miércoles, 2 de mayo de 2018

YANN TIERSEN. "Dust lane" (2011)


Posiblemente "Dust lane" sea el disco más post rock que el músico francés conocido por todos por su larga carrera como compositor, y sobre todo como hacedor de esa maravilla que fue la BSO de "Amelie".

Y es que nada más dejar el dedo prendido en el play, suena "Amy", con esas flautas ensoñadoras, con esa voluntad de volar que parece traerme a la memoria los primeros tiempos de Mercury Rev, cuando aun eran buenos. Himno sideral para volar y gozar.

El sexto álbum de su carrera fue una gozada, un lugar indómito donde pararse a soñar y sonreír, delicado y frugal como la canción que titula el cd. El disco, que nació tras la muerte de la madre del autor, lleva implícito una dosis alta de amargura y melancolía, de suspiros y decadencia.

"Dark stuff" es un puñetazo donde la distorsión se divierte con los vientos y la voz y "Palestine" es una oda embrujada de lírica que se enreda en la secuencia de la amargura, en los siseos de la introversión.

"Chapter 19" es otro recorrido por la nostalgia, con las cuerdas crujiendo mientras se crea un climax de sugestión y hondura. El piano de "Ashes" deja paso a una punzada en el corazón, a un dolor dilatado por la experiencia del tiempo que quita seres, que deja huecos.

Como "Till the End", que se sirve de la electrónica para pasearse por un cielo repleto de rayos que cruzan amenazas, de luces que sirven para pararse en seco. Para acabar el lp, "Fuck me", con la guitarra acústica cantando tristezas. Un puntazo, un disco a recuperar de un artista que nunca defrauda.


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