miércoles, 27 de febrero de 2019

MAX RICHTER. "Infra" (2014)


Para mí es el mejor compositor neoclásico actual. A parte de su labor como hacedor de música para películas, Richter es sobre todo conocido por su valentía para aunar como en el caso de "Infra", los violines y la melancolía de la música clásica, con pinceladas eléctrónicas que cohabitan en un mundo maravilloso donde se respira introversión ("Infra 1").

El disco nació como una colaboración con el coreógrafo Wayne McGregor y la artista Julian Opiae, que construyeron una obra de danza que se estrenó en el Royal Opera House de Londres. Richter puso su ladrillos instrumentales y germinó este estremecedor "Infra".

En "Infra 2", vuelve a jugar con los artificios tecnológicos mientras un violín pía como un ruiseñor, pidiéndote que cierres los ojos e imagines un escenario, unos bailarines, una negra moqueta de aspavientos, una luz que se apaga intermitente pidiendo voz y hora para hacer huir al miedo.

Grabado en el afamado sello Deutsche Grammophon, "Infra" es una delicia. Suena el piano en "Infra 3" y es como escuchar una cascada de agua que baja impoluta para borrar la suciedad de la tragedia. Gotas y gotas, notas en una pleamar de goce y suspiros.

Y entre tanta belleza, Richter se las apaña para introducir pequeños intervalos de sombras elecrónicas ("Journey 2") para que cuando escuches joyas como "Infra 4",  no te quede más remedio que hacerte con toda la discografía de este alquimista de los sentimientos.

Cuando llegas el tramo donde comienza "Journey 4", te ves impulsado a querer vivir en un mundo de burbujas y oxígeno de amor. Simplemente irresistible. Lírica de combate, pulsión motor de sueños que da paso a "Journey 5", minimal, pequeña, acogedora, un mohín de cielos.

"Infra 7" y "Infra 8", son las que ponen el punto y final a un lp delicioso, un espectáculo para los sentidos, que irremediablemente, te hace querer más, mucho más. Es como vivir perenne en un otoño inmortal, es como cerrar la puerta al ruido orate para dejarte llevar.....


lunes, 25 de febrero de 2019

SILVER JEWS. "American water" (1998)


Vaya maravilla. El grupo de David Berman, Mike Fellows y el Pavement Stephen Malkmus, siempre nos regalaron canciones que son como joyas de indie rock vitaminado mezcladas con esencias de neo country.

Este fue su tercer disco, y tiene de todo para disolvernos en una plácida escucha donde todo esta puesto en su sitio. Las raices campestres en "Random rules" y "Smith & Jones Forever", la electricidad instrumental de "Night society" o los vapores que son puro Pavement de "Federal Dust".

O ese pedazo de hit que es "People", vacilada indie, pasión desaforada, track redonda de esas para alegrarte una mañana de mal lunes. Me gusta, cuando Silver Jews se dejan llevar por el viento del desierto ("We are real"), y cuando hacen pequeños hits indies conjugando melodía, buenas guitarras con postales de radiación lunar ("Like like the the the death").

"Buckingham rabbit" suena decadente y espectral y "Honk if you're lonely", tiene migajas de folk embriagador. Para el final, "The wild kindness", otra reliquia recuperada de los anaqueles del tiempo, delirio lofi que alienta tempestades y candor.

Silver Jews, una banda a recuperar, ya desaparecida (su última producción data de 2008, "Lookout mountain, lookout sea"), y que hará las delicias a todos los amantes de Pavement. Un pasote.



viernes, 22 de febrero de 2019

MARK EITZEL. "Don't be a stranger" (2012)


El bueno de Mark Eitzel, venía de un parón forzoso debido a un infarto que le mantuvo retirado de la escena durante bastante tiempo. Él que siempre se afanó en interprerar latidos, en perforarnos con sus melodías que nos hacían palpitar tranquilidad y tristeza, tuvo que apagar su voz, intermedio en la creación para volver a coger fuelle y fuerza.

Este "Don't be a stranger" es un remanso de canciones íntimas y taciturnas ("I love you but you're dead" y "I know the bill is due" son una buena muestra de ello). Acompañado por el guitarrista y colega en American Music Club, Mark Pankler, y el batería de Elvis Costello, Pete Thomas, Eitzel se lo toma con sosiego, nos llena de dicha.

Huele a jazz "All my love",(ya aparecida en el disco de AMC, "The golden age") y "Oh mercy" parece una postal de un christmas oscuro y decadente. El folk es el refugio donde Mark escribe sus peroratas del sentir, sus auxilos sonoros ("Why are you with me"), fuego, leña y arrobo íntimo.

