"El Cristo de la Atlántida (Kali Yuga)", es uno de los discos más arriesgados que se ha hecho por estos lares. Riesgo que mira a francotiradores como Coil, Current 93, Death in June o Swans. Svali y Wences Lamas han erigido un monumental trabajo donde domina la extrañeza, la delicadeza esotérica, el mal rollo con voces que nacen de plegarias monstruosas.
En este su tercer trabajo, desde que se inicia el disco con "Atalaya", la Reserva Espiritual de Occidente nos reta a seguir con ellos por caminos donde es fácil encontrarte a la decadencia en forma de fauno en un bosque donde el peligro te incita a la rebelión. Los diez minutos de "Ensalmo" te pone los pelos de punta; una misa negra donde la voz de Svali te lleva desde el desgarro hacia laberintos de cieno, hacia ocasos que deslumbran y matan. Distorsiones, abruptos, lamentos, una maravilla brutal. Dejarse llevar....
"Cruz de un niño" es gótica con soflamas y guitarras que se arman en minutos con munición de versos que condenan la claridad. Toda una declaración de intenciones, toda una proeza que te deja boquiabierto.
"Vía húmeda" y "Aquí manda Dios", sirven como antesala para otro rayo partido, otra luz que se vislumbra entre los nenufares imaginarios que residen en un lago de transparencias inmundas: "Ansia fiera", Swans con fanfarrias, troupe de malditos que hacen sonar sus goznes mientras con delicadeza te mandan mensajes de ojos siempre cerrados.
En "Torre de Hércules" te hipnotizan, te revientan con su catarsis inflamada, con su pócima de electricidad malnana. Un jolgorio para los que nos gusta la divina Oscuridad. Oscuridad que en "Obtención de sabiduria" se convierte en un misal tenebroso para que no puedas dormir tranquilo.
Para terminar, "Últimas palabras" nos regala otra buena ración de minutos para hacerte pensar, para que germine en ti la incomodidad. Gran disco de una banda rara avis que ójala nos sigan dando tan buenas razones para la insurección.
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