martes, 29 de octubre de 2013

TACHENKO. "El amor y las mayorías" (2013)


Siempre he visto a Tachenko como una dulce reconversión de El Niño Gusano. No sólo porque alguno de sus miembros estuviera en el orbe de ese gran grupo desaparecido y que tanto bien hizo para el pop surrealista, atolondrado, de esta Iberia tan necesitada de setas alucinógenas de emoción.

En este quinto disco y tras tres años de ausencia, Tachenko vuelve para dejarnos sin aire, para llenarnos de vitaminas pop alegres y duraderas para llevar bien los malos tragos que nos da la vida. "Campos de marte" es un buen comienzo para la banda de Sergio Vinadé y cía.

Y "Suerte y relámpago" es otra manera de cruzar los mares imposibles de las letras que nos llevamos a cuesta en nuestros oídos, con guitarras que se mienten primaveras, con un estupendo juego de voces que clama a los cielos algún granizo tonto o un sí te quiero.

Qué buenos son estos tipos. Hasta este hit casi disco que es "Dame una pista", tiene un punto de esos estupendos para llevarnos a la boca un buen cigarro de buenas palabras de aclamación. "Levántate" tiene ardor guerrillero, filigrana en forma de verso, caricia y suaves cronología de palabras al sol.

"Mi amor, las mayorías" es una especie de Barrio Sésamo independiente, bossanova de besos y gintonic, una palabra de más para arañar cielos. Total los de Zaragoza, total. Y "Estados libres de la Unión" es otro ladrillo más para un edificio de catarsis pop.

Para decir adiós no hay nada como ponerte "Las cárceles", sinfonía perfecta para quemar recuerdos, para traer fotos de esas descoloridas y dárselas a tu hijo para que él ponga el perfecto color a la desmemoria del tiempo.

Así son Tachenko, grandes como un tapón, un bigote que ni un serrucho puede cortar, una buena andanada de canciones para quitarme espinas del corazón, para decir, que sí, que me gusta el buen pop.


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