Cuánta falta nos hacen grupos como Still House Plants. Bandas como ésta que tienen la capacidad de no saber donde ubicarles, no encasillados en nada en particular, con una voz propia, configurando una paleta de canciones que te cautivan desde la primera vez que los escuchas.
Y es que el trio de Londres, en su tercer trabajo, desde que suena "M M M", te deja rendido ante la evidencia de que esto a lo que te enfrentas es muy grande. Y mucha culpa de ello lo tiene su cantante Jess Hickie-Kallenbach y esa voz que serpentea, que parece militar en un mundo de suspiros y sugerencias, con ecos de Buckley, con aires de jazz roto ("Part").
Y todo en medio de una calma siempre tensa, la batería (David Kennedy) y la guitarra (Finlay Clark) se reparten las papeletas de esta rifa de hermosura total. Si aun no estas dentro de la red que tejen, cuando llegues a "More boy", no tendrás más remedio que dejarles hacer, que arder sin prisa en la incontinencia de un arte que te provoca y te apacigua.
Hay retazos de slowcore congelado, hay silencios que lo dicen todo ("Probabbly"), y hay sobre toda una sensación de que cuando has terminado de oír todo el trabajo de Still House Plants, tienes la certeza de que aquí anida algo grande, que se sumerge en esa necesidad de transcender lo siempre manido, en hilar de nuevo el hilo poderoso de la transgresión ("3scr3w3").
Mientras Jess canta, el resto de la banda mira para otro lado y se deja llevar por los vaivenes vocales como vemos en "Silver grit passes thru my teeth". Luego se arman de rabia y en "Headlight" la distorsión crea fiebre y desolación.
El tema que más me penetra el alma es "No sleep deep risk", y su tristeza encubierta de hojas caídas de otoño, de sugerencias para bajar el toldo de tus párpados hasta nueva orden del sentir. Brutales. Para terminar, "More more faster" otra radiografía para la introversión total.
Desde Discos Pensados, el aplauso más absoluto a grupos como Still House Plants, que hacen que la sorpresa anide aun en la cada vez más exigente necesidad de apartar tantas malas hierbas del campo de escucha que nos rodea.
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