El tercer disco de Alberto Montero, que comienza con la canción que titula el cd, es todo un batiburrillo de folk progresivo, de sonidos de los setenta, de psicodelia galopante. Vientos, ir y venir, coros en seis minutos de esparcimiento.
El valenciano me gusta. Hasta creo sentir un palpito a Vainica Doble cuando la candidez de "Noche de verano" viene para que sintamos añoranza de lo perdido. Un tobogán de cromatismo, de rutilantes amalgamas de influencias que no se pierden en volubles serenatas sin mas. "Para nada" y su piano misterioro da la voz a "Hoy ayer", casi indie, viento y melodia perfecta, un hit para tararear viñas, un gesto al aire soberbio, con una solvente banda detrás, para dar más empaque al asunto.
No puedo de dejar de mirar atras cuando oigo este disco. No casa en esta época donde todo es querer innovar y olvidar el pasado. Alberto Montero es un juglar que reparte sus enseñanzas en castillos de aires, en veleros de ultramar, como cuando en "Manada de árboles" te da por cerrar los ojos y pensar en el medievo.
"El juego del olvido" es una serenata tranquila, es un puzzle de lianas y letanías fértiles, hogazas de luz incandescentes, motivos para la alegría, festejo y acurrumacos para un mal día. Si, la verdad es que no hay nada como un paseo por las trincheras de la levedad.
Otra as en la baraja es "El indeciso" camino de citaras ondeantes, perfúmenes al albur de los designios del tiempo. Atemporal pues Alberto Montero, y este "Puerto príncipe", música sin edad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario