Esto es post hardcore del bueno, de ese que cabalga a lomos de guitarras enloquecidas, pero que no pierde en ningún momento el aliento de tristeza, de tragedia que despiden unas canciones de esas que a las pocas escuchas, ya las haces tuyas (pedazo de inicio con "Come heroine").
Porque este sexto disco de la banda de Jeremy Bolm es quizás el que mejor condense una emotividad de esas que te subyuga, como ese hachazo medicinal del tema que titula el cd. Vaya pasada. Los californianos saben seducirte con sus inclemencias de gritos y pasión (en "Feign" le piden a Bad Religion unos cuantos acordes para al poco volver a sonar como sólo ellos saben).
Me encanta el tono radiante de "Reminders", y en la más larga de "Lament", "Limelight" con sus cinco minutos de rabia y pulsiones al límite, no hacen más que confirmar el poderío instrumental de uno de los mejores combos de post hardcore de la actualidad.
Y cuando llega la singular y tranquila "A broadcast", te das cuenta de la capacidad de la banda para moverse en parámetros donde el binomio tranquilidad/devastación es un concepto con anchuras de miras. Te emocionas con la punzante "I'll be your host", y en la más rápida de todo el lote, "Deflector", siguen en la misma senda que tanto admiramos de Envy: la furia y la ternura, el hacha y la flor.
La nieve aun sigue en el asfalto, el frio abocado a una lotería ganadora continua llenando las ventanas de arañas de estalactitas, aquí, ahora, a las siete y media de este martes de la segunda semana del año, noto el calor que provoca Touché Amoré, la energía a raudales, el festival del exabrupto perfecto.
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