Que buenos y que raros que eran The Microphones. La banda de Phil Elverum no se casaba con nada ni con nadie. Así que su sonido no podía de ser más que una amalgama hermosa de rock, con postrock, con retales de folk desmantelado ("I want wind to blow").
Este disco es el mejor que sacaron. Los rugidos de las guitarras del tema que titula el álbum, y el tono melancólico y tristón que todo lo invade no hace más que hacerlo más apetecible con cada escucha que le das. "The moon" es lírica estancada en unos minutos de susurros y cantos que nacen para no olvidar la infancia perdida de la infancia, y en "Handless horseman" convierten la épica en un manjar de andar por casa.
"My roots are strong and deep" tiene un aire Magnetic Fields en plan lofi, y "The Mansion" es otra catarata de sonidos de esos perfectos para llevártelos a tus silencios preferidos. "I'll not contain you" es folk casi rural y "The Gleam, Pt. 2", tiende a la sofisticación pero sin pasarse.
Luego nos encontramos con "Map", donde buscan la catarsis de la distorsión para en "You'll be in the air" adormecernos con un abanicos de posibilidades tranquilas que se ven interrumpidas con el indie rock salvaje de "I want to be cold".
Su carrera siempre fueron los márgenes. Por eso molan tanto escucharlos. Temas sinuosos como "I felt my size" o ese final de nueve minutos de "My warm blood" no son mas que puntos a favor de una banda que nos dio muy buenos momentos para el disfrute.
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