Piloto automático. Uno que ha seguido la carrera de Antonio Luque desde sus inicios con este impactante disco homónimo de sus inicios, me siento un poco defraudado ante la escucha de un trabajo que la verdad, no se como se puede defender. Los medios independientes de siempre lo han alzado a las cumbres máximas; según mi humilde parecer es el peor trabajo de su carrera.
Ya en "Asunción" (2019) aparecían notas que nos iban diciendo que faltaba algo, que sus himnos de lirismo estrangulado se estaban agotando, que ya venía el cansancio, que costaba acabar un trabajo de Sr. Chinarro. Y eso es una putada para un artista que siempre ha estado en la cima.
Y es que las dos primeras canciones del cd, "Una famiglia reale" y "Planeta B" ya van anunciando con su sonido lineal que aquí falta algo. Parece que "Escorpio" quiere remontar el vuelo. Es la típica canción que Luque sabe defender con melancolía y tristeza; esta si sería una buena baza para desde estos parámetros haber un construido un lp que es bastante monótono.
"Telaraña" también se puede disfrutar, pero en "Sábanas santas", en plan rumbero es cuando te das cuenta que este disco como comento al principio, peca de no tiene aviador que lo pilote. Se puso el botón automático y a dejarse llevar.
"Depresión" no me dice nada y "Aplauso" aunque los críticos de siempre lo quieren emparentar con The Cure, no es más que una fábula que no lleva a ninguna parte. Llegado a esta parte de la escucha, es cuando más te acuerdas del Luque de "Presidente" o "Ronroneando". "No recuerdo" no se puede disfrutar de ninguna forma, y cuando llegas al final con "La odisea", te das cuentas que lo que sentías al principio se ha cumplido.
Decepción absoluta. Debería reinventarse el amigo Luque. Ya no emociona. Quizás a unos cuantos les convencerá. Pero esto no basta para alguien que ha tenido la capacidad de hacer de la poesía un argumento para llenar la música de extraños laberintos de goce y sorpresa.
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