El día que Mark Kozelek dió por finiquitado a Red House Painters, y llamó a su tristeza Sun Kil Moon, nos quedamos tranquilos. Nada iba a cambiar, podíamos retozar en calma mientras el malhumorado de Kozelek seguía a lo suyo, llenando de blanco y negro nuestras vidas.
"April" fue el tercer largo de Sun Kil Moon, y desde que suena "Lost verses", no puedes más que desear retirarte una temporada lejos de la ciudad, allá donde no hay ruidos ni malos aires. Sentado en medio de la nada, cerrar los ojos, escuchar al cuclillo y decir que sí, que es posible dejar la alta tensión para otro día.
"April" es un disco con mucho minutaje que no se hace largo. Será porque a veces Sun Kil Moon parece Neil Young, ("The light"), o por la participación en él de Will Oldham o Ben Gibbard dejando su voz como señuelo. A los que seguimos a Kozelek nada nuevo bajo el sol. Y eso nos vale.
En "Lucky man" se basta con su guitarra acústica para predicar desde los latidos dolidos y en "Until hallway" podríamos pescar lluvia para nuestros corazones. Todo es artesanal, lento, especiado, repleto de siseos que siempre nos acompañan sin alarma ("Heron blue").
Kozelek estaba a gusto con este folk rock para ojos cristalisnos ("Moorestown"), y hasta cuando suena eléctrico, casi calcado a Young en los diez minutos de "Tonight the sky", se percibe delicadeza y fundamentos de calma.
Sun Kil Moon es un buen medicamento para la rapidez de los tiempos ("Like the river"), y se meta donde se meta Kozelek tenemos asegurada una buena andana de minutos para gozar. A mi particularmente, su trabajo con los postmetaleros Jesu, "Jesu/Sun Kil Moon" (2016) ha sido lo más glorioso de su carrera, pero también porque no, me gusta ponerme el sombrero de paja, una espiga en la boca, un buen vaso de licor fuerte entre las piernas y pensar en no pensar en nada....
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