Sus primeros discos eran un volcán de guitarras que ardían, de electricidad galvánica. En este "Laughter's fifth", penúltimo disco de su discografía, la banda de Washington viró hacia un rock que mira de reojo y sin esconderse a Neil Young ("Survivor"), siempre con reflexiones melódicas que hacen su discurso atractivo.
La banda de Sam Jayne ya no mejoraría ese gran disco que sacaron en 1999 llamado "Destination 2000", pero aquí hay lugar para el desgarro como en la emotiva "Every midnight song",o para mirar sonidos cercanos al glam como ocurre en "Dirty lives".
Cuando mejor les salen las cosas es cuando padecen el efecto de la fiebre eléctrica de antaño y producen bestialidades del tipo de "I'm a ghost" o ese torrente hipnótico llamado "Canal street". Todo podía pasar en Love as Laughter, banda poco reconocida, y que tuvieron su pequeño islote de reconocimiento entre los oídos exigentes de la época ("Pulsar Radio").
En ocasiones se quedan en tierra de nadie, como la a ratos insulsa "Corona extra", pero logran salir del bache y recuperarse cuando casi parecen Pavement en "Makehift heart". En conclusión, disco que no te cambiará vida, pero que si que contiene un buen ramillete de sonidos que te harán agradable un mal día.
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