jueves, 13 de septiembre de 2018

CODEINE. "What about the lonely" (2013)


El dolor era esto. También la soledad que devora, el llanto por las incroguencias del existir, la música para ponerte en tus momentos más bajos. El slowcore sin Codeine sería un estilo superfluo. Codeine nos llenó las tripas de monologos interiores, de sudores frios, mientras en la habitación, cuando tocaba, nos encerrabamos, los poníamos a toda leche, y nos preguntabamos el porque de las adversidades del sentir.

"What about the lonely" fue una disco en directo registrado en una sala de Chicago en 1993, y nos muestra a la perfección como se las gastaban Dough Sacharin, John Engle y Stephen Immerwahr en el escenerio.

Me pongo "Cave-in" o "Jr", y se vuelve a reproducir esa sensación que nace de la lentitud extrema, de la repetición de un grito siempre con volumen bajo, allanando los cielos de claridades acuosas, remolino que dispara hojas secas de recuerdo.

Con solo tres trabajos en su corta vida, en plenos 90, donde todo era posible, supieron hacerse un hueco con su sonido inconfundible y tenaz, doloroso e hipnótico, especial. "Ides" arranca y cierro los ojos, y me llevo por el maremoto de los recuerdos, por la afilación en grado de negación de la guitarra, por las nubes que pasan corriendo hacia valles donde jamás vendrá el sol.

Así era esta banda cuyo nombre hacia honor a su sonido. Este live es todo un reflejo de lo bien que llevaban a cabo su danza macabra, su sinfonía desbocadora, marcial, sin heridos posibles de latidos con buenos sonidos. Qué estremecimiento que provoca volver a oir "Tom" con Stephen volcándose en un reguero de drama, de susurros incómodos, de levedad consentida.

Y es que aunque me apasione Low o Slint, siempre me quedaré con Codeine. Frugales y concisos, arrebatadores y viscerales. "Wird" da miedo por su minimalismo espectral, por esa corriente de vaho quirúrgico que afecta gravemente a tu alegría. Una pasada.

Que sirva pues "What about the lonely" para volver a sacar de las catacumbas a una banda que nos alumbró con frescor gélido, a una espectral marcha nupcial de siseos que te acompañan y miman. El dolor era esto, el placer de los extraños sueños sin definir....



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