los hambrientos de los rugidos con cariño ( la versión de Magazine que hacen "A song from under the floorboards" es para quitarse el sombrero desde los primeros arpegios sonoros).
Todo exuberante, todo excesivo, quizás a los que no amen con pasión a The Wedding Present, bien pudiera pasar que se les haga algo largo. Para mí ha sido todo un goce disfrutado de principio a fin toparte con canciones como "Once bitten" o "La La La".
Lo dicho, quitando hojas del mes para que llegue el momento de enfrentarnos con esta monumental banda. Para calentar motores, en bucle "24 songs", "Bizarro, "Seamonsters", "George Best".....
Matthew Sweet, que tanto nos cautivó en los 90 con su power por de alto poder adictivo, sacó este pedazo de disco en el 2008, para aseverar que el influjo de sus canciones tan redondas sigue impoluto pase el tiempo que pase.
"Sunshine lies" es una conjunto de canciones cargadas de melodías brillantes (en "Time machine" se nota el gusto del bueno de Matthew por los Beatles), acompañadas por un torrente de distorsión de esas que te hace vibrar como "Room to rock" donde se parecen a Godfathers.
Y luego están las canciones marcas de la casa como "Byrdgirl", que se te deshace en la boca de los oídos, o ese tono de garaje que despide "Flying", un regusto que se ve acompañado de inmediato con pequeñas baladas de esas que son un primor ("Feel fear").
Todas los temas de este disco se defienden por si solos, con tratamientos vocales exquisitos ("Around you now"), con torrentes de guitarras que se se pasean entre volcanes en eterno sueño, donde prima la algarabía y el confort auditivo ("Burn through love").
Matthew Sweet, garantía asegurada de pasar un buen rato engrasando tus silbidos y tu buen rollo.
Tras su primer trabajo en solitario "Las golondrinas, etc", vino "Garabatos" a confirmar la vena de cantautor, cabeza visible de Los Enemigos, que continua en este su segundo lp, con el sarcasmos y los tiempos lentos ("Las cosas fingen").
Contando con Pablo Novoa como productor y guitarrista, los "Garabatos" refleja la necesidad de Josele de apartarse del eco de Los Enemigos, para confeccionar temas de esos que son reflejos de tranquilidad y versos sueltos como vemos en "Baile de los peces".
Pianos y ritmas en "En tu estampa", cachondeo e historias de esas que avisan terremotos ("Pensando no se llega a ná"), la escucha de "Garabatos", se sucede sin apenas levantar los pies del suelo, con una sencillez que apabulla, con ritmos que son trinos ("Ñam, ñam"), y algún vals de barrio proletario ("Farol").
Luego te topas con la que titula el disco que es toda una gozada, y para el final Josele cantando en italiano con "Buonanotte fiorellino", la mejor manera de finalizar un disco que rezuma paz por los cuatro costados.
Maravilloso homenaje el que J de Los Planetas ha realizado al mundo artístico de Ivan Zulueta. Y lo ha hecho a lo grande con un cd de 10 canciones más un DVD con 14 clips donde da forma musical a antiguas grabaciones de los 60 y 70 de Zulueta, que con buen acierto la Filmoteca tuvo bien de traerlas del olvido, pidiendo a J que pusiera su grano de arena para confeccionar un mapa sonoro donde se puede vislumbrar la grandeza de Zulueta.
Y J lo ha conseguido. Porque este primer disco en solitario bien pudiera ser un disco más en el orbe planetario. Sobre todo cuando escuchas "Y la nave va", escrita con Soleá Morente y "Tormenta eléctrica", dos auténticos himnos que te seducen a las primeras de cambio.
"Soleares de loco" tiene un tic de guitarra que te atrapa como una telaraña, post punk entre la voz de J arrastrada en una marisma de flamenco. "Luces de neón" y su melancólicos arranques de guitarra distorsionada da paso a "Natalia dice" la más pop de todo este lote que se pasa en un suspiro.
"Romeras de Betty Bop" se escora al flamenco con gracia y finura, y que da voz a mi favorita "Era una flecha". Se te queda de forma instantánea su sabor, su melodía que se arremolina, la caprichosa manera que tiene J de llevarnos en fila y de la mano a lugares donde los colores son un festival de goce sensorial sin límite.
