Menudo pasote de grupo Chevreuil. Les bastaba al duo galo formado por Tony Chovin y Julien Fernández, sus artimañas sónicas, para fabricar un mathrock enrabietado, que no deja títere con cabeza, con su pegada brutal.
El guitarristas toca a la vez (joder como cojones lo hará),los teclados, y el batería parece que quiere romper el mundo a ostias ("Cannibal lover" y "Gendarme"). Ayuda bastante la producción de Albini, quien se encarga de que todo luzca bestial de principio a fin. Vaya sonido.
"Afronegro" es un especie de hit roto, repleto de breaks, de tenazas de distorsión, matemáticas al servicio de una inspirada concatenación de enjambres de distorsión y "Breakdance" es otro de los puntos fuertes de un disco que se pasa en un pis pas, por su continua excitación, por una devoradora acción caústica que te absorve y te llena.
En "Tonnerre mecanique", la más larga de todas, con sus ocho minutos, resumen a las claras el gran poder hipnótico que la banda poseía, esta vez con algún tic melódico que los hace más interesante aun. "Solier superieur" es el cierre de este andanada de temas que te sumergen en el mar bravío del mathrock más metódico y brutal.
Más música para la mochila, más canciones para devorar en casa mientras la primavera ya amanece con su soles y temperaturas altas y nosotros seguimos encerrados buscando rendijas en nuestras casa donde aspirar la necesidad de volar.
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