Siempre sobrecoge la voz de Eitzel. Y más cuando los teclados le arrullan en paseos nocturos como "Lament for Bobo the clown". Al final de este trayecto de vela y oscuridad animosa, nos regala "Your waiting" y "Nowhere to run", dos colosales colofones a un disco de esos que se escucha en intimidad, que se saborea con nostalgia.



miércoles, 20 de febrero de 2019

LA ESTRELLA DE DAVID. "Consagración" (2018)


He seguido a David Rodriguez desde que Bach is Dead nos atornilló los oídos con sus estridencias, o cuando con Beef, se las compuso para convertirse en nuestros Wire. Y como no caer rendido cuando hace siete años me topé con "Maracaibo", ya como autor autogestionando crisis existenciales, cantando hablando para que no nos perdamos nada.

Ahora llega "Consagración", y la emoción pervive, como el deseo de los dedos de volver a tocar el play para de nuevo escuchar el lp. Para empezar, no hay nada como "Me ha parecido que estuvo en mi cabeza", con La Bien Querida tocando la campana de voz, mientras David entona sus plegarias del día a día.

"Cariño" es bonita, con esos teclados tecnopop comenzando la carrera en una especie de tornasol de canción total y "Aceite" se te adosa en la cabeza, te pide que le escuches, dejarse llevar por la sensación de mil suspiros. "La primera piedra" es afterpunk, oscurilla con membranas en el corazón, siempre al acecho de lo que David nos cuenta con esa voz suya tan para tomarle en cuenta.

Si me tengo que quedar con una me quedo con ese himno que se llama "Noche de blanco Satán", un hit electrónico con ínfulas de tema a recordar cuando pase mucho, mucho tiempo. Deslumbrante esta estrella que se llama David, deslumbrante este desparpajo que prende latidos, que nos sumerge en el mundo particular de este gran artista.

En "La canción protesta" tira por el kraut rock con pestañas de Andalucía y "Sonia" con su piano introductor de sueños, nos acurruca y nos posee con su indómita atmósfera ambient. Así se pasa este "Consagración", en un santiamén. La que titula el cd también se llena de burbujas postpunk mientras las palabras se elevan en un constante torbellino de hechizo y magia.

Para terminar, "Amor sin fin", otro artesanal juguete para temblar mientras tomas un café a la sombra de un recuerdo. Si, tras Bach is Dead y Beef. La Estrella de David es un cuento que siempre acaba con ganas de más. Un dulce perfecto para los ácidos días que nos toca vivir.


domingo, 17 de febrero de 2019

GUADALUPE PLATA. "Guadalupe plata" (2018)


Quinto disco de Guadalupe Plata, quinta vez que tenemos que pararnos en ellos para llenarnos de blues pantanoso, de diablos que se acercan para que les acariciemos los cuernos con amor. Este disco es un portento. Desde la inicial "Barreño en llamas", canción rural de extremaución blues, no podemos parar de disfrutar con este abrupto mar sónico.

"Duermo con serpiente" es rock cósmico sideral desde una aldea de bandurrias y dejes de corazón. Ponzoña y veneno. Alabado sea el alma del blues. "Corral, corral", es un festival de frenesí, es como encontrarnos a Gallon Drunk en un pueblo de esos que nadie quiere, para pararte en él, cerrar los ojos y llenarte de legañas de blues.

Y te pones "Oigo voces",de Scream Jay Hawkins, con su vals de noches noctámbulas, de vampiros de amor, y no te queda otra que pasar a "Lo mataron", huracán andino, pulsaciones a cien, volutas de distorsión en cielos de cieno, murmullos y goznes de palabras desasosiego. Brutal.

"Maricarmen", tira de clasicismo rock, años 60 de corazón, para en "Paloma negra" volverte orate con una ración de cianuro blues. Colosal disco de Guadalupe Plata. Con ellos todo esta permitido. "No te vayas", la tengo grabada en la cabeza y "Diente de plata" te disloca los pies mientras bailas arruinando noches.

Para el final, "Corralera del veneno", y "Lobo aullador", descarriados blues de ese que se te clava en las encías del sentir. Estamos de enhorabuena. El blues del pantano tiene fiebre y nos recorre la piel con su peligro son. Que no pare pues de sonar estos aullidos sin contención, la Luna espera el rojo sangre del sonido devastador......


jueves, 14 de febrero de 2019

THE BELLRAYS. "The red, white & black" (2003)


Nadie como The Bellrays para aunar en un solo disco la urgencia punk de los Ramones con el soul de Sam Cooke. Y mucho le debe la banda a ese portento de voz que tiene Lisa Keakula. Un torbellino de esos que aprisiona y rompe cristales.

"Remember" y "Street corner", son dos maneras explosivas de comenzar este que fue su quinto trabajo, con 21 temas de esos que disfrutas de cabo a rabo. Contundentes y duros en "Sister disaster", calientes y urgentes en la descomunal "You're sorry now", o arengas para una revolución que muchos estamos esperando, "Revolution get down.