"Fandangos del rascacielos/Los desalmados" es puro shoegazing con volutas de burbuja, con ramalazos de ternura y que en "Arrebato" llega a ese punto de no retorno, donde te sientes obligado a darle de nuevo al play para que esta magia no desfallezca.
"Amen" y "Jaleo de la calle" con su liturgia que sobrecoge o "Película de plata" y ese aire a Galaxie 500, son más piezas de este puzle que es puro frenesí de disfrute inmediato. Así que solo queda ponerte el paracaídas y dejarte llevar por los vientos que acontecen tras la escucha de esta artesanal obra de J.
Con ellos era imposible aburrirse. Los putos amos del surf punk, siempre con la temática de la ciencia ficción como eje principal de una discografía que la verdad es una delicia, donde destaca esa capacidad que tenían para hacer con sus instrumentales, una auténtica marejada de catarsis entre olas depravadas.
Este disco fue una colección de remezclas de antiguas canciones , junto a hits de la televisión como "Los Supersónicos" o "Mi marciano favorito". Y es que no te puedes resistir a canciones como "Put you finger in the socket" o ese pelotazo de punk llamado "Max Q".
A veces se hacen medio ortodoxos del surf como vemos en "Jetson's theme", para a continuación ladrarnos con una ola expansiva de esas que da miedo ("Invansion of the dragonmen"). Uno de los puntos fuertes del disco es la más larga del disco, con sus casi cinco minutos, "Tomorrow plus X", donde se muestran vehementes y hasta áridos en su propuesta de guitarras en pleno frenesí.
En "Out of limits" parece que estén haciendo una llamada a ET, y en "Calling Hong Kion" ésta cantada, alejada de la instrumentación general del disco, nos lo muestran casi indie rock. La versión de la familia Monsters en ""Munster's theme" es brutal, como brutal es "Deuces wild" y esa distorsión desbocada.
Siempre es buen momento para recuperar gemas como esta, que parecen que han hallado en su estado de letargo, una vida eterna que provoca placidez para el oyente más impertinente.
Disco nacido de la pandemia, de la obligada estancia en el hogar de cada uno, "A los que nazcan más tarde" es otra pieza más de ese púzzle discográfico de Ramón Rodríguez, que es como pieza de un mecano de artificios sonoros para nuestro goce sensitivo.
Acompañado por David Cordero de Úrsula, y Marc Clos, músico acompañante de correrías, "A los que nazcan más tarde" es como un poema tras otro que no se para, una catarata de palabras entre sonidos electrónicos y palabras que duelen ("La peor parte" y "Camara lenta").
Teclados que van y vienen y soportan penas ("Plata verdadera"), himnos casi ambient de noches oscuras y palabras que te mecen en la trinchera de la tristeza ("Desnudo frente a la maquina de escribir"), todo en este disco es frondoso y atrayente, como "Corre, caballo viejo" y esos sonidos de la naturaleza salvaje que te posee y te engulle.
Ya en la cara dos del lp, "Una infancia", como inicio casi post punk de esta catarsis del retiro, o "Todos quieren un final tranquilo", con esa vena de intimidad radiante que te hechiza y que en "No haces de lo mi lo que no soy" se convierte en un hit de la desesperanza.
Para terminar, "Lanzo piedras al mar", una ordalía de palabras que se pegan en la lírica del desarraigo. En definitiva un disco expansivo para el colapso emocional nacido en tiempos de retiro y miedo. Grande.
Ahora que el post rock ha quedado reducido a género (salvo alguna contada excepción) maniatado por su poca dedicación a la evolución, siendo más una especie de rock sinfónico para modernos, es todo un placer volver a éste el que fuera el último disco de la banda de Leeds, plagado de toda una colección de canciones que destilan belleza por todos los costados posibles ("The negatives").
Si en el anterior y quizás con más repercusión "Cold house" (2001), coqueteaban con la indietrónica de una manera más que evidente, aquí a parte de ese juego con la tecnología que tan bien se les daba, ("Any hopeful thoughts arrive"), se las apañan de maravilla para elaborar una jugada maestra de sueños melancólicos ("End on train working"), y de toboganes emocionales donde todo está de tal manera enhebrado que es una maravilla enredarse en sus ruidos siempre envolventes ("Winter 72").
