"Can our love" fue el quinto disco de estudio de esta emocional banda, el disco que tiene quizás una de las mejores canciones que han compuesto los chicos de Stuart Staples en su dilatada carrera, la inicial "Dying Slowly".
Con este trabajo, cada día fue haciéndose más patente en el sonido de Tindersticks, la presencia de un soul , cinemático, espabilado y a la vez melancólico, como en "People keep comin'around", acompañado Staples a la voz por el violinista Dickon Hinchliffe. Pura sinergia colosal.
Es una delicia como suena el tema que da titulo al lp, con esa guitarra negra, con la garganta siempre rota de este proveedor de aflicciones al por mayor. Y que decir de la ternura que despide la portada. Todo casa para ponerte en casa rezagado de la calle, darle al play y dejarte acunar por las veleidades tranquilas de una banda que siempre lo ha bordado.
"Sweet release" es densa, cortante, te asfixia con las inclemencias vocales, vaticinio de grandes verdades, acopio de una banda sonora de densidad para bailar arcoiris a la luz de mil condenas. Los conoci con su primer disco y no les he perdido la pista desde entonces. Mi favorito siempre será su segundo "Tindersticks II" (1995) , pero nada hay de despreciable en una carrera jalonada por muchos momentos cumbres.
Ahora estoy con "Don't ever get tired", y no puedo reprimir el gusto, la sensación de buen hacer que siempre ha tenido Stuart, esa sensibilidad exacerbada, esa lírica coagulada mientras los abrazos se despiden del calor. Todo un punto.
Para el final, otras dos gemas "No man in the world" y la voraz "Chilitetime", puro arrecife donde encallar nuestras voluntades de tristezas felices. Tindersticks, apuesta segura, caballo siempre ganador.
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