No hace falta mucho. Sólo con esa tromba de sonido que da el pistoletazo a "Cavalcade" con esa lujuriosa sección de vientos que apabulla en "John L", te das cuenta que estás ante la presencia de uno de los trabajos más importantes de este 2021. Atrás queda el ruidismo de "Schlagenheim", su potente anterior trabajo. Aquí hay mucho jazz, mucho sonido progresivo, mucho desquiciamiento. Y eso es de agradecer.
Un espectáculo de principio a fin, donde Geordie Greep nos muestra sus múltiples caras y donde destaca sobre toda esa bestia de batería llamada Morgan Simpson. Hasta esa versión de crooner le sienta bien a Geordie, como vemos en esos islotes que hallamos en "Cavalcade" como "Marlene Dietrich", donde se apacigua y nos tranquiliza, porque si el ritmo de todo fuera como la que abre el disco nos volvemos todos orates de cabeza.
Fusión funk en "Chondromalacia patella" que al poco se convierte en un torbellino esquizoide, en una tromba salvaje de tensión que te apabulla y arrasa. Vaya sonido. El single de "Slow" es otra de las muchas maravillas que te encuentras en este caramelo envenenado llamado "Cavalcade"; funk mutante, extrema instrumentación de unos pipiolos que parecen que llevan tocando desde la cuna. Los de Londres, con solo dos discos ya pueden decirse que han conseguido tener una voz propia, que no suenan a nadie. Su catarsis es un vendaval y un aullido, una bomba que te acosa, un disco que hay que darle tiempo hasta que se pose en tus entrañas. Luego, no podrás despegarte de él.
"Diamond stuff" es la más oscura, la que condensa con el peligro que acecha en cada segundo de escucha la rabia de un grupo que seguro que está edificando ya los cimientos de un futuro que se percibe grandioso en todos los sentidos. Sin palabras te quedas cuando acometes "Dethroned", aquí casi parece Jeff Buckley Geordie Greep, que te engancha a su soniquete vocal y que deja paso a una visceral escabechina de ruido total.
Para terminar, "Ascending forth" y su romanticismo repleto de mal dolor, un baile al albur de alguna luna perdida, una sincronizada caricia a lomos de una especie de bossa nova marciana. Nada que decir. Solo queda disfrutarlos una y otra vez.
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