Vaya pedazo de doble disco que se ha marcado el bueno de Thurston Moore. A sus 62 tacos, sigue siendo un airado jóven sónico cautivado por la distorsión por la disonancia y la melodía estrangulada ("Hashish").
Dos cds, cada uno diferenciado. En el primero se conjura para continuar la jugada en el mismo punto que los Sonic Youth lo dejaron; en el segundo se la juega todo a la experimentación, al inconformismo brutal, a largas progresiones de ruido de ese que te mece matemáticas.
El primer grupo de canciones (todas marca de la casa), se deja llevar por ese feedback embaucador al cual nos tiene tan bien acostumbrados ("Cantaloupe" podría estar en cualquier disco de los Sonic), por mágicos juegos de manos donde condensa esa capacidad que pocos poseen para hacer del ruido una bella arte repleta de florituras que te enganchan en un vaivén acogedor ("Breath"), donde une a la perfección sus reflexiones instrumentales con un montón de juegos de artificios para gozo de la afición.
Mi predilecta, "Siren", doce minutos de suavidad balsámica, de ternura electrificada, regodeándose en un salmo instrumental donde es fácil perderse y deambular entre raciones de latidos que te dejan ensimismado.
Con "Calligraphy", de las más Sonic Youth del disco, acaba esta primera parte que que te das de bruces con el inicio de la segunda y los 16 minutos de la experimental "Locomotives". Largos desarrollos instrumentales, improvisaciones varias y distorsión a raudales. "Dreamers work" es sólo una parada en una aparente tranquilidad porque "They believe in love (when they look at you)" y sobre todo "Venus" nos deja la parte más arisca y violenta de este sobresaliente "By the fire".
A todos los que vivimos los 90 con ardor y rabia, trabajos como éste nos traen un montón de excusas para seguir siendo antes, ahora y siempre, jóvenes sónicos eternos imposibles de convencer de otra cosa. Bravo Thurston.
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