No me canso de escuchar y disfrutar de Two Gallants. Desde sus inicios, cuando los descubrí con su disco homónimo y quede hechizado ante ese furia que partía del country y del blues y se envalentonaba en diatribas constantes de distorsión.
Adam Stephens y Tyson Vogel se las apañan para hacer de su propuesta un amasijo regocijante de indie revisionista para aturdir las vacas. "We are undone" y "Incindental" son dos muestras de la bravía de una banda que no pierde el paso, que le va la marcha, que no se conforma con bajar la guardia, que siempre asumen los porrazos sónicos como himnos sentidos.
"Foolslike us" te agarra y no te suelta, pura desgarro que da paso al piano de "Invitation to a funeral", tranquila evocación de paisajes desolados, tirando más a los años 70, cantautores de bajo presupuesto mientras el dolor araña y te hace sucumbir.
"Some trouble" es un medio blues donde el binomio guitarra batería en actitud amenazadora, forja rabia, entrometidos en ritmos que no cesan, en pulsiones fieras. En "My man go" se relajan, ponen el reloj a cero, para que en "Katy Kruelly" nos sintamos flotar con la algarabía tranquila de un día de campo redondo.
Y "Murder the season/The age nocturne" pone el punto álgido a un disco, el quinto, en su carrera, con hacha como guitarra, punk que voltea tu cuerpo, pose y rubor, cáliz prohibido, música para domesticar tu odio o para amar a gritos. Bestial.