Acabamos este aciago año (y ya van dos), a lo grande, con la recuperación del que fuera el primer disco del ex-Japan, el gran David Sylvian. Y es que recurrir a músicos como Sylvian antes de las campanadas que van ha cercenar a 2021 nos garantiza por lo menos que nuestros oídos se llenen de una amalgama de floriruras que van del funk, al jazz, al artpop. en fin un puntazo de principio a fin.
Empieza como un huracán con la funk y brillante "Pulling punches", con un sonido avasallador, de esos que con todo el tiempo que ha pasado suena como si el reloj se hubiera parado. Y mucha importancia de lo que suena por aquí lo tiene sus acompañantes. A parte de sus excompañeros Steve Jansen y Richard Barbieri, el elenco de socios que le arropan es para temblar: Holger Czukay, Mark Isham o Ryuichi Sakamoto, son sólo una pincelada de la razón por la que "Brillant trees" suena como suena.
En "The ink in the well", aparece como en muchas partes del lp, referencia a artistas, escritores (es este caso, Sartre y Cocteau), y es desde el inicio una pieza delicada y a la vez artesanal, con la voz de Sylvian comiéndose el aire y los músicos suspirando jazz de media jornada, en la noche, donde los neones reviven las circunstancias del sentir. Increíble.
Qué pasada que el 31 traiga estas sonoridades, estos festines para los que nos sentimos exquisitos en nuestras necesidades musicales. "Nostalgia" es una serenata reflexiva, un tranquila disquisición repleta de colina de tensión interna y "Red guitar" , el single estrella del álbum, con el sonido del piano que teje la telaraña de una canción que en aquella época que hablamos podría discutir el puesto en la listas a cualquiera de los atribulados grupos que llenaban minutos en los programas y en la prensa. Puede sonar comercial, pero es sólo apariencia. La composición es una amalgama certera de una conjunción total de unos músicos que estaban en pleno estado de gracia.
"Weathered wall" es otra de las joyas que no tienes que perderte de "Brilliant trees". La melodía que nace de la voz de ruiseñor de David, la fogosidad instrumental en un marasmo de delicadeza, los rasgos eclécticos que te seducen desde su inicio, y esa capacidad para hacer una música que estaba solo al alcance de unos pocos.
Se va este funesto año, se va y que parta con vientos frescos. Es la 1 de la tarde, el sol entra por la ventana, "toc toc", toca el cristal mientras el tema que da titulo al cd con sus casi 9 minutos te obliga a volver a poner "Brillant trees" con los rescoldos y los últimos alientos de Sylvian. Que paséis una buena noche, que el 2022 sea fructífero, y que la MÚSICA, así en mayúscula continúe arropando nuestra hambre necesaria.
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