lunes, 30 de julio de 2018

STEVE WYNN & THE MIRACLE 3. "Tick...tick...tick..." (2005)


La portada parece un guiño irónico al plátano de la Velvet aquí cambiado por una guindilla de esas que pican, que escuecen, que dan calor. Como da calor cada tema de este pedazo de disco que se sacó de la chistera Steve Wynn junto a su banda Miracle 3.

Valga el mazazo casi punk de "Wired", la que da comienzo a todo, para que no perdamos ni un segundo en adentrarnos en este festival de rock que desde los tiempos de The Dream Syndicate, Wynn nos ha ido regalando.

Acompañado a la guitarra por Jason Victor, el bajo de Dave DeCastro y a la batería Linda Pitmon, "Tick..tick...tick", es una catarsis continua, un monumento al NRA ("Cindy, it was only you", con armónica incluida, pasote), donde también porque no, coexisten esos medios tiempos que te tocan el corazón, como la bella "Freak star".

Pero el tono general de disco es de mala leche. De electricidad y veneno, de feedback brutal como la deliciosa "Killing me" o la demoledora "Bruises".  Aunque cuando se ponen melosos, arrean lentitud y nos provocan susurros ("Deep end").

"Your secret" es arenosa, desierto de guitarras que crujen y destilan mientras preparan una bomba llamada "Wild mercury". Para el final dos gotas de sudor frío, "All the squares go home", y "No tomorrow". Colofón espectacular a un disco de esos que te menea y conmueve. Gran Wynn.


sábado, 28 de julio de 2018

KAMASI WASHINGTON. "Heaven and earth" (2018)


Si hay quienes piensan que el cambio de formato ("The epic" fue un triple disco, este "Heaven and earth" "sólo" un doble), iba a menguar el ansia metafísica de este saxofonista que ha revitalizado el mundo del jazz, se va a llevar una decepción de las grandes.

"Heaven and earth" es una bomba, un crisol, un largo paseo por le jazz y sus vertientes, donde tiene cabida desde una orquesta a un elenco de músicos de esos que quitan el hipo cuando lees lo que se esconde.

Y es que comenzar el disco con una versión de una canción que apareció en la película de Bruce Lee, "Fists of fury", con sus nueve minutos hipnóticos y reptantes, es sólo un aviso de este trabajo separado como cielo y tierra y que merece una larga y meditada escucha para sorber cada poso del artista y su rutilante banda.

En "Can you hear him" se escora más al free jazz para en la voluptuosa "Hub-tones" llenarnos de sonidos latinos hasta las cejas. "Connections", inspirada en la película "Birth of a nation", nos encontramos al Kamasi más espiritual del lote, con el saxo relamiendo el aire con soltura y gracia, como dédalo etereo en una soflama de estridencia interior.

La anárquica "The invencible youth" da paso a "Testify" con al apoyo vocal de Patrice Quinn  inflamándonos de aire setentero hasta la yugular.La tierra se acaba con los coros espectrales de "One of one" y sus ritmos latinos. Más suma y sigue para ponderar este esdrújulo disco.

El cielo empieza con catarsis, "The space travelers  lullaby" difusa, extraña, ensoñadora, circunferencia de luz y arrojo. "Vi lua  vi sol", vuelve con los sonidos calientes latinos y "Street fighter man" con el bajo retando a Kamasi en una envolvente oda declamatoria. La más larga de todo el disco, los doce minutos de "Song for the fallen", luminosa, excitante, para componer suspiros.

"Journey", con la voz de nuevo de Patrice, misticismo en estado puro. Así va pasando el álbum y cuando te quieres dar cuenta han pasado un huevo de minutos, horas comestibles de arrobo para enfilar la parte final con el piano colosal de "Show us the way" y el epílogo de "Will you sing!".

Kamasi lo ha vuelto hacer. "The epic" un punto sideral, "Heaven and earth", una oda sin parangón, un pregón de jazz total libre de prejuicios. Volemos pues, volemos......


jueves, 26 de julio de 2018

BOWERY ELECTRIC. "Bowery electric" (1995)


Con este disco empezó todo. Aun recuerdo el impacto que me provocó cuando les descubrí con el hipnótico y atrapador "Beat" (1996) y mas tarde con su obra más redonda "Lusflife" (2000). El duo norteamericano formado por Lawrence Chandler y Martha Schwendenor consiguieron crear una mantra de sonidos electrónicos, minimales, con artificios de post rock que te descolocaban a cada escucha.

