lunes, 20 de abril de 2020

CARLA BOZULICH. "Quieter" (2018)


Bien pudiera pasar Carla Bozulich, como una versión algo amable de Diamanda Galas. La inquietud que provoca, la oscuridad que describe, la agonía que parece perpetuarse entre canción y canción, la une con la sacerdotisa del mal. "Quieter" es un compendio de piezas que se mueven entre chelos fantasmales y voces de esas que parecen salir de las catacumbas.

"Let it roll" es la primera daga que se te clava en los oídos, un frenesí continuo de susurros, un deslizante sonido que te mece y te altera. "Sha sha" es una balada, algo más amable que las noches profundas que rodean cada tema de este disco. Bonita,para besar cefiros.

En "Glass house" Bozulich se mece entre campanillas y austeridad musical, con su voz repartiendo sustos, confirmando que es una estrella caída en manos de un dark folk negro y visionario, cargado de una intensidad de esas que te deja sin aliento. Luego "Stained in grace", nos adormece con un chelo que parece una ballena en el océano buscando salvador placton.

Si has llegado hasta aquí, ya estás en sus manos. Por que luego "Emilia" te asfixia con su desbordante intensidad, con su catarsis repleta de señuelos para no perderla la pista. La más experimental de todo "Quieter" es "Written in smoke", que es una concatenación de ruidos expresionistas barruntando el peligro que acecha por las noches sin estrellas.

El final, "End of the world", música para oir en uno de sus club que David Lynch saca en su portentosa filmografía. Carla Bozulich, música para no dormir, la imagen sonora de la somnolencia. Todo un placer....





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