Porque ocultos son los textos de David Tibet, esóterico y abisal, en "All the pretty little horses" se rodea de un elenco de músicos que dan todo lo mejor para que esas notas funestas que presagian apocalipsis, te mezan en una nana siempre fatal. "Calling for vanished faces I" con su flauta rural, "The Inmost night" con ese aire a misa negra, o "This carnival is dead and gone" una especie de folk de ultratumba.
La muerte, el dolor, el patripasianismo ( una de las tantas herejias perseguidas por los santos varones de la "santa iglesia"), y su extraña forma de cantar, todo es favorable para cuando escuches el disco lo mismo resuene sobre ti, en el alto cielo, las mismísimas trompetas de Jericó.
Cuando Tibet se tranquiliza le sale bellezas del tipo de "The bloodbells chime", con piano incluido, para en "The frolic" llevarnos en sus 8 minutos a una danza macabra que no sabemos como puede acabar. La más dura de todo el lote es "Twilight twilight nihil nihil", una vesanía de corte medieval rodeada de un halo minimal que asusta.
Y para terminar, la colaboración estelar de Nick Cave en "All the pretty horses" y "Patripassian", donde el australiano esta en su salsa, haciendo lo que mejor saber, como crooner de la desesperanza, un dos delicadas piezas perfectas para un disco que como anuncié al principio, sobrecoge. No apto para optimistas recalcitrantes y si para degustadores de todo tipo de absenta musical, amantes impertérritos de las necesarias flores del mal.....
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