Quizás no llegue al nivel de mi favorito "Let it blast" (1998), pero este "The red,white & black", tiene el suficiente ácido como para que dar un paseo por sus surcos sea un disfrute máximo, una tormenta perfecta.

Hasta los medios tiempos, como la vibrante y soul "Used to be", contiene la suficiente bilis como para que amotinemos el volumen de nuestro reproductor. Pura adrenalina que en "Making up for lost time" se convierte casi en una aproximación muy particular a los Stones. Joder pedazo de trallazo.

Luego nos topamos con el punk desbocado de "Some confusion city" que sin posibilidad de descanso nos empuja a la extraña y caótica "Poison arrow". "Stone rain"  es otra de las piezas más vibrantes de un lp que no decae en ningún momento, y que tiene el punto más álgido en la absorbente "Voodoo train".

The Bellrays, punk soul solvente y especial, un millón de latidos envasados al vacío de la intensidad, un rumor que acecha, el vocerío de la discordia. Bestial.



martes, 12 de febrero de 2019

MALE BONDING. "Nothing hurts" (2010)


"Nothing hurts" fue la puesta de larga del grupo de Londres, Male Bonding, una colección atribulada de postales de indie punk con mordiscos melódicos, distorsión a raudales en un elenco de canciones que prometen no dejarte en paz.

"Year's not long" es el primer puñetazo de feedback arrebatador al que sigue al acecho la bestial y rutilante "All things this way". Escuchando a Male Bonding me vienen a la cabeza otros combos que nos hicieron disfrutar a lo bestia en los 90 como Adorable o Mega City Four.

Lo suyo son temas cortos con una descomunal pegada ("Your contact"), o el guiño melódico de "Weird feelings" con unos coros de esos que son como espinas para doler. La única canción donde flojean es "Franklin", demasiados inclinados a los aburridos Vampire Weekend. Pero es solo un paso en falso.

Luego sigue "Crocked scene", punk dislocador, pogo y ostias al viento. Joder, como revitaliza burradas de este estilo. Y les basta media hora para que sus 13 trallazos irradien lava que supura juventud y devastación. "T.U.F.F." es incendiaria, un coctel de urgencia e intensidad, un bálsamo para curarte malos rollos.

A veces se dejan el flequillo largo y dan la espalda al publico como los Jesus and the Mary Chain con la colosal "Nothing remains", para a continuación volcarse con aullidos noise con "Nothing used to hurt", la más larga del lote, con sus dos minutos 45 segundos.

"Paradise vendors" contiene suficiente veneno en sus aristas como que te pida el cuerpo subir el volumen hasta donde puedas llamar a la destrucción. La última noticia que tuvimos de ellos fue el interesante "Headache" (2016), en la misma onda de desgarro y rabia. Para vibrar pues con ellos.


domingo, 10 de febrero de 2019

THE YOUNG FRESH FELLOWS. "I think this is" (2009)


Justo en el año 2009, tras ocho años sin grabar con The Young Fellows, Scott McCaughey, sacaba con su otro grupo The Minus 5, un disco, y este energético y reconfortable "I think this is", repleto de canciones redondas, como sólo The Young Fresh Fellows sabían hacer.

La emotiva y power pop "The Guilty ones", el pop de porcelana de "Lamp industries", son solo dos muestras de un festival de canciones para llenar los cielos de arco iris, para espantar las tragedias. Robin Hitchcock fue el encargado de la producción del álbum y también aparece alguna voz suya en el disco.

"I think this is" es un colosal viaje hacia sonoridades de otros tiempos. "Suck machine crater", es un rock and rolk clásico de tupé y fiesta, y en  "Let the good times crawl" aparece el colega de Scott, Peter Buck (REM) para colaborar con el festejo. Y es que en nada ha cambiado el sonido del grupo desde que tuve la fortuna en los 90 de verlos en directo. Rock, actitud, buenos temas, excelente sonido.

Los 70 aparecen con pétalos irrompibles como la bestial "Never turing back again" y en "New day i hate" la más punk del lote, se dejan arrastrar por la incontinencia y la distorsión. Maravillosos. "Go blues angels go" pide playa y rock, y "YOUR mexican restaurant" tira de power pop de manual.

¿Qué más podemos pedir a un disco de los Fellows? Nada, que todo siga así, que nada cambie. Todo en su sitio. ROCK en mayúsculas, con sus diferentes ramas siempre mirando en la orfebrería de tiempos lejanos ("Shake your magazines").