Pero eso fue más tarde. La aventura empezó con este disco homónimo, puro shoegazing inspirado en psicodelia. "Next to nothing" es una burbuja esférica de feedback y rumor.Sin duda mucho beben de My Bloody Valentine, pero Bowery Electric están en otra onda. Sus atmósferas no son tan ruidosas pero si efectivas con sus laberínticas cruzadas sónicas ("Long way down").

Este primer lp del grupo es una autentica pasada. "Another read" son cinco minutos dedicados a la disgregación corporal, mientras Martha cuchichea, el sonido levanta los pies sonriendo quizas a Spacemen 3, con muecas de revuelo y agitación.

En "Over and over" bajan el pistón y se acogen a la calma para de nuevo en "Deep sky objects" obsequiarnos con una buena ración de shoegazing explosivo. Mi preferida viene después, "Slow thrills", solemne, oscura, lineal y obsesiva. Abriendo camino de lo que vendria después con "Beat", aunque aquí con más distorsión.

La parte final es otro retablo suculento de paisajes malsanos, con la gótica "Out of phase" como un salmo tenebroso que resuena tormentas aciagas y "Drift away", una sinfonía de shoegazing anémica; ruidos, sugerencias, fabricación de saludos desde el espacio exterior.

Bowey Electric, sin duda, una de las propuestas mas interesantes y arrolladoras de los 90, con su manera tan particular de ejercer de manipuladores del ruidos, desde calmas imposibles y necesarias.


martes, 24 de julio de 2018

FERNANDO ALFARO. "Sangre en los surcos" (2018)


Si el verano pasado fue el que adquirí la caja con todos los discos de Surfin Bichos más DVD, éste es el que Fernando Alfaro ha conseguido regar mis minutos de escucha con su particular laguna sanguínea, en este portentoso trabajo que a modo desenchufado nos da una oportunidad a los completistas para continuar visitando perreras imaginarias en busca de ese can abollado que se perdió a la vez que nuestra juventud.

Y además Alfaro nos regala 4 temas nuevos, de esos que ya forman parte de ese torrente creativo al que nos tiene acostumbrado. "Dominó" es espeluznante, dramática, triste, desesperanzada, ley de vida. Y es que lo que cuenta Fernando se te queda largamente en la retina del corazón. El otro día, después de cenar, acabando la copa de vino, salí a la terraza y me impregné de tristeza, de recuerdos, de ayeres imposibles de verificar por la concreta especulación de los años. "Dominó" sonaba mientras intentaba imaginar su historia, la nuestra, el desenlace de la experiencia, las tragedias cotidianas.

"Barbaridades" es otra maestra joya alfarista, como la que titula el cd, donde el espectro del colega finado se marca un foxtrot de recuerdo, de presencia, de luz, como no, en las entrañas. La última nueva, "Trozos de un día", es porcelana y ternura, delicadeza y aspaviento. Como cuando Alfaro canta y se empieza a rasgar la pelusa del cielo. Te quedas boquiabierto y vuelves a darle al play.

"Fotógrafo en el cielo" esta representado de maravilla. Cuatro balas. La desgarradora y aqui folk "¿Qué clase de animal?", "Un alud de septiembre", (que es como cuando la escuchabamos en el coche del humo pero en intimidad, rasgando nuestra vehemencia, empapándonos de lírica violenta), "Mi refugio" con aires country, ukelele del alma y "Siempre lo mismo", rutilante y espectral.

"Saariselkä stroll"  de su lp "Saint-Malo" con banjo del amor da paso a la hermosa "Harto de tu amor" de "Hermanos Carnales", otro puyazo en medio de la soledad extrema. Mil sonrisas he fabricado cuando me tope con "Fuerte!", quizás el mayor hit de la carrera de Surfin Bichos, aquí convertida en una pieza de miniatura que da paso a otra chuchada, "Magic".

Asi es "Sangre en los surcos", un festival de arrobo, locura, un pasaporte hacia atrás en el calendario, un boceto donde Fernando no ha querido apostar por el continuismo y nos ha llenado la boca de luces, palabras, oratoria profunda, y sobre todo mucha melancolía ("Ricardo ardiendo").

