Hacía tanto que no me topaba con un grupo que en la actualidad tenga al slowcore como banderín de enganche, como munición balsámica de silencios que hacen daño (el inicio del disco con "Sundown", no puede ser más clarificador de lo que deben Deathcrash a Codeine), que la escucha de "Return" me ha inundado de ese extraño goce que nace de la inquietud.
Y es que acostumbrado a que los combos actuales que nos vienen de las islas se orienten hacia el post punk en sus diferentes formas, estos jóvenes londinenses prefieren postularse en barracones de guitarras que destilan melancolía, aunque tampoco desechan los arreones de guitarras que les acercan a la parte más incendiaria de Mogwai ("Unwind").
Pero prima la armonía en espacios tranquilos donde los suspiros se juntan con el rocío de los deseos ("American metal" y "Horses" son dos sacudidas acústicas que te retuercen el sentir). "Wrestle with Jimmy" es un mar de esporas que vibra entre el temor de una tormenta que amenaza y la sensación de perdida por el paso del tiempo. Devastador.
Jóvenes y con la mirada triste. Jóvenes y con la necesidad de transmitir mediante la música la serenidad de un juego de voces que se apagan mientras los sonidos que te rodean son como una curiosidad que empapa la sensación de aislamiento ("Metro 1"). "Slowday" te mantiene en alerta con su sugestiva radiación que recuerda a Bedhead y "Was living" entona a marchas forzadas un réquiem de guitarras pesadas y delirio asegurado. Ocho minutos de catarsis.
"Doomcrash" también es un claro ejemplo de las enseñanzas aprendidas en los jardines de la introversión, donde es mejor perderse mirando la caída de la hojas antes de intentar averiguar el sentido de todo.
Deathcrash, el retorno del slowcore como género para ensimismarte, para tender puentes entre las nubes y el alma, para disfrutar sin necesidad de tener nadie a tu lado....
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