Sin ninguna duda, el mejor disco del año en apartado punk y adyacentes. La banda valenciana pilotada por José Guerrero se dejaron querer por Paco Loco como productor, y el resultado es bestial, una carga de incontinencia guitarrera y a su manera, también pop.
Porque el hit "El solitario dueño de mi emoción" tiene una carga melódica que reivindica la presencia del corazón en los desgarros eléctricos que nos ofrecen en una contienda que te deja sin aire. "Saltando el muro del silencio" es otro de esos arreones que te arrastra a subir el volumen más y más.
Escucho "La psicopatía del pulmón" y me acuerdo de Superchunk, y cuando "Juego dominante" explota sin derecho al respiro, ya me tienen hechizado, con ese poder guitarrero, con esos himnos que salen adelante para levantar ánimos, para joder al silencio.
Ayuda mucho la enorme efectividad a la batería de Oscar Mezquida y el bajo de Nick Perry , como la contundencia guitarrera de Ubaldo Fambuena. El cóctel es tan explosivo que te empujan a dar al play una y otra vez. En bucle me pongo "El cuidador" con su estribillo poderoso, arritmias en pleno rendimiento.
"La frase" es hardcore con purpurina de Dischord repleto de fuegos artificiales donde es fácil ver arder todo. Vaya sonido. Cuello no se cansan y a nosotros nos ponen las pilas. "Da igual si existe" es otra dentellada melódica que grita y nos ahoga, un pulso que rebosa energía, henchido punk que sonríe, que grita, que sonríe, juventud que resiste las embestidas de la comodidad.
Luego en "Acumulación de triunfos" la más punk del lote, chillan espantando lodos, arman bronca, se hacen fuertes, atruenan. Para el final, otros dos pelotazos, "Su calma sin sangre", medio tiempo con
ecos de Sugar y "Días de carrusel" otra estocada para que no perdamos el tren de Cuello.
"Regalo doble", en la cima de creatividad de un combo con un presente increíble, con un futuro de esos que quitan el hipo.