Luego me pongo "Mi anestesia" y entro de lleno en un filón de voces que van y vienen, de ecos que quedan en las paredes de la memoria. Se hace agradecer la aparición de canciones como "Su mano sobre la mía" o "Qué condenamente negra", arrolladoras por su impetu y su fuerza.

Me he puesto ya tres veces seguidas la reinterpretación de "Gente abollada" (puro Johnny Cash) y esa firma en un cirro que es "El último día que me verás". Sin palabras. Con este "Sangre en los surcos" ya tenemos munición este verano para pasar los ataques de nostalgia con una buena bebida enérgetica, con un gran plan de sueños imprecisos, de canciones que no caducan. Grande Fernando, grande.


domingo, 22 de julio de 2018

MONO. "Under the pipal tree" (2001)


El primer disco de la banda nipona, es quizás el más contundente de su carrera. Aún no habían caído en la ensoñación de las cuerdas, en los mundos imaginados con esferas angélicas y guitarras de rocío. Aquí se les ve en pleno nacimiento, sacando enjundia de sus distorsiones, cavando huellas para que podamos seguirlos en su arritmética del dolor-amor.

Las guitarras toman posesión de los temas, como en los 12 minutos de "Karelia (Opus 2)", donde cuando parece que llegas al ocaso, resurgen como un trueno entre aluviones de feedback. "The kidnapper bell" es otra estremecedora colisión de aristas que sintonizan con efluvios de agua que contamina y quema y en "Jackie says", la  más bruta del disco, parecen una banda de post metal en un sanatorio de preguntas imposibles de responder.

En en canciones como la lírica "Op beach" donde se abren los caminos que poblarán sus posteriores trabajos. Los nipones se confiesan entre vaho y silencio, entre brumas que dan miedo y respuestas que no se quieren saber.

Luego, en "Error=9", nos hallamos otro pedazo de luz que amaga en ser tormenta, atmosférica, sideral, cuento de miedo o quizás un poema perdido en la mano de un niño. Simplemente espectacular.

Terminan este poderoso y primerizo lp, "L'america", donde se relajan hasta la extremaución, y sobre todo "Human highway", otro entretenimiento de nubes que se arremolinan con la dicha un túnel que da paso al vendaval de la paz interior.

Enorme primer disco de una banda que nunca defrauda. Luego vendrían joyas como "Gone" (2007) o "Hymn to the inmortal  wind" (2009). Pero este "Under the pipal tree" es una bella sacudida de melancolía, un hallazgo de esos que no se olvidan. Para ponerlo muy alto y dejarte llevar hasta donde las cumbres te dejen....



jueves, 19 de julio de 2018

BLACK HEARTED BROTHER. "Stars are our home" (2013)


Pedazo de disco que entregó Neil Halstead (Slowdive y Mojave 3). Y es que si la primera canción del album ya nos introduce a lo que nos espera, es en la segunda, "(I don't mean to) wonder", donde se desgarran las tormentas de shoegazing explosivo, distorsión y arreones que no cejan.

Black Hearted Brother fue el nombre que Neil, Mark Van Hoen (Seefeel) y Nick Holton dieron a una banda que como la portada del cd, es una explosión de colores, de texturas, que a los seguidores de Slowdive nos hace aplaudir a rabiar.

También hay sitio para la psicodelia amable vinculada al pop, como la triunfal "This is how it feels", o instrumentaciones de ciencia ficción difusa que diambula entre soflamas de electrónica sideral ("Got your love).

La verdad es que para los que siempre deseabamos la vuelta de Slowdive, este "Strars are our home" es un buen placebo con letanías soberbias de melodías infecciosas ("UFO"), o pequeños experimentos donde la tecnología es una excusa para seguir buceando en los confines ("Time in the machine").

