Llevo siguiendo a Fernando Alfaro desde que los Surfin Bichos gruñían con sus vozarronas tan lejanas a finales de los 80. Cada trabajo suyo, con los alias que el quiera poner, ha sido una viaje hacia el universo de unos personajes más necesarios en nuestro panorama tan necesitado de aventureros sin paracaídas.
Quizás este disco haya sido bajo el nombre de Chucho el que pueda competir con "Los diarios de petroleo" como lo mejor de su carrera de perro abandonado al albur de las letras desenfrenadas y de las músicas que se hacen querer.
Desde que suena ese hit que da titulo al cd, hasta esa especie de western espacial que es "Sombra lunar", nos encontramos al Alfaro que tan bien conocemos. Bajo la sombra de sus recuerdos, con la marca ya de los años en esa piel ahora surcada por arrugas del ayer, sigue disparando fogonazos para que nos perdamos en sus islas de hombre solitario y cautivador.
Ese inicio vacilón de "La ambulancia y el dolor", es la introducción perfecta para uno de esos temas donde la tragedia es irremediable, pero también el amor que no se puede despegar de lo que tanto se ama. O mi favorita, "Yoga love", donde hace lo que más me gusta. Tensionarse en medio de una rabia que le hace gritar entre guitarras y reflexiones de esas tan necesarias para buscar alguna respuesta a los desplantes de esos dramas que van dirigiendo nuestra biografía.
"La carretera de la costa" me hace recordar el pasado. El pasado que cualquier tiene agazapado en sus álbumes de fotos, cuando disfrutabas de ser un descarriado que volabas libres de la mano del exceso, con compinches que como tú, no ponían frenos a esa intensidad que nadie podía parar.
"Hoamm" parece casi psycogarage y "Agente Sebso" es otro de esos himnos a los que nos tiene tan bien acostumbrado el bueno de Fernando. Emocionante sin duda. Y el plato fuerte lo deja para el final. La post punk del lote, "Otra ciudad", la segunda parte de aquella joya que fue "Chapoteosis de chiquillos en la bañera". Como aquella, cuando la escuchas no puedes más que volver atrás y repetir su escucha. Estoy seguro que sus hijas cuando la escuchen verán reflejados en sus ojos estanques alborotados en un tiempo indefinido, lejos de la condena del paso imbatible de los años. Una joya.
Chucho, Alfaro, en marcha, concienciados paladines de una epopeya que sigue dando capítulos por donde es un gusto perderse. Otro disco más para la colección. Bravo Fernando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario