Ahora que el post rock ha quedado reducido a género (salvo alguna contada excepción) maniatado por su poca dedicación a la evolución, siendo más una especie de rock sinfónico para modernos, es todo un placer volver a éste el que fuera el último disco de la banda de Leeds, plagado de toda una colección de canciones que destilan belleza por todos los costados posibles ("The negatives").
Si en el anterior y quizás con más repercusión "Cold house" (2001), coqueteaban con la indietrónica de una manera más que evidente, aquí a parte de ese juego con la tecnología que tan bien se les daba, ("Any hopeful thoughts arrive"), se las apañan de maravilla para elaborar una jugada maestra de sueños melancólicos ("End on train working"), y de toboganes emocionales donde todo está de tal manera enhebrado que es una maravilla enredarse en sus ruidos siempre envolventes ("Winter 72").
"Still rain fell" es otra delicia de esas que te atraviesa los sentidos, cálida y efectiva, solvente y repleta de situaciones calmosas para perder el tiempo con placidez en silencios de flores y moras. Hipnóticos, cautivadores, Hood te tocaban la fibra, repartiendo motines de abstracción por doquier (L. fanding hills"), silbando profecías de lugares donde es fácil fabricar luces para el sueño ("Clousure").
"Outsider closer", la muestra de una forma artesanal de llenarte de burbujas y de ternura, pétalos que rubrican placidez y confort del bueno. Brillantes Hood.
No hay comentarios:
Publicar un comentario