"Still rain fell" es otra delicia de esas que te atraviesa los sentidos, cálida y efectiva, solvente y repleta de situaciones calmosas para perder el tiempo con placidez en silencios de flores y moras. Hipnóticos, cautivadores, Hood te tocaban la fibra, repartiendo motines de abstracción por doquier (L. fanding hills"), silbando profecías de lugares donde es fácil fabricar luces para el sueño ("Clousure").
"Outsider closer", la muestra de una forma artesanal de llenarte de burbujas y de ternura, pétalos que rubrican placidez y confort del bueno. Brillantes Hood.
Siguiendo el camino marcado por "Gueswork" (2019), el amigo Cole le ha cogido gusto a esto de la electrónica, y se ha sacada de la chistera otro de esos discos con canciones redondas para dar y tomar como la que da título al disco.
Temas vacilones con ganas de pegada, "Warm by the fire", se intercalan con teclados de esos brumosos que parecen salido de los 80, syntopop acacaremalado ("I can hear everything"), o letanías dulces con la voz distorsionada ("The idiot").
Con una carrera deslumbrante en solitario (superior con creces a la del proyecto con su banda Commotions), este "On pain" es de uso y disfrute a los que le seguimos desde tantos años. Maravillosa "You are here now", y la tecno minimal "This can't be happening".
Se respira por todo "On pain" aire de otros tiempos, sobre todo de los 80, aquí recuperados con maestría con temas de esos que seducen a la primera escucha como "More of what you are". Para terminar "Wolves", otro punto fuerte de un autor siempre en racha. Sigue, sigue a lo tuyo Lloyd.
Con solo tres discos en la década de los 90 y un regreso exitoso en 2019, con "The circle of round", este "Mouthfeel", nos muestra como la magia no se pierde pase el tiempo que pase, cuando se tiene esa capacidad para encapricharnos con esas melodías que te envuelven ("Satellite"), con una pegada como cuando los conocimos con su triunfal disco homónimo del año 1992 ("We're faded").
Los de Georgia tienen todo para que te encapriches de ellos, te pones ese terremoto de emociones que se llama "California" y es como si tuvieras de nuevo 20 años. Y eso es lo maravilloso de muchas bandas de esa época. Su sonido es eterno, su manera de hacer música congratula a todos los que creemos que la música es un arte llena de musas.
Linda Hoper y sus colegas aúnan todo tipo de parabienes para que el goce sea inmediato por lo que escuchas con su sonido tan especial ("The in-between"). Suenan dulces y a la vez potente con un power pop que te destartala ("Elliot"), con volcanes de distorsiones melódicas ("Smile 4u"), o himnos de esos para andar tarareado toda la vida ("Think for yourself"). Todo con calidad superior.
Y para terminar, otros dos hits, "Stick to me" y "Pilgrim's prayer". ¿Qué más se puede pedir?. Pues nada a disfrutar de Magnapop.
Ramon Rodríguez está en plena forma. Con Madee con discazo este año "Conundrum", y con otro trallazo emocional de The New Raemon en camino, este "In the cold season" es una maravilla, musicando los poemas del colega de Ramón Mark Swanson; aquí hay belleza al por mayor enlatada en una fabrica de rosas siempre duraderas ("Drinkin wine from a paper cup" y "Ghost town living" para empezar como un trago de vino después de un beso).
La que titula el cd es otra postal de invierno cercada por un motín de recuerdos, palabras y música enmarañadas en una calidez que desborda, una caminata con suspiros y alguna foto desenfocada. "Longing" es emocional, un hit de esos que engancha, un cargamento de seducción brutal.
Otro pelotazo es "Remains to be seen", emocore con cactus en las guitarras, melodía atrapadora que da la voz a la tierna y espectacular "Still life". "Struggle song" subyuga con su melodía que se cierne entre volutas de melosidad apabullante y que da voz a "View finder" uno de los puntos fuertes de un disco que te mece y te arroba por partes iguales.
"From the window behind your house" reparte sacudidas medicinales para los tormentos del alma, para terminar el camino con "Die-cut description" una ristra de suspiros de esos que son seda para los suspiros.
Madee, referente honesto de un emocore que siempre triunfa, de una artista, Ramón Rodríguez, que todo lo que hace lo hace bien. Grandes.