Los valencianos Betunizer fueron una de las apuestas más refrescantes que se ha dado por aquí en lo referente al punk sin complejos con retoques de hardcore y noise, con letras que hechan chispas, con un sonido de esos que quitan el hipo por su contundencia y su desgarro.
"Boogalizer" fue su segundo disco, que se abre con ese boomerang sónico que se llama "Cédric Ceballos", donde el trio deja claro que lo suyo es la locura y los espasmos ("El rejoneador del frac") o la mejor del lote, ese antihit que se llama "Imagina que matas a Jota", donde cualquier puede imaginar lo que le plazca, en un torrente de esquizofrenia minimal, serruchos guitarras, poderío que roza el mathtock con pinceladas de funk criminal. Bestial es poco.
Si ya nos quedaron mudos cuando editaron "Quién nace para morir ahogado nunca morirá ahogado", en este "Boogalizer", de la mano de Santi García componen un auténtico estruendo sonoro que no te deja ni respirar ("Carne y diablo").
Irónicos y divertidos, no se cortan en ofrecernos títulos como "Espuela de calor", o desquiciarnos con un lava sónico de sin compasión, con una tensión que crece a cada momento, robustos y detonadores de bombas de afición inmediata ("Aguilucho es el hijo del águila").
Y es que no te dan ni un minuto de respiro. "Boogalizer" es un cúmulo de estertores de rock libre, donde las letras andan a rebufo de un sonido con ínfulas de marcha marcial que auna el cachondeo, la aberración sónica ("El cocotero"), y proclamas al albur de una especie de no wave actualizada, como ese petardo que se llama "Cani, armanag y per terre".
En la parte final del cd, nos encontramos a "Silver ages" y "Rave en el chateau", nuevas formas de seguir en ese constante frenesí que no se agota, beleño en forma de un rugido que te ensordece. Lástima que con la publicación de "Enciende tu lomo" (2015), acabase la carrera de un grupo que nos azoto las neuronas a base de bien. Nos quedan sus canciones motines para enervar al alma.
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