Siempre he seguido la carrera de Julio de la Rosa. Desde sus comienzo con El Hombre Burbuja, hasta su provechoso camino en solitario, todos sus discos tienen ese aliento que hechiza, esa bendición sonora que acaricia. Por no decir su labor como hacedor de banda sonoras de las mejores cintas del cine español (lo de "La isla mínima" es para remarcar).
"La herida universal" es mi segundo favorito de su discografía. El primero, es "Pequeños transtornos sin importancia". En "La herida universal", desde ese inicio tan evocador y triste de "Uno", no te queda más remedio que dejarte llevar por el arrojo de este poeta de las cosas cotidianas, de las relaciones que empapelan sentimientos, de los latidos que a veces se inflaman y otras se paran sin motivo aparente.
"Tan amigos" es el relato de una amistad que se convierte en un esquivo aturdimiento del corazón y "Las camareras" es una pulsión hedonista hacia la vida total, repartiendo amor sin fronteras ni alambradas de espina. Me gusta como canta Julio, y me gusta lo que cuenta, lo que narra entre neones impulsivos ("El temporal").
"La fecha en la tapa" en plan bossa, es todo un punto; amor con un dia de finitud, amor con un sello de hasta nunca. Luego viene mi preferida, "Hasta que te hartes", la más marchosa, hit seguro concebido para saltar los cielos de los susurros. En "No me mires con los ojos" nos hallamos con una de las piezas más suaves y embriagadoras del disco para volver a subir el ánimo con "El traje".
"Violines de noche" tira al funk con desparpajo y "El amor desperdiciado" es mejor que no te lo pongas si tienes un amor trucado, un adios sin condiciones. Fabulosa. "La herida universal", otro de esos trabajos que de Julio de la Rosa que engancha y emociona. Amor estrangulado.
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