17 años después de su anterior disco, (por ciento también homónimo) American Football, sacaron en 2016 un disco de esos que rezuma ternura, efervescencia emo, cataratas de guitarras cristalinas, de esas que hacen daño pero molan.
"Where are we now?", la primera canción del disco, es pura orfebrería, delicadeza al por mayor, sensibilidad de esa que te hace enmudecer. Me gusta el emocore. Sobre todo cuando consiguen melodías tan transparentes como "My instincts are the enemy".
Este segúndo lp tras un mogollón de años en silencio es pura dinamita interior oír cosas como "Home is where the haunt is"; se te eriza la piel, cierras los ojos, flipas ondas de esas que arrullan y te mecen y contagiado por el esfuerzo, suspiras calcamonías.
"Born to lose" es otra delicia, flores curtidas entre vahos y porcelana, granizos de rocío y sensibilidad a flor de piel. Merecío la pena la espera de estos casi 20 años. Este disco sigue la misma estela que su primer trabajo. Logrados racimos de luz atemporal ("Give me the gun") junto a arpegios de seda rodante y emocional ("Desire gets in my way").
Para terminar, "Everyone is dressed up", otra oda enigmática de suavidad sin límites. Todo un lujo volver a toparnos con uno de los combos que mejor a convertido en emocore en una ordalía de canciones para sentir.
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