Ya tengo otro cromo que pegar en ese álbum tan preferido que poseo que llamo postrock con venas y corazón. Allí donde residen mis pegatinas diskeras de Mogwai, Explosion in the Sky, Envy, GYBE, Mono, ahora con gran alboroto me dispongo a disfrutar de esta pedazo de banda americana que empezó su andadura con este explosivo "The four trees".
Y es que aquí tenemos todos los tics que puedes encontrar en combos como los Explosion in the Sky: levedad que se ve superada por una lava de guitarras que te penetra y perfora, que está llena de recovecos donde plantar ciruelas atómicas o hablar del amor en silencio. "Moksha" y "Some are white light", para empezar, son como dos enjambres sónicos que debemos de escuchar a máxima potencia, que se resisten a morir en el olvido. Disparos en el aire, cirros que se conmueven con un grito de urgencia, caos y distorsión controlada.
En "Sea lawn" tensan la cuerda con un inicio rugoso que se da de cruces con ese murmullo que producen las cuerdas cuando se toquen con arrullos, cuando se quiere hacer del rock una piedra filosofal explicadora de expansiones, de terremotos interiores traducidos en cracks sinfónicos donde es imposible no disfrutar de la tormenta que todo lo puede.
Este largo "The four trees" es toda una flipada de principio a fin. "Book nines" con la bateria ejerciendo de patinete eléctrico es una fuente donde mana el gusto por la banda para realizar mapas de colores donde desde la calma más sideral, se plantean ataques siempre victoriosos de electricidad que te sacude y sacude por su efectividad hacia climax con mil texturas.
"Brombie" es otra bomba de racimo que te estalla en las orejas y "Our breaths in winter" se reviste de oropeles para disfrutar como nadie con este crisol de lindezas sónicas. Lo dicho, mi album y yo, tan felices con los cromos.