Continua la psicodelia con "Oh crust", para en "My baby just sailed away" componer algo parecido al tecno pop. La parte final del disco se relaja bastante, para terminar con la sesentera "Look out here they come". Para los amantes de la psicodelia y del shoegazing, un lp disfrutable.


lunes, 16 de julio de 2018

PRAM. "Dark islands" (2003)


Pram nacieron en la primera andanada de grupos de post rock. Junto a Moonshake, Seefeel, Labradford, Laika y otros malabaristas de los sonidos extraños, la  banda de Birminghan siempre se caracterizó por su ardiente inclinación a los sonidos cinemáticos (exceptuando el que para mi es su mejor disco de su carrera, el explosivo y guitarrero "The moving frontier" (2007)).

Y este "Dark islands" es una buena muestra de ellos. Desde que suena "Track on the cat", te dejas llevar por la sensualidad vocal de Rosie Cuckston y de una banda que la arropa con trompeta que son caricias ("Penny arcade"), con paseos enigmáticos por la nouvelle vague, "The Pawnbroker", o haciéndonos recordar la dulzura extraña de Stereolab ("Paper hats").

Así eran Pram. Con un ojo puesto en la imaginación floral de Robert Wyatt ("Peepshow") y el otro ideando un extraño mundo sideral donde en Marte se bailase cosas como "Sirocco". Una de mis favoritas de "Dark islands" es "The archivist", por su bizarría contundente,por esos ruidos que parecen salir del vientre de Residents.

Pram eran encantadores, te mecían en volutas de humo infantil ("Goodbye") e irradiaban siempre una sensación de transgresión total, post rock con neones suculentos, con luces inmarchitas que fondeaban en mares siempre indómitos. Ya se fueron hace años Pram. Nos queda recuperar sus hechizos, para flotar y flotar....



sábado, 14 de julio de 2018

BILL CALLAHAN. "Apocalypse" (2011)


La voz. Esa voz. Es lo que llama más la atención cuando deshojas un disco del ex-Smog, Bill Callahan. Y es que es el medio perfecto para sumergirte en un bálsamo donde las nubes se arrodillan ante las montañas, donde se vive bien entre el aire libre de un millón de suspiros ("Drover").

Quien pensase que el techo compositivo de Bill Callahan se quedó en "Sometimes I wish we were an eagle" (2009), estaba equivocado. "Baby's breath" es la segunda sacudida de su especial manera de pervertir el country y el folk, llenándolos de invierno, de frío, de aristas para soñar despiertos.

Y esos punteos marcianos que se sacan los colegas en "America!", zigzag apabullante que ilumina noches donde el sonido del autillo se une con la sierra eléctrica de la soledad. Sin palabras. Es para cerrar los ojos y mantenerlos en penumbra hasta que acaba de sonar "One fine morning" la canción que despide con bramidos este apabullante y sobrecogedor disco.

"Universal applicant" reconduce el concepto del folk sin estridencias ni galimatías, es un nudo en la garganta que desatranca voluntades, es un escozor que quema sin hacer ruido. "Riding for the feeling" es para escucharla con pavor de ternura, esdrújula, tranquila, ronroneante, con Callahan cantando como si la voz fuese un arsenal de viento acariciador.

En "Free's" se atreve hasta con la bossa, en un magnífico y apabullante soniquete que deletrea silbidos y maestría de cabo a rabo. Discazo de principio a fin, artesanía sonora quebrada y repleta de matices acogedores.

"Apocalypse", un caramelo al cual nunca se le va el sabor, una ración de naturaleza y espacios abiertos que te llena y te aclama. A cerrar los párpados toca.....


jueves, 12 de julio de 2018

SHAME. "Songs of praise" (2018)


No superan a los burros, necesarios e incendiarios Idles, mi banda post punk del momento, pero estos chavales se merecen el crédito de una buena escucha. Bemoles no les falta para en este su primer disco, confeccionar un buen puñado de arreones para no olvidar.

Ayuda la pose y chulería de su cantante Charlie Steen, un pipiolo que junto al jardín de infancia de su grupo aprendió rápido las lecciones de sus mayores. La criminal y peligrosa "Dust on trial" es el síntoma de que este disco tiene miga.

Luego vienen los dos hits del disco. "Concrete" puro Joy Division del primer minuto al último. Nervio, guitarras que se aceleran en un molinillo post punk, y donde se encuentran punteos sacados de la discografía de The Chaemeleons,  Charlie gritón y malhumorado, sacando de quicio al personal, y sobre todo "One rizla". El clip es una pasada. Los chavales del sur de Londres en una granja de campo, con cerdos, cabras, con barro, con mierda. Y en medio un pedazo de canción. Quizás si hoy tuviera 20 años no pararía de ponerla y de grabarla a los colegas. Ya con casi cincuenta, me hace sonreír. Lo hacen bien.

