Que punto volver a encontrarme con esta banda con sabor añejo, y arte por los cuatro costados. Empezaron a principios de los 80, y tras un parón que duró de 1986 a 2006, han ido sacando discos todos ellos interesantes, impregnados de un post punk vitalista, juguetón de la mano de Robert Lloyd y de Andreas Schmid.
Y es que "Four against fate" es una amalgama de todo lo bueno que se puede esperar de un grupo con tan dilatada carrera. "Thicko rides again" parece una versión post punk de B'52s; "The top shelf" es un pedazo himno de esos para topar listas de los mejor del año y en "Wicked winter (Lost in highland park) se convierten en una especie de recreación de The Fall. Fantásticos.
Cuando se disparan, se disparan de verdad, y te hacen convertirte en fehacientes admiradores de sus melodías, como en la mejor del disco ese pedazo de canción titulada "Then i felt". Cuando quieren se vuelvan al garaje, en grutas cargadas de peligro y mucho ruido ("The end began somewhere"), o perfectos juegos de una especie de art rock total, ("Devil's due").
Un disco para tener en tu discoteca, para disfrutar de él en cualquier momento por su capacidad para la sorpresa ("Everything , everywhere, all of the time"), y para encandilarnos con suspiros eléctricos como en la bestial "The other side".
Ya para terminar, "Simple soul" y "The desperate quartet", nos dejan sin palabras, por una intensidad cruda, oscura. Y es que quien tuvo, retuvo. A disfrutar, a disfrutar pues sin parar de este enorme monumento al gozo musical.
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