Cuánto añoramos a Bowie. Cuánta falta nos hace el rechinar de sus canciones, la enjundia de su arte, la destreza de sus discos. "Black tie white noise", trabajo que celebra sobre todo, el buen momento de forma que vivía el artista, por su boda con la modelo Iman (el disco se abre y se cierra con "The Wedding", campanas al aire y felicidad sin contener), y fue la última colaboración con su antiguo compinche Mick Ronson, quien falleció 24 días después de la salida del disco.
"Black tie white noise" es un compendio de sonidos soul, ("You've been around") donde la presencia del ex-Chic Nile Rodgers se hace notar a cada nota musical de un lp, que quizás no es de lo más recordado del camaleón, pero como toda su obra, siempre es altamente disfrutable.
"I feel free", es una versión funk de un tema de Cream, una batidora de ritmo, donde el saxo, tocado por el propio Bowie, es la pieza fundamental de un rutilante sonido que da paso al tema que titula el lp, nacido de las revueltas que se vivió en el Los Angeles contra la comunidad de color.
La bailona "Jump they say", está dedicada a su hermano, que se suicidó en la década de los 80. Después nos adentramos en "Nite flights", otro de los puntales de un disco que viene a remontar una carrera que tuvo punto más bajo, con la poca repercusión que tuvo su anterior largo "Never let me down" del año 1987.
No puedes dejar de moverte cuando suena la exuberante "Miracle goodnight", o cuando hace suya una canción de Morrissey, "I known it's gonna happen someday". En resumen, "Black tie white noise", otra certera acumulación de canciones para no olvidar del más grande artista de todos los tiempos.
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