En "The lick" se trabajan una atroz crítica a la sociedad de consumo rápido en la que vivimos. En medio, una oscura y trabajada canción con medios tiempos detonadores. "Donk" es punk sin corchetes, en caida libre. Macarra y dura, puro cargamento de dinamita a punto de detonar y en "Gold hole" parecen unos Oasis en estado de rabia.

"Friction" guiña un ojo a Stones Roses para que en "Lampoon" vuelva el ánima de Ian Curtis a pasearse con nosotros un rato de ocio oscuro. La última, es quizás las más prescindible. "Angie", irregular y falta de lo que le sobra al resto del cd: garra, fuerza, pose e imaginación.

Lo dicho, no llegan al nivel de Idles (esperando estoy como loco la llegada del fin de agosto para hacerme con su nuevo trabajo), pero es de aplaudir que estas huestes juveniles mantengan la nevera bien fresca de sus ídolos mayores.


lunes, 9 de julio de 2018

SCHOOL OF LANGUAGE. "Sea from shore" (2008)


El lider de Field Music, David Brewis, se tomó un respiro con su banda y nos regaló este "Sea from shore", bajo el nombre de School of Language. Un batiburillo repleto de himnos alegres de indie que como la inicial "Rockist part 1" y su segunda parte "Rockist part 2", (utilizada hasta para un anuncia de coche en tv), donde la especulación analógica se nos ofrece como un juguete divertido.

Barry Hyde, de The Futureheads, también se presta al juego con su aparición en la indie "Dissappointment '99", fresca y divertida, ecléctica y furiosa. Lejos de las canciones amables de Field Music, School of Language en un divertimiento con notas a pies de página de barroquismo bien entendido ("Poor boy").

Los temas de "Sea from shore" tienen enjundia y vibración. "Marine life" es un torrente de catarsis especulando calorías y distorsión. Como la potente "Extended holiday", y su zig zag de brumos saltos,para en la recta final acabar a lo grande con "Rockist part 3" y "Rockist part 4",  otros dos momentazos de esos que perduran.

School of Language en 2014, sacaron "Old fears" otra manera elegante de continuar por una senda que nada descubre, pero que por lo menos, y es de lo que se trata, construyen buenas canciones para echarse a los oídos.


viernes, 6 de julio de 2018

BEDHEAD. "WhatFunLikeWas" (1994)


Con permiso de Codeine, Bedhead son el máximo exponente del slowcore. Slowcore con guitarras que hacen daños de lo tristes que son, con sus melodías que siempre lloran mientras esperas con pavor que la tensión jamás disminuya. No me extraña que el batería de Butthole Surfers, Rey Coffey, se fijara en ellos, junto antes de sacar este primer y enorme disco que es un torrente de principio a fin.

Los hermanos Kadane, Matt y Bubba, los dos cabezas del grupo, desde que suena la inicial "Liferaft", (inicio puro Codeine), sabían que lo suyo era ralentizar todo, mirando con prudencia a la Velvet, para construir un almanaque de sonidos de esos que dan ganas de gemir gritando.

"Hayware" es de esos que temas que al escucharlos sientes que tienes que tener todo lo del grupo. Esas guitarras que se enredan, esa distorsión que navega mientras que Matt y Bubba se reparten la voz para esparcir simiente de dolor. Grandiosos. Que sonido. Una auténtica burrada.

Las canciones de Bedhead reptan entre carraspeo de cuerdas que se desquician ("Bedside table"), entre desgarros emocionales que te dejan rebobinando suspiros ("The unpredictable landlord"). Así eran Bedhead, como también lo son The New Year, el proyecto de los hermanos Kadane tras la disolución de Bedhead, con un último lp, "Snow" (2017),  no pierden contacto con la realidad etérea del sonido de Bedhead.

"Crushing" es  cautivadora, de esas melodías que te deshojan, como la inclasificable "Unfinished" con unos mínimos acordes que se desperezan sin rabia, sin contención. En "Powder" se ilumina la noche con llagas ensordecedoras, con cielos pintados con rasgeos de demolición interior. Total.