La última noticia que tuvimos de ellos fue "Tiempo de lujo" en 2012. Esperemos que a no mucho tardar sus componentes se vuelvan a unir para concedernos el disfrute de oír canciones que nunca defraudan


jueves, 7 de febrero de 2019

LUNGFISH. "Talking songs for wailking" (1992)


"Talking songs for walking", fue el segundo disco de esta potente e interesante banda de post hardcore, cobijada en el sello de Ian MacKaye, Dischord, quien también se encargó de la producción. El sonido de Lungfish siempre se caracterizó por su minimalismo feroz, furia descargada con ansia de producir jaquecas y murmullos ("Broadcast").

Comandados por Daniel Higgs (guitarra y voz) y Asa Osborne (guitarra), Lungfish fueron una de las bandas punteras del label que nos regaló a Fugazi. Escuchas el punk sincopado de "Descender", con ínfulas de pequeño himno, pero sin levantar  mucho la voz y no puedes más que dejarte arrastrar por su corriente de fuerza total.

"Samuel" es otro pedazo de hachazo de riffs repetitivos y colosales que da paso a "Kising" donde demuestran a las claras sus intenciones, donde lo que prima no es la rápidez ni la explosión de la distorsión y si la fabricación de sonidos extenuantes.

"My fool heart" es otra de esas piezas que se te clavan en la retina de su oir. La banda sigue su linea recta de tensión controlada, con zarpazos que se dibujan en el aire, que provocan sopor y urgencia. Lo suyo siempre fue urdir pesados cielos de hipnóticos, bucles de post hardcore nuclear  ("Non dual bliss").

Para terminar, "Put your hand in my hand", un viento frio de melodía esquelética, un grito en mitad de la ausencia, nihilismo visceral desde acantilados de punk sin artificio.

martes, 5 de febrero de 2019

CLOUD NOTHINGS. "Last building burning" (2018)


Pedazo disco que se han marcado Cloud Nothing. Basta de muestra la inicial punk "On a n edge", para darte cuerta de que posiblemente estemos ante la producción más redonda de la banda de Dylan Baldi y sus chicos. Gritos al viento, armazón eléctrico que te hace temblar, un volcán de ruido cautivador.

No han perdido su deje melódico que les acerca a trabajos tan incontestables como "Here and nowhere else" (2014), lejos de la baja general de intensidad que supuso "Life without sound".

Y es que cuando se ponen melosos te arrebatan ("Leave him now"), con una tensión que va creciendo a cada paso, que no te deja respirar. Hay veces hasta que me recuerdan a Social Distortion cuando este nos crujían el alma ("In shame").

Todo "Last building burning" esta bendecido por arista y pavor, por una incontinencia tanto vocal como instrumental. "Offer an end", es una pócima de veneno  punk con alma de pop, con el volumen crispado y el feedback rompiendo paredes y bastiones. Como "The echo fo the world" un frenesí delicado y voraz, donde la banda tiene tiempo de casi parecer a un combo de shoegazing con mala leche.

La canción que más impacta del lp es "Dissolution", diez minutos donde tienen tiempo a confeccionar un artefacto repleto de disgresiones, de aristas, ruda, himno de la decepción, jugando a la perfección con arreones de indie punk y una larga especulación instrumental. Devastadora.

Nos queda para el final, otras dos bellezas repletas de catarsis punk; "So right so clean", con la voz rota, entregada a la demolición, y "Another way of life", otro rotura de suspiros que te llena la cabeza de fuego.

Bievenido pues este quinto disco de un grupo que vuelve por sus fueros, con una potente ensalada de indie punk.


domingo, 3 de febrero de 2019

ORCHESTRA BAOBAB. "Specialist in all styles" (2002)


Ya es hora de que recuperemos a este monumental banda de Senegal. Escuchar "Specilist in all styles" es mirar de nuevo al continente africano para llenarnos de ritmo, de especias de calor, de movimientos pélvicos del corazón.

Famosos en su día por la repercusión que tuvo su disco "Pirates choice", que puso la música del mundo en la diana donde desde occidente tiraban sus miradas críticos y buscadores de otros sonoridades, este "Specilist in all styles" es todo una caja de sonoridades para disfrutar.

"Bul ma miin" y "Sutukun", son don regueros de son africano para hacerte bailar mientras te tomas, porque no, un buen pelotazo de ron. Porque lo que hace Orchestra Baobab con maestría es unificar Africa con las querencias cubanas, con la salsa de echarte unas risas, sin perder nunca de vista la singularidad del sonido africano.

Juntan a la perfección las soflamas del Caribe ("Jiin ma jiin ma"), con el swing del desierto ("N'dongoy daara") y tampoco se quiebra cuando confeccionan ska esqueléticos ("On verra ça") o pequeñas incursiones en baladas de olor a traición ("Hommage a tonton Ferrer").

Para terminar, "El son te llama" y "Gnawoe", de nuevo el Caribe como centro donde irradiar músicas y voluntades, irrupciones y calores que nos inflaman y nos incitan a danzar. Orchestra Baobab. Pura adrenalina rítmica.