No lo puedo remediar. Son mi máxima debilidad. Mi grupo favorito. Y más tras la experiencia que jamás olvidaré que supuso verlos hace a penas dos semanas. Después de tantos años siguen siendo una auténtica medicina para el alma. Habría que tirarle de las orejas al promotor que se le ocurrió la estrafalaria idea de llevar a The Wedding Present a un auditorio con butacas. ¿Quién puede aguantar sentado viéndolos?
Porque la verdad es que los que estuvimos allí asistimos a la confirmación que el grupo liderado por David Gedge sigue teniendo esa capacidad de perforarnos los corazones con sus distorsiones abrasivas, con sus melodías de fuego, con esa enorme rotundidad que hace que se deshojen los años de nuestra edad en una hora y media que nos hizo enfebrecer de felicidad.
Valga el concierto para traer a Discos Pensados el segundo mejor disco de su dilatada discografía (el primero, ya lo he comentado por estos lares, es para el que escribe el mejor disco de la historia, "Seamonsters"). Y además con una edición especial con 7 canciones que no venían en el trabajo original.
"Bizarro" vino tras el pistoletazo de su carrera que supuso "George Best", y no hace falta esperar mucho para que el corazón palpite con furia. "Brassneck" y ese vídeo que habré visto mil veces, y esa forma de sonar como nadie antes lo había hecho. ¿Qué puedo decir? Los amo. "Crushed" es puro punk con voces que parecen margaritas, mientras David sigue ejerciendo su vocacional oficio de párroco de una música que sólo ellos han sabido fabricar.
Siempre he pensado de The Wedding Present que eran una versión punk de The Smiths. Para confirmarlo basta oír temas como "No", y ese deje melódico que apabulla y te derrite. Y es entonces cuando llega una de las mejores canciones de su carrera, "Kennedy". Cuando la tocaron en directo, ya no podíamos aguantar sentados. Sedición y juventud, el cuerpo que vibra, el motín contra el paso del tiempo.
Y como la cosa va de hits, aquí va otro. "What have i said now?", y la rebelión es una victoria asegurada, los dedos intentan transcribir las sensaciones que provocan esa cadencia vocal, esas guitarras en irrupción, ese pop de mentira porque aquí solo hay furia. Y es entonces cuando suena otro escupitajo, "Granadaland" con la que cerraron su concierto. Se me saltan las lágrimas sólo de recordar. Puro frenesí, un aullido salvaje, unas melodías que tengo grabadas desde hace tantos años en todo mi ser.
Y esto es un no parar. Casi derribo el café que tengo en la mesa. El día anda preocupado con la niebla y suena "Take me" y se me erizan hasta los cabellos de los latidos que se pueblan de caballos y guitarras detonadoras. Y luego está el regalo de esta edición especial que empieza con "Unfaithful" y esa necesidad imperiosa como nos ocurre con los Wedding siempre, de no esta quieto cuando los oímos, de sufrir aspavientos de felicidad, de recordar esos momentos cuando con 20 años te encerrabas en el cuarto en casa y te dejabas llevar por esa corriente frenética.
A continuación te topas de repente con esa versión de Tom Jones, "It's not usual", y ya te quedas como loco, alucinado de ese fragor punk, de esa fuerza que te deja impávido, como borracho, excitado ante tanto guitarrazo y tanta canción explosiva. Y otra versión de "Brassneck" que iguala o supera a que inicia el disco, y que da paso a "Don't talk, just kiss",donde el pogo ya es imparable.
Y termina este viaje con "Gone y "Box elder" y tengo que dar un largo trago de agua, porque parece que en el tiempo que he tardado en hacer el artículo hubiera estado corriendo una maratón. Oírles es todo un bálsamo, un disfrute sin igual, la consagración de la idea del poder salutífero de la música.
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