El sello K Records (hogar entre otros de Beat Happening y otros orfebres del lofi extremo), fue el hogar de este combo de Washington, que desde finales de los 90 hasta su disolución (las últimas noticias de la banda son en el 2010 con "Songbook Vol 1) nos llenó los oidos de no wave, noise, y en el caso de "Lost light" de un homenaje chatarrero a su manera a Jon Spencer.
Porque a eso suenan tracks como "Vampire victim", blues en coma, gritos desde una jaula, dráculas underground que supieron conquistarnos por su actitud iconoclasta. Los ocho minutos de "Cold water" son seminales, arrastrados rock en un combate de ritmos minimales, confeccionando arengas de deconstrucción, sorbos de ácido, munición para la agitación y la oscuridad.
Que buenos que eran Old Time Relijun. "This kettle contains the heart", es pura no wave, ruidosa y bestial, un enjambre de primitivismo sonoro que enlaza con "Music of the spheres", aquí más inclinados al noise. Cuesta adaptarse quizás a las primeras escuchas a ellos, pero al poco entras en un bucle hipnótico con la música reptiliana de esta infección poblada de clarinetes, guitarras rotas, espejos lúgubres ("Tigers in the temple").
"Pardes rimmonim" es otra secuencia de especulación sonorsa, distorsión lineal, catarsis de fuego y veneno. Si, es en este preciso momento, cuando empiezan a sonar las aspas de un molino de azufre en forma de canción, con la increible "Cold water, deep underwater" cuando ya estas perdido en el laberinto sónico de una banda a recuperar.
La voz de Arrington de Dionyso es el intrumentro principal de "The rising water, the blinding light", otra herejía que recuerda una vez más a Jon Spencer. Todo un goce el escuche de Old Time Relijun. Riesgo y herrumbre, caos y desolación.