Si he de quedarme con un disco de la discografía de Deerhunter, sin duda es este, el que fue su segundo trabajo, "Cryptograms". Los de Atlanta navegan en odas sinuosas de psicodelia que se hace querer, oscuros y a la vez intrigantes, como la canción que da título al cd.
Bradford Cox y sus chicos, supieron hacerse un hueco con esa mezcla tan envolvente que trabajaban, donde el dream pop, el post punk y el noise, se volvían luminosos, tamizados con la particular visión de un combo que desde el inicio de su historia, se les vio cualidades suficientes para hacerse en hueco en el panorama de la música independiente.
"White ink" tira de shoegazing atmosférico, pulso a cien, vibraciones al límite, para en "Lake somerset" enturbiarnos con un post punk rítmico y trotón, cienaga de bilis y adrenalina febril. Joder, que sudores. Así que penetramos de golpe en la minimal y oriental "Providence", para en"Octet" ejecutar un poderoso kraut rock para revitalizar tus orejas.
El ambient más sinuoso y profundo llega con "Red ink", y mi favorita, viene a continuación. La penetrante y absorvente, "Spring hall convert", una mezcolanza de ansiedad shoegazing, un artefacto bello y espectral. La psicodelia revolotea en la sideral "Strange lights" y en la floydiana "Hazel St", con aristas melódicas y susurros de ácido. Parece que estamos a últimos de los 60.
Lo dicho, multitud de sensaciones que provocan y atrapan lo que destapa este "Cryptograms" y que no encuentro en sus dos últimos discos, el reciente "Why hasn't...." (2019) y su antecesor "Fading frontier" (2015). Me quedo con las turbulencias de este pedazo de lp altamente disfrutable cuando tu cuerpo pida aceleración.
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