"An obelisk", es el disco con más punch de los que la banda liderada por Patrick Stickles ha sacado últimamente. Grabado en los estudios de Steve Albini, el disco es una sucesión de himnos que no cejan en ningún momento de darnos calambrazos ("Just like ringing a bell" es una muestra de ello).
Cansados ya de esa reiterada y pesada afirmación que dice de ellos que son una mezcla de Springteen y Clash, Titus Andronicus, tiran por la calle de en medio para regalarnos punzantes y pesados hits para flipar ("Troubleman unlimited") o riffs de esos que quitan el hipo ("Within the gravitron").
Hasta cuando se acercan al blues (a su manera, claro está), con "My body and me", el grupo suena con una potencia suficiente como para hechar a volar tu alegría. Su anterior trabajo del 2018, no había cuajado de una manera totalmente eficiente, ("A productive cough"), por lo que cuando suena petardazos del tipo de "(I blame) society", solo queda vitorear y producir espasmos.
Con un sonido bien definido para los que seguimos al grupo, el cd es un portento en cuanto a su ejecución y puesta a punto, un dardo de feedback y sudor, un suculento programa de vigor y mañas eléctricas ("Just like ringing a bell").
"Tumult around the world" es como si la hubieramos escuchado mil veces, en tabernas perdidas de la mano de la edad, en radios programadas para no parar jamás de sonar. Y como siempre que se encuentra Albini de por medio, la pulcritud y limpieza de sonido se auna con una pegada marca de la casa de los Electrical Audio de Chicago, hogar donde mecen y acunan al ruido.
Otro de los momentos estelares de "An obelisk" es "The Lion inside" donde Stickles ruge como un poseso en un maremoto de efectividad total que en la punk "Beneath the boot" se convierte en un alicate de demolición.
Buen disco pues de una banda con pegada suficiente como para que pasemos con ellos un buen rato de disolución y juerga.
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