Estoy solo. Pincho el disco en directo de este trio de jazz formado por el teclista Medeski, Martin a la percusión y Wood al bajo y no paro de subir el volumen mientras las palabras que nacen de las teclas se amontonan en un ritmo que me hace degustar con candor la increible insania de este combo que ha sabido labrarse su porvenir con producciones accesibles y otras como este "The Stone:Issue four" repleta de improvisación, jazz libre y voluntad de vuelo perpetuo.
Grabado en Japón en 2010, se inicia con la primeras de las largas composiciones del disco, "Tutrasai", con una perfecta sincronización del trio que juega y se divierte con el piano desparramando notas y sus compañeros de viaje en un viacrucis colosal donde te diviertes como un chaval al perforarte los tímpanos con esta exhuberante sinfonia de radiación jazz. No me extraña que se escuche al público pasarselo pipa en esta dulce bacanal.
Sigo sólo y viene la segunda gema de esta mina diamantina, 22 minutos de pura sensualidad oriental, "Riffin ed luz marina", soul con alma tranquila que poco a poco se va desbocando hacia prados fronterizo con percusiones abrasivas y ritmos calientes. Ya en el minuto dos del tema esto arde y no queda más que vocear con el gentío, aplaudir, sentarte con un cubata y ver la progresión automatica de una música que dispersa el aburrimiento, que nace con la voluntad sanadora del jazz. El piano de Medeski es el que lleva la batuta para que poco a poco, increscendo la banda empiece a torpedear claveles.
"Buster, rides again doppler" es la más fiestera del lote. Una bacanal donde todo suena perfecto, donde se conjuga la garganta los instrumentos en un constante frenesí de ritmo, sin pausa, sin freno, colapso en la yugular, maquiavelicos goznes de artificios variopintos que pintan un cuadro colosal donde el jazz vive libre de ataduras, remanso y ordalía de sensaciones salvíficas. Joder que tarde que estoy pasando.
Y no se queda atras "Amber gris", la más corta del album y quizás la más bestia. Jugando al despite aqui y allá, con Martin arreando la batera a toda ostia, el bajo y el piano dialogando a lo bruto mientras el tono sube y sube, se eleva y eleva en una volcánica sensación de apocalipsis de juguete. Hacia tiempo que un disco de jazz no me dejaba tan hermosamente vacío. Y la basca que sigue silbando y aplaudiendo. Menudo live.
"We 're all conected" pone el punto y final. Sigo solo. Dentro de media hora voy a buscar al niño. Cuando me pregunte que he hecho esta tarde, le diré que me ido de concierto sin salir de casa. He bajado las persianas, he puesto el sonido a todo trapo y me he dejado llevar sin más. Medeski, Martin and Wood, brutalllllllllll.
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