Scott Walker es un genio. Un creador que desde finales de los 70 no ha parado de reparar almas. Con The Walker Brothers y luego en solitario, este "Tilt" vino tras 11 años de sequía. "Climate of hunter" (1984), fue el ultimo peldaño hasta que Walker decidió afrontar su obra más espeluznante.
¿Qué decir de "Tilt" que no se haya dicho ya? "Farmer in the city" es una neoclásica canción, violines a cuerda de perro, detonando es una explosión de lirismo cautivador; "The cokfighter" es pura catarsis, un señuelo de ruidismo bien entendido, una secuencia de vanguardia programada para hacer caer sobre ti todos los cielos en una absorvente y obsesiva concatenación de luces oscuras.
De este disco se ha llegado a decir que el primer disco del siglo XXI por lo que tiene de experiencia, de innovación, de un Jacques Brel de las sombras que supo ejecutar a la perfección su papel como investigador de nuevos cauces. "Bouncer see bouncer..." es la más larga del disco, y sus ocho minutos son una lineal acometida de un ritmo mecánico, confeccionado para silenciar tormentas.
En "Manhattan" nos encontramos al Walker más operístico en una creación exhuberante, donde los teclados y la percusión se fusionan en un incontinente puzzle de latidos imposibles. ¿Cómo no escuchar "Face on breast" y no pensar en "El retrato de Dorian Gray" de Oscar Wilde?. Es un tratado sobre el mal desde angulos periféricos, una concatenación de sublimes responsos que da paso a "Bolivia'95", mi favorita, donde la melodía se intrinca en el laberinto de los instrumentos que seducen por su orfebrería fina. No me extraña que los miembros de Sonic Youth hallan hablado de este album con veneración.
"Rosary" y la que titula el lp son el punto final de este portentoso disco que es dificil encuadrar en algún estílo. De esas producciones que dejan poso, que se enredan en la memoria y no te abandonan. Scott Walker, un artista con todas las palabras bien mayúsculas, un genio total.