Atención que esto es disco del año. Una gran bola que nadie puede parar, un amasijo de sonidos que pulverizan, que atrapa, una catarsis sonora que te deja boquiabierto desde que suena la canción que da título al cd, con ese recitado da paso a "Sugar/Tzu", y una aparente tranquilidad que se ve abrasada por un torrente rítmico de esos que no deja nada en pie.
Cada disco que llevan supera al anterior. Y este tercero va para obra maestra. Si, así lo digo, sin miedo a equivocarme. Que un grupo con músicos tan jóvenes se atrevan a aunar en un mismo trabajo a The Mars Volta, King Crimson y todo lo que te puedas imaginar, dice mucho de la creatividad que atesoran cada uno de sus miembros (el batería debería ser canonizado).
Hasta guitarras flamencas te encuentras en "Eat men eat" donde divagan en un mar de sonoridades que van desde la psicodelia hasta el punk más abrasador. Así, sin despeinarse. Geordie Gripp y sus colegas tienen la varita mágica para dejarnos descolocados. Cada vez que escuchas el disco, encuentran matices nuevos que se te habían pasado antes.
"Welcome to hell" es puro crosoover, un almanaque donde se acercan con cariño a las enseñanzas de The Mars Volta, pero siempre con su voz propia. Una voz que nace de ser indómitos por naturaleza. Como "Still" donde nos dan un respiro con una canción de esas que podíamos llamar de autor, pero repleta de misterio y de luces que se apagan y encienden provocando una catalepsia asegurada.
"The race is about to begin" es uno de los puntos fuertes de un disco que se defiende por si solo. Frank Sinatra encuentra al Punk, la locura de un cantante que afina su voz en medio de un estival de instrumentos que cada vez te ofrecen un momento para perderte en este paseo por el infierno dulce que provocan.
Elegante es "Dangerous liaisons", y "The defence" es otra gema que rezuma una tranquilidad falsa, porque aquí tensión hasta en los costados del silencio. Para terminar, la apoteosis con "27 questions", otro andamio para esta catedral sónica que te deja sin aire, que es una pastilla con veneno de colores, un analgésico contra el mal dolor.
Black Midi, grandes y sin freno, ya tienen su propia carretera, donde transitan con su sonido único, ajeno a modas y etiquetas. Lo suyo es arte. El arte que nace de la necesidad de la transgresión, de la seguridad del disfrute. No hay que perdérselos.
2 comentarios:
Cosas, que por lo menos le dan un aire freco y renovado a este ambiente enrarecido donde todo acaba sonando a veces, a una mala copia.
Este grupo es un viento libre y salvaje que hace que el disfrute sea máximo cuando los oyes. saludos!!!!
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