Una de las cosas que más nos queda sin palabras en este periodo de confinamiento es la desaparición en las calles de los niños, de sus voces, de su presencia, de sus risas, de los bebés, de los adolescentes que vuelven del instituto. Mi hijo lleva ya más de 15 días sin salir a la calle y no lo lleva mal. Todo es implementar rutinas para que cada día pase antes y que los fines de semanas, sean fines de semana. Imagino que cuando acabe todo esto surgirán historias de la ocupaciones varias en los pisos grandes y pequeños, de como ha afectado psicológicamente a los más pequeños esta hibernación que dura y dura. Un mundo sin sonidos de niños es un mundo falto de lo que más falta nos hace ahora: futuro donde agarrarnos para no despeñarnos hacia el abismo.
Hoy he traído por aquí a unos grandes. Motorhead, con el gran Lemmy, en el que fue su trabajo número 16 de su carrera. Tras dos de sus peores discos de su carrera, los insulsos "We are Motorhead" (2000) y "Hammered" (2002), este "Inferno" desde que empieza la speed metal "Terminal show" es una recuperación de ese sonido a piñón fijo que nos alegra bastante aquellos que no tenemos nada que ver con el mundo metalero.
"Killers" es un hit soberbio y macarra, y la roquera "In the name of tragedy", son sólo dos de los disparos certeros de un disco donde el desaparecido bajista se llevaba a sus espaldas todo ese sonido bestial que ha caracterizado su carrera ("Suicide").
Hasta los guiños con el rock and rolk más clásico como "Life's a bitch" funcionan de principio a fin como "In the black" donde el batera, Mikkey Dee, saca a relucir todo su repertorio de agitador de baquetas. La más rápida del álbum "Flight" un torbellino de distorsión trash que da paso al hard de "In the year of the wolf". En "Keys to the kingdom", aparece algo parecido a una melodía, para terminar con el blues de "Whorehouse blues".
Siempre en buen momento de escuchar a los Motorhead. Su sencillez aplastante y sus repetición de los esquemas musicales desde sus inicios, viene bien en estos tiempos de poses esterilizadas. No se como habría vivido Lemmy la pandemia que nos asola. Seguro que con su bourbon y sus maquetas, con cien candados en su puerta, esperando el fin del mundo.....