Luego, se hace de noche en un golpe de silencio y nos topamos con "Living well", un himno de esos para tararear aturdido, que da paso a "Wind down", la que finaliza el disco, todo un portento de fuerza, y que resume a la perfección las entrañas sónicas de una banda que dejó una profunda huella en la época.


miércoles, 4 de julio de 2018

SR.CHINARRO. "Asunción" (2018)


De mi dilatada y cada vez más amplía discografía quizás sea de Sr.Chinarro del grupo que tenga más discos. Cada vez que el año y los meses anuncian un trabajo, tengo que hacer hueco en la libreria de la música que no se agota para que Luque y sus cosas anden merodeando entre estribillos resultones e historias para quedar.

"Asunción", es otro disco más de Sr.Chinarro. El costumbrismo que no se acaba, sigue y no se agota. Ya desde la inicial y adictiva "Supersticiones" las cosas están como la encontramos en "El progreso". Canciones memorables que enganchan, rimas nunca malsonantes que pedalean entre pop cariñoso y melosidad desbordante, esa que nunca cansa, que te hace sonreír ("Las pruebas").

En "Quiero hacerlo mejor" descarga su personal visión crítica sobre el momento en el que estamos viviendo, con la guitarra de Jaime Beltrán, como en el resto del disco, mirando a los 80 con descaro y gracia. Porque "Hasta la saciedad" suena a eso. A motines en la carcel del tiempo, a viajes hacia punteos oscuros mientra la poesía de Antonio se retoca la cara con colorete de rosas esparcidas en una siesta de sueños siempre imposibles de soñar.

Luminoso suena Sr.Chinarro desde su atalaya de saberse siempre en estado de gracia. Que te pongas cuando te pongas sus discos, siempre encontrarás temas de esos que parecen engancharte sin pedir más que un rato de escucha y confort ("Ángel azul").

Otro punto fuerte de "Asunción" es "De piedra", donde Antonio parece que se esta describiendo, con cariño y esmero,auscultando sensaciones, maneras de ver la  vida a traves de telarañas de sonrisas, de sonajeros de arpegios.

No puede dejar de pensar en The Cure cuando escucho "Las trompetas del Apocalipsis" y  en "Por vanidad", la que finaliza este paseo chinarresco, nos topamos de nuevo con esa corriente frenética de emoción a mansalvas.

"Asunción", otro festival buhonero de expresiones para no olvidar, otro lago donde se depositan verdades en formas de canciones que son como escudos de sinfonías acogedoras.

lunes, 2 de julio de 2018

BARONESS. "The red album" (2007)


Como me he divertido con la escucha de este primer disco de Baroness. Lo de Georgia, desde que empieza ese trallazo titulado "Rays on pinion", no paran de deconstruir el metal, usándolo a su antojo. No, Baroness, no es una banda de postmetal como Isis o Today is the Day. Lo suyo se acerca a un vuelo imaginativo con alas que aguantan alientos demacrados, visiones superlativas.

"The Birthing" es otro puntazo repleto de electricidad y vapores metaleros, como la inspirada "Isak", potente y trepidante, una muesca de veneno y ácido, un susto que no se te va del cuerpo hasta que entras de lleno en la psicodélica "Wailing wintry wild".

La cosa se tranquiliza en la casi folk "Cockroach en fleur",  para en la siguiente "Wanderlust", volver a la épica, en un himno que desborda por su intención de catarsis, nigromante aspavientos de luces que seducen e inquitan, instrumentación para quitar el hipo.

Lo que más me gusta de Baroness es la sensación que provocan de sorpresa. De que todo puede pasar con ellos. "Aleph" se acerca al post metal, con esa sensación de calma mentirosa que te arropa y te hechiza para al poco rodearnos con su inquina malsana.

"Teeth of a cogwheel" es una vesanía brutal y "Grad" la que da por terminado el disco, la mejor del lote, es otro salpullido que juega con la guitarras a sedicción y tensión total. Maravillosa melodía, colosal puesta al día de un metal que es de todos menos aburrido. La última noticia que tuve de ellos fue el también incendiario "Purple" (2015). Metal para los que no somos metaleros. Una joya, este "The red album".