Qué buenos recuerdos que me traen Buffalo Tom. En los gloriosos 90, flipamos como locos cuando conocimos ese espasmo llamado "Birdbrain", compañero de generación de los discos de Pavement, Dinosaur Jr, Pixies y otros tantos compañeros de viajes.
El grupo de Bill Janovitz fue matizando su sonido, dejando esa distorsión tan devastadora, para recorrer otros caminos, igual de interesantes. "Three easy pieces" vino tras 9 años de silencio tras "Smitten" (1998), y la verdad es que es todo un lujo toparte con temas como "Bad phone call" o la que titula el álbum.
Rock medicinal, de ese que tiene suficientes atributos como para que te siga y te motive ("You'll never catch him"), y continua intacta la capacidad que tenían de hacer hits instantáneos de esos que se recuerdan aunque el lobo del tiempo pase sus dentelladas sobre nuestras memoria, como esa joya delicada llamada "Bottom of the rain".
Todo "Three easy pieces" es un maremoto de suculentas melodías ("Lost downtown"), de calorías de casi power pop ("Renovating"), acompañadas por sacudidas para no perder el paso ("Good girl"). También hay líricas reflexiones del calibre de "Pendleton" que dejan la voz a rugidos siempre calmados ("Gravity").
"September shirt" puede valer para canción de un verano que se esfumó por las mangas de la melancolía, y "Thrown", la más larga de todas, nos hace recordar a ese otro pico de su carrera que fue "Let me come over".
Con ustedes, una banda cuyo sonido es imposible que pase de moda. A disfrutar toca pues.
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