Este dúo canadiense-danés formado por Kyle Knapp y Julius Pedersen, construyó en este "Fault lines" todo uno monumental disco repleto de lugares repletos de misterio, un abanico de sonoridades que desde que empieza a sonar la ambiental "Memorial", te atrapa por sus envolventes texturas sobrecogedoras.
Post punk sin andamiajes que a veces recuerda a Swans, como cuando suena la excitante "Body and soul". Antes cuarteto, ahora los dos músicos han querido dar una continuidad al que fuera su anterior y vibrante disco "Beneath the floors".
Y la verdad es que han conseguido lo que estaban buscando. "Credence (ash in the winds of reasons)" es todo un himno de la desolación, un tema que navega entre oscuridades y temblores, una resistencia a la luz, que funciona como aparato reproductor de sentimientos de calma, donde se pueden rastrear ecos de PIL. Vaya pedazo de canción.
En "Amulet" se escoran a una electrónica con latidos que arden, con pulsaciones que rugen y en "X-Neighbourhood", te toman al asalto, sin pedirte permiso, con suspense y atino, en un recitado sin fin de sensaciones totales, palacio siempre de invierno donde es fácil perderse entre laberintos de tristeza y melancolías necesarias. Me quito el sombrero con ellos.
Y es en "Syndicate" cuando viene el plato fuerte. Suena apocalíptica, hermanada con todas las obsesiones de Michael Gira, un puñetazo certero de rock del fin mundo, con un sonido industrial que mece y te acalora, con una agitación de esas que te deja aturdido desde el inicio de la escucha. Catarsis elevada al cuadrado.
Y como colofón para este viaje tan sugerente, la cinemática "Mirror of hope", una postal tranquila que me recuerda a los tiempos calmados de Piano Magic. ¿Qué más de puede pedir de Deliluh? Nada, que continúen dibujando sombras. Exquisitos.
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